En el plano financiero, el crédito que conocemos como Repo y que el Gobierno obtuvo el último viernes ofrece un respiro, no tanto por el monto de US$ 1.000 millones, como por la señal de que Argentina pudo volver al mercado internacional.


Además, la noticia de que ya están los US$ 5.313 millones para pagar a los acreedores privados es otro indicador de calma que augura un dólar quieto. Mientras, los bonos, pese a una suba real en dólares de 100% en 2024, seguirán en alza; y el riesgo país volvió a bajar y cerró en 610 puntos la semana pasada.

Pero en el plano productivo hay otro cantar, con la excepción de los sectores de la energía y la minería. Los industriales, a los que Javier Milei les dice que tienen que adaptarse o morir, piden que les nivelen la cancha frente a la apertura de la economía. Aseguran que los impuestos en nuestro país son más del doble que en Brasil o México, y los costos laborales y logísticos muy altos.
En el campo, por su parte, el mejor clima tampoco alcanza para disimular la pérdida de rentabilidad frente a precios internacionales que se desplomaron y las retenciones que llegan al 33% en el caso de la soja.
Así, el 2025 arranca con un panorama despejado en el plano financiero, pero con advertencias de desindustrialización.