Josef escribió:Sin embargo, las reservas de libre disponibilidad, luego de descontar cuentas corrientes en otras monedas extranjeras y otros pasivos (un préstamo del Banco de Francia), alcanzan a US$19.526 millones, según un informe del viernes 29/11/2013 de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Si la fuga de divisas persistiera en torno de los US$150 millones diarios, o su equivalente mensual de US$3.000 millones, en algo más de 6 meses, a partir de mayo o junio del año 2014, el colapso sería definitivo, al quedarse el país sin reservas siquiera para financiar las importaciones que mantendrían su aparato productivo en funcionamiento.
De tal forma, el 'síndrome Alfonsín' (por el fallecido Raúl Ricardo) explotaría en la cara del presunto “modelo K”, y entonces CFK debería convocar, en medio de un default 'de facto' tras, para entonces, 11 años de kirchnerismo, a una Asamblea Legislativa para que ella pudiera presentar su renuncia y alejarse sin ninguna gloria, en una huida política en helicóptero, tal como debió hacerlo –por otras circunstancias pero también por un inminente 'default'- el ex presidente Fernando De la Rúa.
Ésta es la consecuencia política de los eventos cambiarios que están ocurriendo en la Argentina. Éste es el contexto de las disputas tan intensas y los esfuerzos de la remozada Administración Cristina por conseguir dólares estadounidense, recuperar reservas, atesorar moneda extranjera.
De continuar la situación presente, la paralización del aparato productivo determinaría previsibles violentos reclamos tanto del sindicalismo (peronista o de izquierda) como de la clase media (el regreso de los 'caceroleros'), porque el país habría caído nuevamente en una quiebra, caos y eventuales saqueos a la búsqueda de alimentos... en un país rico en alimentos.
Nota de Clarín del sábado 30/11
Y un día los dólares sobrarán, y será malo
POR MARCELO CANTON
Y un día no van a faltar más dólares. Todo lo contrario, sobrarán. Y el problema será mayúsculo. Sí, acá, en la Argentina. Y no en un mundo futurista de ciencia ficción, sino en el mediano plazo. Para algunos, será una buena noticia. Para otros, un tema para preocuparse. Y mucho.
La Argentina de hoy está signada por la falta de dólares. Ahí nace el cepo, los límites para ahorrar en billetes norteamericanos. Y los topes a las importaciones que provocan faltantes en boutiques de lujo pero también en los hospitales; así como parates productivos en las fábricas que no tienen suficientes insumos (justo ayer un informe de INDEC señaló que el 99% de las empresas dicen necesitar materias primas importadas). También la falta de divisas explica el freno al giro de utilidades, que repercute en las inversiones. Fue el motor del blanqueo de capitales y de los impuestos a los autos, y muchos otros etc. etc.
El indicador de moda de la economía hoy es el nivel de reservas del Banco Central.
Pero no siempre será así. Ricardo Arriazu, uno de los economistas más prestigiosos del país, está a la cabeza de una campaña para concientizar sobre eso. El factor que hará que de la falta angustiante de dólares se pase a un exceso que puede ser dañino se llama Vaca Muerta, la segunda reserva de gas no convencional del mundo, la cuarta de petróleo. “Si tomamos el valor del petróleo a la cotización actual del WTI y la del gas al precio de importación de Bolivia, Vaca Muerta representa 11,2 billones de dólares, billones de los nuestros, millones de millones”, dice Arriazu. Es el equivalente al valor de 246 cosechas del país, a 22 veces el PBI de la Argentina, añade Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Ciudad, ex funcionario de YPF, cree que la valuación de Vaca Muerta debe hacerse a precios más bajos. “En Estados Unidos el precio del gas está confluyendo en US$ 2 gracias al shale que están extrayendo”, dice. Aquí se paga más de 15 por importarlo en barcos y 7,50 a quien lo encuentra ahora en un campo antes no explotado. Igual, según su estimación más moderada, Vaca Muerta vale 7 veces el PBI del país.
Esos campos hoy están en proceso de exploración, algunos recién empiezan a producir. otros siguen siendo desierto lleno sólo de viento. Las trabas a las inversiones, las dificultades para importar maquinaria, los problemas para girar al exterior las utilidades que se puedan obtener, la falta de certidumbre del marco legal por ahora frenan la “explosión” de Vaca Muerta. Pero llegará, inevitablemente, como dice el titular de Shell, Juan José Aranguren, que cree que los factores terminarán alineándose sí o sí por la necesidad de energía que tendrá el país. Y entonces los dólares empezarán a llover.
¿De cuánto estamos hablando? En una presentación para la prensa, días atrás, el presidente del Banco Santander Río, Enrique Cristofani, estimó que en el mediano plazo las inversiones en petróleo sumarán US$ 200.000 millones. Si, claro, casi 7 veces las reservas del Central. Los petroleros hacen una cuenta similar, basada en que hay unos 50 contratos ya firmados sobre Vaca Muerta, y que cada uno va a requerir inversiones de 4.000 millones de dólares en la próxima década.
Si todo sigue el camino que ven economistas y banqueros, primero llegarán los dólares de las inversiones. Y después empezarán a ingresar los dólares de las exportaciones de esos recursos. Y allí, dice Arriazu, el país puede enfrentar la “enfermedad holandesa”, que el exceso de dólares haga que los activos en el país se sobrevalúen, que el costo de la mano de obra se dispare, que se pierda competitividad. Hasta el campo podría tener problemas para exportar, señala. Habría mucho dinero, pero estaría concentrado en lo que llama el “Emirato de Neuquén”. El resto, los que no se dediquen al petróleo, quizás hasta empiecen a extrañar estas épocas, cuando los dólares eran escasos. Cosas raras que pueden llegar a pasar.