Gómez Morales huyó despavorido (1975) cuando vio lo que pasaba. Cámpora, el pelele de confianza que había puesto Perón de presidente (1973), se rodeó de izquierdistas, algunos recién salidos de la cárcel. Y nombró al comunista Gelbard como ministro de economía. Este señor opinaba entonces (como hoy Kicillof, Marcó del Pont, Augusto Costa y otros delirantes) que emitir no generaba inflación, y que bastaba con imponer rígidos controles sobre los precios (Plan 0). Efectivamente, por unas semanas los precios se estabilizaron, luego empezaron a escasear algunos productos...Cuando vieron que el crecimiento de la demanda era incontenible, llamaron a Gómez Morales, que duró un suspiro. El ingeniero Rodrigo llegó sabiendo que todo estaba a punto de estallar y planteó un ajuste fenomenal pero racionalmente ineludible. Los sindicatos no aguantaron, Isabelita se asustó y todos pidieron a gritos que intervinieran los milicos.
Hacer keynesianismo funciona cuando hay deflación, capacidad ociosa y gente con ganas de trabajar. Nada de eso ocurría en la Argentina de 1975. Y hoy, mucho menos. Condiciones parecidas, consecuencias parecidas. Sólo que ahora no hay milicos a mano para después echarles la culpa.