
Títulos Públicos
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DOLAR BLUE Y CCL CASI IGUALES EN NIVELES DE 12,50 

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Re: Títulos Públicos
mmarcodelpont escribió:AA17 76/76.5
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aca anda medio para atras.... pero alla no se lo ve tan mal....
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Re: Títulos Públicos
AA17 76/76.5
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Re: Títulos Públicos
mmdelpont, cuando disponga aguardo las puntas del RO15 y el AA17.
Muchas gracias!!!

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Re: Títulos Públicos
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Re: Títulos Públicos
bariloche escribió:Dólar Contado con Liquidación
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Gaston89 escribió:Mira vos.. ya abrio el mercado. Me debe andar mal el Bolsar.
no sean pavotes, el mercado abre a las 11
Re: Títulos Públicos
bariloche escribió:Dólar Contado con Liquidación
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Mira vos.. ya abrio el mercado. Me debe andar mal el Bolsar.
Re: Títulos Públicos
Dólar Contado con Liquidación
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Re: Títulos Públicos
Van a modificar las tasas? hoy tendremos movida con los bonos, que opinan?
Re: Títulos Públicos
¿Qué paso al final con la reforma de la ley del mercado de capitales? ¿Es más simple ser agente de bolsa ahora? ¿O todo sigue igual y fue puro cha ra ra?
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Re: Títulos Públicos
The Wall Street Journal se ocupa de Argentina:
Argentina y la vieja costumbre de devaluar
Algunos países aprenden las lecciones de su historia monetaria, pero Argentina es un caso aparte.
By MARY ANASTASIA O'GRADYPor
Feb. 3, 2014 12:02 a.m. ET
A medida que caen las reservas internacionales de Argentina, una megadevaluación parece inevitable, nuevamente. Algunos países aprenden las lecciones de su historia monetaria, pero Argentina es un caso aparte.
A fines de los años 90, en Buenos Aires se hablaba de reemplazar el peso con el dólar estadounidense. El posible impacto de una dolarización se me vino a la mente la semana pasada, cuando el ministro de Finanzas irlandés, Michael Noonan, visitó las oficinas de The Wall Street Journal en Nueva York para conversar sobre la recuperación de su país de la crisis bancaria de 2008.
A Noonan se le consultó si se arrepentía de que Irlanda formara parte de la zona euro, lo que en la práctica impide que los irlandeses recurran a la política monetaria para arreglar una crisis de deuda. El ministro respondió que sin las restricciones del euro, la economía pequeña y abierta de Irlanda habría probablemente sufrido una suerte mucho peor: una devaluación de grandes proporciones cuando sus bancos colapsaron.
Devaluar la moneda es la senda menos dolorosa cuando un gobierno no es capaz de cumplir con sus obligaciones. Sin embargo, como señaló Noonan, sus efectos sobre la población son brutales. La devaluación reduce el poder adquisitivo del país. Los salarios reales y el valor real de los ahorros de las personas comunes y corrientes disminuyen de un día para otro.
Lo que es peor, observó Noonan, es que son pocos los países que pasan por una megadevaluación solamente una vez. "Se vuelve un hábito", subrayó.
Tales palabras son demasiado amables para describir el caso de Argentina. Una historia de 200 años de devaluaciones recurrentes es una condición más seria que una adicción. Es patológico.
La última devaluación se produjo la semana pasada, cuando Argentina anunció que comprar un dólar del banco central costaría 8 pesos, en lugar de 6,9. La relación en 2006 era de 3 pesos por dólar. La cotización en el mercado negro es de más de 12 pesos, lo que sugiere que aún queda un doloroso camino por recorrer.
Esta crisis tiene lugar poco más de una década después de la última, que ocurrió poco más de una década después de la anterior. No obstante, socavar el valor del peso no es un fenómeno moderno en Argentina.
Según el economista chileno Sebastián Edwards, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles y autor del libro de 2010 "Dejada atrás: América Latina y la falsa promesa del populismo", la costumbre argentina de devaluar se remonta a la década de 1820. En 1827, el peso papel que circulaba en Argentina se devaluó en 33,2%, señala Edwards. La divisa perdió otro 68% en 1829. Hubo una devaluación de 34% en 1838, de 65,5% en 1839, de 95% en 1845 y de 40% en 1851. Un sistema de convertibilidad impuesto en 1868 fracasó en 1876 y otro establecido en 1891 sobrevivió hasta 1914.
Para los políticos, era apenas el comienzo. Según Edwards, hubo crisis cambiarias en 1938, 1948, 1949, 1951, 1954, 1955, 1958, 1962, 1964 y 1967.
En 1971, escribe Edwards, hubo una nueva crisis cuando el peso fue devaluado en 116,8%. (El porcentaje puede exceder 100 porque se calcula usando pesos por dólares). La inestabilidad económica en Argentina se agravó después de 1974. La inflación ascendió a 444% en 1976. Esta recurrencia de las crisis tuvo un impacto negativo en el crecimiento: el ingreso per cápita cayó a una tasa anualizada de 1,7% entre 1975 y 1985. Para 1985, la inflación llegaba a 672%. Entre 1981 y 1991, la tasa de devaluación del peso promedió un asombroso 1.346% al año señala el economista.
Las políticas que ha seguido el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como la expropiación, la anulación de contratos, la fijación de impuestos a las exportaciones y la imposición de topes a las tarifas de servicios públicos han destruido el capital. Mientras tanto, el gasto fiscal como porcentaje del Producto Interno Bruto se duplicó en los últimos 10 años. Ni los extranjeros ni los argentinos quieren tener pesos porque el banco central erosiona su valor al imprimirlos en exceso. Cuando eso ocurre, casi no hay forma de detener una corrida contra las reservas internacionales del banco central, una espiral inflacionaria y el empobrecimiento del país.
Las reservas de Argentina en moneda extranjera cayeron en US$1.250 millones la semana pasada conforme su banco central se empeñaba en defender el peso. Las reservas llegan ahora a apenas US$28.300 millones, frente a un máximo de US$52.600 millones en enero de 2011.
La agudización de la escasez de divisas extranjeras está destinada a tensionar una economía que depende de materias primas importadas y bienes intermedios en los sectores industrial y agrícola. Los argentinos ya reportan problemas para encontrar medicamentos que provienen de otros países. Los controles de precios, que se aplican en forma informal mediante la intimidación, complican aún más la situación. Los importadores pueden comprar dólares en el mercado negro para pagar a sus proveedores extranjeros, pero pierden dinero a menos que puedan ajustar sus precios minoristas.
El gobierno, que teme un alza de la inflación, anunció la semana pasada que aumentaría la competencia en los mercados locales al introducir más importaciones si los productores argentinos tratan de subir los precios. Aparentemente, a los genios del banco central se les olvidó decirles a los controladores de precios que no tienen los dólares necesarios para traer más importaciones.
Jorge Capitanich, el jefe de gabinete, dice que los especuladores, en su afán por ganar dinero rápidamente al castigar el valor de los activos para luego comprarlos, son la causa del colapso del peso. Esta clase de ignorancia económica de los gobernantes de una nación de 41 millones de personas es aterradora. Pero en Argentina no es de extrañar
http://online.wsj.com/news/articles/SB1 ... 91640.html
Argentina y la vieja costumbre de devaluar
Algunos países aprenden las lecciones de su historia monetaria, pero Argentina es un caso aparte.
By MARY ANASTASIA O'GRADYPor
Feb. 3, 2014 12:02 a.m. ET
A medida que caen las reservas internacionales de Argentina, una megadevaluación parece inevitable, nuevamente. Algunos países aprenden las lecciones de su historia monetaria, pero Argentina es un caso aparte.
A fines de los años 90, en Buenos Aires se hablaba de reemplazar el peso con el dólar estadounidense. El posible impacto de una dolarización se me vino a la mente la semana pasada, cuando el ministro de Finanzas irlandés, Michael Noonan, visitó las oficinas de The Wall Street Journal en Nueva York para conversar sobre la recuperación de su país de la crisis bancaria de 2008.
A Noonan se le consultó si se arrepentía de que Irlanda formara parte de la zona euro, lo que en la práctica impide que los irlandeses recurran a la política monetaria para arreglar una crisis de deuda. El ministro respondió que sin las restricciones del euro, la economía pequeña y abierta de Irlanda habría probablemente sufrido una suerte mucho peor: una devaluación de grandes proporciones cuando sus bancos colapsaron.
Devaluar la moneda es la senda menos dolorosa cuando un gobierno no es capaz de cumplir con sus obligaciones. Sin embargo, como señaló Noonan, sus efectos sobre la población son brutales. La devaluación reduce el poder adquisitivo del país. Los salarios reales y el valor real de los ahorros de las personas comunes y corrientes disminuyen de un día para otro.
Lo que es peor, observó Noonan, es que son pocos los países que pasan por una megadevaluación solamente una vez. "Se vuelve un hábito", subrayó.
Tales palabras son demasiado amables para describir el caso de Argentina. Una historia de 200 años de devaluaciones recurrentes es una condición más seria que una adicción. Es patológico.
La última devaluación se produjo la semana pasada, cuando Argentina anunció que comprar un dólar del banco central costaría 8 pesos, en lugar de 6,9. La relación en 2006 era de 3 pesos por dólar. La cotización en el mercado negro es de más de 12 pesos, lo que sugiere que aún queda un doloroso camino por recorrer.
Esta crisis tiene lugar poco más de una década después de la última, que ocurrió poco más de una década después de la anterior. No obstante, socavar el valor del peso no es un fenómeno moderno en Argentina.
Según el economista chileno Sebastián Edwards, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles y autor del libro de 2010 "Dejada atrás: América Latina y la falsa promesa del populismo", la costumbre argentina de devaluar se remonta a la década de 1820. En 1827, el peso papel que circulaba en Argentina se devaluó en 33,2%, señala Edwards. La divisa perdió otro 68% en 1829. Hubo una devaluación de 34% en 1838, de 65,5% en 1839, de 95% en 1845 y de 40% en 1851. Un sistema de convertibilidad impuesto en 1868 fracasó en 1876 y otro establecido en 1891 sobrevivió hasta 1914.
Para los políticos, era apenas el comienzo. Según Edwards, hubo crisis cambiarias en 1938, 1948, 1949, 1951, 1954, 1955, 1958, 1962, 1964 y 1967.
En 1971, escribe Edwards, hubo una nueva crisis cuando el peso fue devaluado en 116,8%. (El porcentaje puede exceder 100 porque se calcula usando pesos por dólares). La inestabilidad económica en Argentina se agravó después de 1974. La inflación ascendió a 444% en 1976. Esta recurrencia de las crisis tuvo un impacto negativo en el crecimiento: el ingreso per cápita cayó a una tasa anualizada de 1,7% entre 1975 y 1985. Para 1985, la inflación llegaba a 672%. Entre 1981 y 1991, la tasa de devaluación del peso promedió un asombroso 1.346% al año señala el economista.
Las políticas que ha seguido el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como la expropiación, la anulación de contratos, la fijación de impuestos a las exportaciones y la imposición de topes a las tarifas de servicios públicos han destruido el capital. Mientras tanto, el gasto fiscal como porcentaje del Producto Interno Bruto se duplicó en los últimos 10 años. Ni los extranjeros ni los argentinos quieren tener pesos porque el banco central erosiona su valor al imprimirlos en exceso. Cuando eso ocurre, casi no hay forma de detener una corrida contra las reservas internacionales del banco central, una espiral inflacionaria y el empobrecimiento del país.
Las reservas de Argentina en moneda extranjera cayeron en US$1.250 millones la semana pasada conforme su banco central se empeñaba en defender el peso. Las reservas llegan ahora a apenas US$28.300 millones, frente a un máximo de US$52.600 millones en enero de 2011.
La agudización de la escasez de divisas extranjeras está destinada a tensionar una economía que depende de materias primas importadas y bienes intermedios en los sectores industrial y agrícola. Los argentinos ya reportan problemas para encontrar medicamentos que provienen de otros países. Los controles de precios, que se aplican en forma informal mediante la intimidación, complican aún más la situación. Los importadores pueden comprar dólares en el mercado negro para pagar a sus proveedores extranjeros, pero pierden dinero a menos que puedan ajustar sus precios minoristas.
El gobierno, que teme un alza de la inflación, anunció la semana pasada que aumentaría la competencia en los mercados locales al introducir más importaciones si los productores argentinos tratan de subir los precios. Aparentemente, a los genios del banco central se les olvidó decirles a los controladores de precios que no tienen los dólares necesarios para traer más importaciones.
Jorge Capitanich, el jefe de gabinete, dice que los especuladores, en su afán por ganar dinero rápidamente al castigar el valor de los activos para luego comprarlos, son la causa del colapso del peso. Esta clase de ignorancia económica de los gobernantes de una nación de 41 millones de personas es aterradora. Pero en Argentina no es de extrañar
http://online.wsj.com/news/articles/SB1 ... 91640.html
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Re: Títulos Públicos
El fondo para pago a bonistas ya se lleva el 35% de las reservas
Por: Rubén Rabanal

El Presupuesto 2014 ya pasó a la historia, desde el mismo momento de su aprobación, como el más alejado de la realidad que se recuerde, al menos en la era Kirchner. Ni la proyección del 10,4% de inflación, ni la tasa de crecimiento del 6,2% prevista para la economía este año que calculó el Gobierno pudieron convencer a propios y opositores durante los debates. En el caso del kirchnerismo, como es obvio, aunque con dudas hubo aprobación.
El problema es ahora más complicado que ese "dibujo". El Presupuesto 2014 fue considerado irreal ya en su tratamiento, pero ahora pierde aún más sentido frente a la inflación de enero, el arrastre a febrero, la devaluación y especialmente la pérdida de reservas.
En el caso del Fondo de Desendeudamiento el impacto de la caída de reservas aceleró el peligroso declive que viene mostrando en los últimos tres años la relación entre los pagos que se realizan por ese fondo y el financiamiento del BCRA.
Cuando el Gobierno envió al Congreso en proyecto de Presupuesto, el Fondo de Desendeudamiento representaba el 28% de las reservas del Banco Central. Se trataba de u$s 9.855 millones computados para el pago de vencimientos de deuda.
Ayer, ese ratio subía al 35% tomando en cuenta que las reservas el viernes cerraron en u$s 28.100 millones.
De los u$s 9.855 millones que se incorporaron al Fondo de Desendeudamiento versión 2014, hasta ahora las transferencias del Banco Central para cancelación de deuda no han sido significativas. Más impacto tuvieron en enero sobre los números del Central los pagos para importación de energía.
La autorización que el Congreso le concede al Gobierno para utilizar reservas se refiere en este caso sólo a pagos a bonistas, ya que los vencimientos con organismos multilaterales de crédito corren por otro régimen legal que fue ratificado por Néstor Kirchner y no necesita autorización del Congreso para su utilización.
Este año el Gobierno deberá enfrentar cancelaciones por u$s 2.600 millones para el pago de vencimientos de capital y u$s 3.782 millones por intereses, lo que incluye el cupón PBI. A esto debe sumarse los pagos que vienen para organismos multilaterales. El excedente quedará pendiente de una disposición que se incorporó tanto en el Presupuesto 2013 como en de 2014 por el que, además de cancelar deuda con acreedores privados, el Fondo de Desendeudamiento podría financiar infraestructura.
El problema es que, habida cuenta de la existencia de las facultades especiales permanentes que el Congreso le concedió al Gobierno en 2006 al modificar el artículo 37 de la Ley de Administración Financiera y de los órganos de control, esos excedentes del fondo bien podrían terminar cubriendo desde pagos por importación de energía hasta gasto corriente.
La devaluación del dólar oficial debería causar en las cuentas públicas un efecto aliviador. La historia argentina tiene sobrados ejemplos de cómo se utilizó en ese sentido por otros gobiernos. De los $ 6,33 por dólar que se proyectaron en el Presupuesto 2014 a los más de 8 que fija hoy la realidad hay un diferencia que impacta a favor tanto en la recaudación como en la renta financiera.
Pero ese efecto benéfico para calmar el déficit podría haberse computado si no existieran hoy en las cuentas del Presupuesto otros lastres que se fueron incrementando en los últimos años.
El más duro, según acuerda toda la oposición, es el costo de la importación de energía. El saldo final para 2014 puede llegar a u$s 14.000 millones. Ese monto solo, por sí mismo, opaca la licuación del gasto que implica en algunas cuentas públicas la devaluación.
La inflación del 10,4% prevista para este año también estará en el centro de la escena en las discusiones sobre la irrealidad del Presupuesto que arrancarán desde el 1 de marzo en Diputados. Allí Julián Domínguez y Roberto Feletti deberán enfrentar la defensa de los múltiples pedidos de modificaciones al Presupuesto, toda una novedad ya que si bien en los últimos 10 años el Gobierno nunca pidió al Congreso la modificación del Presupuesto por ley para adecuarlo a la realidad, es cierto que tampoco la oposición trabajó mucho sobre el tema más allá de los diagnósticos de cada momento en especial.
Las paritarias también aportarán lo suyo a este Presupuesto cada día más desdibujado. Cualquier acuerdo al que se llegue en la negociación de los salarios de empleados públicos estará, en el mejor de los casos, un poco por debajo de la inflación real, sea cual fuere el monto del reclamo que hasta ahora evalúan la CTA, el moyanismo o la CGT de Antonio Caló.
En el caso de las jubilaciones, aunque en menor medida, los aumentos automáticos que se dan por ley dos veces al año también tendrán su impacto. Por lo tanto la rigidez del gasto en esos rubros sobre el Presupuesto licuará también el beneficio que supone la devaluación para las cuentas públicas.
http://www.ambito.com/diario/noticia_ee.asp?id=727036
Gentileza de JSBach (de otro barrio)
Por: Rubén Rabanal

El Presupuesto 2014 ya pasó a la historia, desde el mismo momento de su aprobación, como el más alejado de la realidad que se recuerde, al menos en la era Kirchner. Ni la proyección del 10,4% de inflación, ni la tasa de crecimiento del 6,2% prevista para la economía este año que calculó el Gobierno pudieron convencer a propios y opositores durante los debates. En el caso del kirchnerismo, como es obvio, aunque con dudas hubo aprobación.
El problema es ahora más complicado que ese "dibujo". El Presupuesto 2014 fue considerado irreal ya en su tratamiento, pero ahora pierde aún más sentido frente a la inflación de enero, el arrastre a febrero, la devaluación y especialmente la pérdida de reservas.
En el caso del Fondo de Desendeudamiento el impacto de la caída de reservas aceleró el peligroso declive que viene mostrando en los últimos tres años la relación entre los pagos que se realizan por ese fondo y el financiamiento del BCRA.
Cuando el Gobierno envió al Congreso en proyecto de Presupuesto, el Fondo de Desendeudamiento representaba el 28% de las reservas del Banco Central. Se trataba de u$s 9.855 millones computados para el pago de vencimientos de deuda.
Ayer, ese ratio subía al 35% tomando en cuenta que las reservas el viernes cerraron en u$s 28.100 millones.
De los u$s 9.855 millones que se incorporaron al Fondo de Desendeudamiento versión 2014, hasta ahora las transferencias del Banco Central para cancelación de deuda no han sido significativas. Más impacto tuvieron en enero sobre los números del Central los pagos para importación de energía.
La autorización que el Congreso le concede al Gobierno para utilizar reservas se refiere en este caso sólo a pagos a bonistas, ya que los vencimientos con organismos multilaterales de crédito corren por otro régimen legal que fue ratificado por Néstor Kirchner y no necesita autorización del Congreso para su utilización.
Este año el Gobierno deberá enfrentar cancelaciones por u$s 2.600 millones para el pago de vencimientos de capital y u$s 3.782 millones por intereses, lo que incluye el cupón PBI. A esto debe sumarse los pagos que vienen para organismos multilaterales. El excedente quedará pendiente de una disposición que se incorporó tanto en el Presupuesto 2013 como en de 2014 por el que, además de cancelar deuda con acreedores privados, el Fondo de Desendeudamiento podría financiar infraestructura.
El problema es que, habida cuenta de la existencia de las facultades especiales permanentes que el Congreso le concedió al Gobierno en 2006 al modificar el artículo 37 de la Ley de Administración Financiera y de los órganos de control, esos excedentes del fondo bien podrían terminar cubriendo desde pagos por importación de energía hasta gasto corriente.
La devaluación del dólar oficial debería causar en las cuentas públicas un efecto aliviador. La historia argentina tiene sobrados ejemplos de cómo se utilizó en ese sentido por otros gobiernos. De los $ 6,33 por dólar que se proyectaron en el Presupuesto 2014 a los más de 8 que fija hoy la realidad hay un diferencia que impacta a favor tanto en la recaudación como en la renta financiera.
Pero ese efecto benéfico para calmar el déficit podría haberse computado si no existieran hoy en las cuentas del Presupuesto otros lastres que se fueron incrementando en los últimos años.
El más duro, según acuerda toda la oposición, es el costo de la importación de energía. El saldo final para 2014 puede llegar a u$s 14.000 millones. Ese monto solo, por sí mismo, opaca la licuación del gasto que implica en algunas cuentas públicas la devaluación.
La inflación del 10,4% prevista para este año también estará en el centro de la escena en las discusiones sobre la irrealidad del Presupuesto que arrancarán desde el 1 de marzo en Diputados. Allí Julián Domínguez y Roberto Feletti deberán enfrentar la defensa de los múltiples pedidos de modificaciones al Presupuesto, toda una novedad ya que si bien en los últimos 10 años el Gobierno nunca pidió al Congreso la modificación del Presupuesto por ley para adecuarlo a la realidad, es cierto que tampoco la oposición trabajó mucho sobre el tema más allá de los diagnósticos de cada momento en especial.
Las paritarias también aportarán lo suyo a este Presupuesto cada día más desdibujado. Cualquier acuerdo al que se llegue en la negociación de los salarios de empleados públicos estará, en el mejor de los casos, un poco por debajo de la inflación real, sea cual fuere el monto del reclamo que hasta ahora evalúan la CTA, el moyanismo o la CGT de Antonio Caló.
En el caso de las jubilaciones, aunque en menor medida, los aumentos automáticos que se dan por ley dos veces al año también tendrán su impacto. Por lo tanto la rigidez del gasto en esos rubros sobre el Presupuesto licuará también el beneficio que supone la devaluación para las cuentas públicas.
http://www.ambito.com/diario/noticia_ee.asp?id=727036
Gentileza de JSBach (de otro barrio)
Re: Títulos Públicos
El clima esta un poco enrarecido,,,, hasta en el foro! 
