Mensajepor Alfredo 2011 » Mié Ago 13, 2014 8:15 pm 
			
			
			
			EMPRESARIOS RESISTEN LA ESCALADA DIRIGISTA Y TEMEN LAS "PILDORAS VENENOSAS" QUE CRISTINA LE DEJARA A SU SUCESOR .-
por Hugo E.Grimaldi
   BUENOS AIRES, ago 13 (DyN) - Consternadas y en fila, algunas entidades empresarias salieron a ponerle la proa a la escalada dirigista que propone el Gobierno para cambiar cuatro leyes, una de ellas la de Abastecimiento, de triste memoria. 
   El consenso de los hombres de negocios se plantea esta vez no tanto en un espíritu de cuerpo bastante dudoso, ya que de hecho muchos justificaron su anterior adhesión al modelo en la necesidad de ganar plata, sino en frenar algo que huelen y que pudo observarse como algo subyacente en el acto que el cristinismo más rancio hizo en el Luna Park bajo la consigna "Patria o buitres".
    Allí, a viva voz se planteó el escenario para después de 2015 y se dijo que, "pase lo que pase", la conductora del proceso será Cristina Fernández.
    Los empresarios se han puesto duros porque dicen percibir que el Gobierno pretende dejar de aquí en más una serie de "píldoras venenosas" en materia "intervencionista" enquistadas bajo mil formas, para que la tarea del próximo Presidente se torne cada vez más complicada. 
   Así, recitan que los males para que remedie el nuevo gobierno pasarán, entre otras tareas, por desactivar la presión impositiva asfixiante y el desborde del gasto público plagado de subsidios ya casi estructurales, por desarmar los planteles kirchneristas que están copando ideológicamente la administración pública, por atacar la inflación creciente y el tipo de cambio atrasado, por arreglar la deuda y también, por quitarle de encima al sector privado el pie del Estado que, su entender, estaría buscando aplastarlo del todo. 
   Es muy probable que exageren bastante, ya que estos 500 días que faltan para la entrega del poder al kirchnerismo no le convendrá suicidarse si pretende tener otra chance más adelante, pero los cambios que se proponen en materia de control estatal son demasiado fuertes para no preocuparse por la mayor inseguridad que derivará, seguramente, en cada vez menos inversiones.
   Los aspectos más resistidos de la legislación que ya está en el Congreso pasan por la facultad que tendrá el Estado nacional y las provincias de fijar precios máximos, asignar márgenes de utilidad de las empresas, determinar normas para la intermediación y distribución de productos y servicios, establecer la capacidad productiva y sus volúmenes, ordenar su continuidad, etc. 
   Esta larga lista y burocrática lista que abarca todo lo que haga "al bienestar de la población" se complementa con el mayor rechazo del sector empresario, que es que deberá entregar a las autoridades por 30 días sus planes estratégicos, que incluyan cuestiones comerciales y de marketing.
   Según el Gobierno, lo único que se va a hacer de ahora en más es instalar "un observatorio de precios" para "evitar un proceso de concentración que implique la apropiación del excedente de una parte de la cadena más fuerte a otros más débiles". El término "apropiación" tampoco gusta mucho. 
   Se llame como se llame, contra todo esto se ha puesto en pie de guerra el empresariado, constatándose que invariablemente cuando el bolsillo sufre es cuando aflora cierta solidaridad.
   Un dirigente que lleva la voz cantante en la resistencia, le dijo a DyN que "es imposible hablar con un Gobierno que no puede comprender que hay una empresa americana (por la gráfica Donnelley) que no le interesa quedarse en el país. Cuando vino le agradecieron y le dio trabajo a 400 personas, trabajos que no existían y ahora no pueden entender el repliegue y dicen que es algo político". 
   Y agregó: "para justificar el avance estatal plantean que como no hay inversión privada es necesaria la presencia creciente del Estado y no se dan cuenta que los privados no invierten precísamente... por la presencia creciente del Estado".
   Por último, jocoso, señaló que "con estas medidas de controles y burocracia a ultranza, ahora entiendo por qué (Guillermo) Moreno lo llamaba 'soviético' a (Axel) Kicillof".