Mensajepor rapolita » Mié Jul 16, 2025 9:15 pm
Me pasaron este informe, y la verdad, que yo coincido plenamente.
Las cifras llegan desde lejos, como telegramas de otro mundo. En Estados Unidos, los bancos reportan ganancias, el consumo resiste, y las acciones se mantienen en lo alto, como si el vértigo no les afectara. Pero hay algo en ese brillo que parece gastado. No es que falten razones para celebrar, es que el mercado ya lo hizo. Lo celebró antes, lo descontó, lo agotó. Ahora, lo que queda es la pausa. El silencio entre dos movimientos.
En tecnología, los chips vuelven a cruzar fronteras, y Nvidia y AMD suben como si el futuro estuviera despejado. Pero ASML, que fabrica las máquinas que hacen posible ese futuro, tropieza. Sus proyecciones para 2026 son inciertas. Y esa palabra —incierto— se cuela en cada rincón del análisis, como una humedad que no se ve pero se siente.
En Buenos Aires, la incertidumbre no es abstracta. Se respira en los precios, en las tasas, en el dólar que sube sin preguntar. Las elecciones se acercan como un tren sin horario, y el mercado local espera, no con esperanza, sino con cautela. No hay convicción, hay espera. No hay tendencia, hay tensión.
Diversificar, dicen los informes. Como si fuera una receta. Pero en el fondo, diversificar es admitir que no sabemos. Que el mercado no tiene una sola voz, sino un murmullo de posibilidades. Que la acción puede caer, el bono puede resistir, el dólar puede saltar, y todo puede cambiar en un día.
El mercado no es un oráculo. Es un espejo. Refleja lo que creemos, lo que tememos, lo que deseamos. Y hoy, ese espejo está empañado. No por falta de datos, sino por exceso de preguntas. Por eso, más que buscar certezas, conviene buscar equilibrio. No para ganar más, sino para perder menos. Para estar, como quien camina por San Telmo de noche, atento al ruido de las cosas que no se dicen, pero que están ahí.