El Conde escribió:Con la inmigración que tuvimos desde los 90 para acá, salvo un milagro es prácticamente imposible que salgamos adelante, nos atrasamos 30 o 40 años.
Es la realidad le guste a quien le guste, la de los años 20 fue una inmigración pujante que trajo conocimiento y enjundia laboral y que dejaba la guerra atrás y esta fue lo peor de una América latina arrasada por los narcos, sin educación, y se mezclo con la vaguesa natural del argentino.
Sin xenofobia, la pura realidad y que esta a la vista.
Ahora... ¿cómo revertir ese proceso?
A un país desindustrializado y subdesarrollado le sobra gente (distingo porque pueden no coexistir ambos status, se puede ser desarrollado sin industria y, viceversa, industrializado sin desarrollo). En este caso, si se pretende tener a la población contenida en un Estado de bienestar quiebran las cuentas fiscales, en cambio, si se abandona a esta gente a su suerte, se produce un estallido social o, al menos, pérdida significativa de la calidad de vida, inseguridad, delitos, deterioro de la salud pública, marginalidad, etc.
La solución en este caso, en lo inmediato y en forma directa sobre el número de población, pasa por el cierre de fronteras a la inmigración, control de natalidad, legalización y gratuidad del aborto, fomentar la anticoncepción y esterilización, permitir la eutanasia. En forma indirecta, promover el darwinismo social quitando toda protección estatal, sobrevivirán los más aptos y desaparecerán los débiles o defectuosos. Eso no significa ausencia del Estado, el Estado debe supervisar ese darwinismo. En la agricultura, en un campo sin intervención prolifera la especie más apta, por lo general yuyos indeseables, con intervención (plaguicidas por ejemplo) se hace proliferar a las plantas deseadas. El Estado debe poner las reglas para que proliferen los aptos y fracasen los indeseables. Lo que hay que ponerse de acuerdo es en quienes son deseables y quienes no, ya que no es tan sencillo como pareciera.
Con industria se puede absorber a gran parte de la población, de este modo convertirlos en aportantes en vez de beneficiarios de asistencia, las cuentas fiscales de este modo cerrarían. Sin industria no queda otra que retirar la asistencia, pero tarde o tempano se termina gastando recursos en aparato represivo y sistema de salud pública, ya que el delito y las pandemias fruto de la marginalidad elosionarían.
Lo que no podemos tener es bienes nacionales caros en el mercado interno vía proteccionismo, pero lo que hay que ver es cuándo se justifica producir en el país y cuando no. Si logramos igualar estándares de calidad y precio, debemos producir en el país pero, si en algunos rubros somos más caros, antes de destruir esos rubros con la importación, debemos ver si el extracosto que pagamos no es menor al extracosto vía impuestosa que nos implica sostener con beneficiencia estatal a la gente que queda fuera del sistema al eliminarse la producción de ese rubro. A veces lo barato nos termina saliendo muy caro. En otros rubros, donde la diferencia de precio a favor de la importación permite pagar la asistencia y seguro de desempleo a todos los que quedarán sin trabajo, bienvenida sea esa importación. De este modo nos especializaremos en la menor cantidad de rubros posibles, pero no menos de los necesarios para garantizar actividad económica al pueblo.