Mensajepor quique43 » Mar Feb 20, 2018 10:41 am
Germàn Fermo - Cronista (3).
¿Tenemos inflación?: mirá vos. Resulta irónicamente cómico vernos a todos debatir nuevamente sobre la inflación, somos sin dudas la nación que mas historia tiene en este aspecto, no existe un solo país en el mundo entero con semejante y persistente secuencia de inestabilidad de precios. Sin embargo, nuevamente ante un recrudecimiento inflacionario, todos nos miramos sorprendidos como si hubiera venido un marciano desde la estratósfera y nos hubiera plantado un huevo lleno de inflación en el medio de Plaza de Mayo y el huevito, nos sorprendió de golpe a todos y nos hizo “boom”. La inflación sólo es la cara visible de nuestro descontrolado déficit fiscal. Sin embargo, me preocupa mucho más la cara oculta del déficit: el endeudamiento externo, como nos prestan todavía, nadie habla de esto. Los argentinos nos estamos endeudando a razón de 35.000 millones de dólares anuales, lo que representa un 7% de nuestro PBI, sustancial numerito. Como nación, hemos decidido vivir por un rato con tarjeta de crédito, el mundo nos concedió una ventana de tiempo que no será eterna, yo diría unos tres a cinco años de cierta complacencia. Pasado dicho lapso vendrán a preguntarnos cómo pensamos hacer para devolver lo que pedimos prestado. Con esto intento concientizar a cada uno de nosotros en subir el sentido de urgencia, bajar la ansiedad por resultados mágicos e imposibles y que comprendamos que si incrementamos la velocidad de corrección fiscal comenzaremos a depender un poco menos de nuestra suerte y aumentaremos las chances de que esta vez finalmente, converjamos a algo razonable. Nos está llegando el momento de comprender que no existe un cambio gratis, el mundo sólo nos está dando una pequeña migaja de apoyo para que corrijamos y eventualmente nos sanemos.
Corregir, cuesta. Primero, heredamos un país que en 2015 exhibía un severo rojo fiscal y una secuencia alarmante de distorsiones económicas. Segundo, elegimos mayoritariamente otra forma de gobernar clamando por un “cambio” expresado democráticamente. Tercero, al enterarnos que un cambio genuino es sumamente costoso, nos vuelve a traicionar la impaciencia y comenzamos a reclamar shocks de consumo que den cierto alivio sin comprender que por definición el mismo será efímero, nada es gratis ni mágico en economía. Cuarto, la economía es una ciencia traicionera en el sentido que por ciertos lapsos de tiempo se pueden violar sus leyes generando la sensación de que todo es posible. Por ejemplo, se puede correr en el corto plazo con un déficit que si se financia con emisión de dinero o deuda externa, no se note. Sin embargo, en la medida que no se hayan asumido los variados y sumamente elevados costos que una corrección de largo plazo necesariamente implica, la economía al final del capítulo, te golpea la puerta como lo hizo en 1989, 2001 y 2015. Quinto, la Argentina de hoy es una nación en estado crítico, todo aquél que intente generar la sensación de bienestar, simplemente está contando una historia al revés, una larga lista de severos errores nos han empobrecido a niveles impensados para un país que alguna vez fue próspero e hidalgo. Sexto, desarmar este eterno desequilibrio requiere que nos sentemos a ponernos de acuerdo en las cuatro cosas relevantes que nos afectan como país y nos tomemos largos años para converger, tal como tan exitosamente pudo hacerlo Chile, por ejemplo. Séptimo, es aquí en donde está el punto más picante, a nuestra generación la historia le está dando la oportunidad de que dé un paso al frente, de que se haga cargo de los enormes costos que implica reencauzar una nación hacia un sendero de estabilidad entendiendo que si así lo decidimos no nos espera otra cosa que sumo sacrificio, disciplina y esfuerzo. Octavo, este 2018 al mismo tiempo, nos da la chance de dar la espalda otra vez, festejar algún que otro rebote efímero, no asumir los verdaderos costos y quedar expuestos a otra lotería más apostando nuevamente a nuestra suerte, tal como lo venimos haciendo y tal como viene fracasando desde hace tanto tiempo que se me hace imposible ponerlo en perspectiva. Noveno, aunque nos duela a todos, la Argentina de hoy nos está reclamando que definitivamente le digamos no al populismo en cualquiera de sus formas y que comprendamos que la única manera de prosperar es generando riqueza y dándole al sector privado ese rol único que tiene como mecanismo de dinamismo en cualquier coyuntura económica. Deberíamos finalmente comprender que el estado no es un generador de riqueza, es precisamente la raíz de cada uno de los problemas no resueltos que todos llevamos pesadamente en nuestras espaldas.