Mensajepor Alfredo 2011 » Lun Abr 22, 2013 8:37 pm
“No podemos separarnos”, le dijo el Palo Blanco.
La mujer quería la mitad de los bienes que le correspondían.
Soplón menor, de pronto el Palo Blanco se hizo titular de alguna línea de micros, que crecía con el desarrollo de la localidad. Para los desplazamientos interprovinciales.
También se hizo cargo de diversas empresas. De terrenos. Disponía, aparte, de un hotel.
La mujer venía harta del marido desde los tiempos románticos de la pobreza. De cuando era un segundón. Un anónimo que invertía en lealtad.
Sin embargo el marido pasó milagrosamente al frente. En cuanto percibió que se consolidaba en la riqueza, la mujer decidió separarse.
“No te puedo dar la mitad de nada”, le aclaró el Palo Blanco. “Porque nada de todo lo que figura que tengo, es mío”.
Triunfó el amor. La dama se quedó un tiempo más.
Separarse pobre, a su edad, no tenía sentido.