rapolita escribió: ↑
¿Qué pasó entre Milei y Espert? Una mirada sobre los riesgos internos en los partidos.
La salida de José Luis Espert como candidato de La Libertad Avanza dejó muchas preguntas abiertas. Más allá de los motivos concretos —una transferencia de dinero que generó sospechas y una caída en las encuestas— lo que llama la atención es cómo reaccionó Javier Milei: lo defendió públicamente, lo elogió, y hasta enfrentó a su propio equipo político para sostenerlo.
Esto nos lleva a pensar en algo más profundo: ¿cómo se manejan los partidos cuando algunos de sus integrantes no trabajan para el proyecto común, sino para sus propios intereses?
En toda institución —sea un partido, una empresa o una escuela— hay personas que actúan de tres maneras distintas:
Algunos trabajan principalmente para sí mismos, buscando crecer o destacarse sin importar el daño que puedan causar.
Otros se enfocan en cumplir los objetivos del grupo o institución.
Y hay quienes ayudan a los demás, colaboran, sostienen, y hacen que el equipo funcione mejor.
Cuando los que trabajan para sí mismos tienen demasiado poder, el grupo se debilita. Se pierde la confianza, se generan conflictos, y la institución puede terminar fragmentada.
En este caso, muchos interpretan que Espert estaba usando el partido como plataforma personal. Y lo más preocupante es que Milei no lo habría detectado a tiempo. Eso habla de una posible falta de experiencia o de sensibilidad para leer lo que pasa dentro de su propio espacio.
Por eso, es importante que los líderes políticos —y cualquier persona que conduzca un grupo— puedan rodearse de gente que les ayude a ver lo que ellos no ven. En La Libertad Avanza, ese rol lo podrían cumplir Karina Milei, Santiago Caputo y Patricia Bullrich. Pero para que eso funcione, Milei tiene que confiar en ellos y darles libertad para actuar.
La política no es solo ganar elecciones. También es construir equipos sólidos, cuidar la coherencia interna y saber cuándo alguien está poniendo en riesgo el proyecto. Si Milei no logra eso, su partido puede volverse frágil, más allá de los votos que consiga.
Este episodio no es un escándalo. Es una señal. Y como toda señal, merece ser pensada con calma, pero con profundidad.