Mensajepor adxrsi » Vie Abr 29, 2016 4:26 pm
Estudié en la UBA m*nem*sta. Año 1994, baños sucios, fumábamos en el aula, no había ninguna contemplación, cursos superpoblados, nos sentábamos en el piso y estudiábamos como podíamos. Y como contrapartida de todo eso estaban los docentes, los planes de estudio, la historia en los techos y en las paredes, la historia que ahí se respiraba. Siendo alumna me invitaron a colaborar como ayudante en la materia Traducción e Interpretación IV, lo hice y seguí haciéndolo una vez recibida. Al poco tiempo la colega Profesora Adjunta se desvinculó del grupo y tuve la suerte de ser nombrada con ese cargo. De esto hace ya doce años. Hoy la UBA es el único lazo que me vincula al pasado, a esa adolescente esperanzada que creció sin saber de privaciones pero entendía que sentada en esa aula sucia y llena de humo estaba ocurriendo algo que no pasaba en ninguna otra parte. El resto fue quedando atrás, mutó o dejó de existir, pero la UBA queda. En estos veintidós años la vi crecer, profesionalizarse, modernizarse y por encima de todo humanizarse hasta lograr reconocimiento internacional, y estas no son solo palabritas, si no me creen googleen.
Quienes siguen diciendo “la UBA se vino abajo” (los hay…) piensan sin duda en aquella UBA m*nem*sta de mi primer renglón. Hablan por desconocimiento, porque no saben qué pasó en esa UBA cuando dejaron de cursar, hablan en algunos casos porque ignoran incluso lo que es el pensamiento académico o la educación superior. Hablan.
He visto a la UBA sucia, sin pensamiento, incipiente, politizada, repleta, furiosa; también impecable, contenedora, virtuosa, consciente y, sobre todo, humana. Hoy por primera vez la vi vacía.