Mensajepor Galaico » Mar Mar 03, 2015 9:24 am
excelente!
Un país incómodo para los Nelson Castro
Hace 20 años que escribo sobre televisión. Por eso me acostumbré a marchar a través de la pantalla. Sentada frente a la tele, la cámara casi fija me permite indagar los planos con cierta tranquilidad. Y cuando la cámara se aparta del objetivo (un estrado, un escenario, una perspectiva aérea determinada) e inicia el paneo del contexto, busco el detalle que habría pasado inadvertido a mi vista, si hubiera estado ahí.
"Ahí", ayer, fue la última vez que Cristina inauguró las sesiones parlamentarias. Ahí, ayer, dentro y fuera del recinto del Congreso se reunieron funcionarios, militantes propios y ajenos, simpatizantes, "el aparato" (que para eso está), organizaciones de Derechos Humanos, colectivos de género, docentes, artísticos y judiciales, demócratas en general (que también los hay). Ahí, ayer, Cristina fue más que nunca la presidenta de todos los argentinos (todos, significa todos) cuando puso en perspectiva histórica el último año de su gestión de gobierno.
Ahí, ayer, la módica alternancia de objetivos y de planos propia de la cadena nacional, permitió ponerle nombre propio a las presencias y las ausencias, vislumbrar algunos durmientes, varios incómodos, muchos contentos. Sobre todo, la cámara pudo registrar el semblante de la primera mandataria, templando sus gestos conforme se reapilaban a su derecha, los papeles con los datos de lo que había ido a comunicar. (Imagino que, si un extraterrestre hubiera visto ayer la cadena nacional, habría comprendido, por la mera observación del sosegado discurrir de Cristina, que la que hablaba era una dirigente de alto rango humano).
En relación a la televisación, no hay mucho más para decir. Porque, lo más destacado de la transmisión no sucedió ahí, ayer, sino que hay que buscarlo en el balance de gestión que realizó la presidenta. Pensémoslo así: lo más relevante de la televisación fue la televisación misma, dispuesta por el artículo 75 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, esa épica fantástica contra la concentración informativa, que es uno de los logros más brillantes del gobierno de Cristina. Y lo es porque desconcentrar la información tiene implicancias inmediatas en la vida democrática. La mejora, la robustece, la horizontaliza, le otorga dinamismo, la saca a la calle, le da sentido.
Gracias a la cadena nacional, el mensaje de la presidenta fluyó en su propia cadencia, con los énfasis que ella quiso darle, sin las cesuras habituales de la edición en vivo, ni la degradación discursiva de un zócalo insultante o fraudulento.
Lo que la televisación mostró, en última instancia, hasta podría ser anecdótico. Podría ser anecdótico, incluso, el comentario inmediatamente posterior de Nelson Castro en relación a lo que la presidenta omitió mencionar. En cambio, no será mero cuento el hecho de que ese recorrido a través de los últimos 14 años de historia nacional, no haya respetado ni la agenda ni la urgencia que el establishment mediático-financiero-judicial (con la complicidad de sus soldados de la tinta y el papel) le quiso imponer a CFK cada año de los siete que ella viene gobernando.
No es ya mero cuento que una información que circula como única verdad, antes que información es una orden. Por eso, una de las características del "país incómodo" que dejará Cristina Fernández de Kirchner cuando concluya su mandato, será la vigencia irrestricta y garantizada del "libre ejercicio del derecho de toda persona a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones ideas sin censura, en el marco del respeto al Estado de Derecho democrático y los Derechos Humanos…" Preciosa incomodidad para todas y todos, incluido, el doctor Castro.