Mensajepor apages » Lun Ago 12, 2013 6:40 pm
De dátiles y de oro - La Aldea K
Había una vez un pequeño poblado ubicado en medio del desierto. Su principal sustento era el comercio de dátiles.
Tenía un solo pozo de agua y dependiendo de la época del año, quedaba prácticamente seco.
Hasta entonces se distribuía el agua de manera que alcanzase para todos.
Los que podían,generalmente comerciantes, pagaban un precio adicional y se llevaban un par de vasijas mas de agua, pero el pozo nunca se secaba.
Un día, apareció un aldeano que predicaba que había agua para todos y todas.
En poco tiempo se convirtió en líder de la aldea. Todos disfrutaban del agua. Repartía agua gratis para todos lados, siempre y cuando lo siguieran eligiendo a "el" como su líder.
Parecía que finalmente Dios se había puesto de su lado.
Los dátiles eran muy demandados y su precio había subido considerablemente.
El clima por ese entonces se había vuelto mas benévolo, haciendo que su producción aumentara notablemente.
Las reservas de oro, gracias a la recaudación de impuestos por la venta de dátiles, habían crecido exponensialmente.
Los aldeanos con mas dinero en sus manos, comenzaron a arreglar sus casas, compraron camellos 0 KM, viajaban a otras aldeas, y gastaban mucha mas agua que antes.
Tanta agua se demandaba que un día, casi sin darse cuenta, el pozo quedó vacío. El líder nunca se había preocupado por explorar otros pozos. Nunca había pensado que se agotaría.
Así que comenzaron a traer agua de aldeas vecinas. El oro acumulado por los mayores ingresos impositivos, permitía comprar el faltante de agua.
Preocupados, algunos viejos aldeanos, metían un palo en el pozo para medir cuanta agua quedaba. Un día comenzaron a sacar el palo casi seco por completo.
El líder, lleno de ira, decía que ellos mentían, entonces usaba un palo mas largo y lo sacaba con una gran marca de agua. Algunos decían que estaba dibujada.
Finalmente les prohibió seguir midiendo el pozo y prometió que al que desobedeciera, lo castigarían con 1000 azotes.
Poco a poco el clima fue volviendo a su normalidad. Ya no era tan benévolo.
Cada vez era necesario traer mas agua de otras aldeas. Cada vez la pagaban mas cara.
El líder de la aldea, sin agua, comenzó a echar culpas a los aldeanos que decían que no había agua. Culpaba a las otras aldeas. Culpaba a los especuladores. Culpaba a los gorilas que se comían los dátiles.
El oro no alcanzaba ya para seguir comprando a las aldeas vecinas.
Sin oro en las arcas, los aldeanos comenzaron a pensar que el agua no podía seguir regalándose por lo que comenzaron a guardarla en grandes vasijas de seguridad.
El líder desesperado amenazaba con intervenir el mercado de dátiles.
Después de un tiempo ya no quedaban reservas para seguir comprando agua y lo peor era que los ingresos por impuestos tampoco alcanzaban.
Hacer un nuevo pozo demandaría mucho tiempo y dinero, por lo que se comenzó a buscar posibles aldeas que quisieran hacer el pozo a cambio de una gran parte del agua que encontraran.
Las aldeas vecinas hablaban entre ellas y decían, que increíble, tantos años de buenas cosechas de dátiles y buenos precios y están sin agua y sin oro.