OPINIÓN
Pocos empresarios, ningún opositor y aroma de fin de ciclo
Fin de ciclo es el concepto que más enerva a la Presidenta en estos tiempos. No quiere oír una palabra que pueda estar relacionada con el final de su mandato, previsto por la Constitución Nacional para 2015. Pero el clima que se percibía anoche en la Bolsa de Comercio de Buenos mientras hablaba Cristina transmitía la inocultable sensación de una etapa política y económica que se ha quedado sin la capacidad de iniciativa que siempre distinguió al kirchnerismo. Había llegado una hora y media más tarde de lo anunciado. Un tercio del amplio salón bursatil lucía vacío; había menos empresarios y agentes de bolsa que en todos los años anteriores y el entusiasmo sólo se reciclaba mecánicamente con aplausos tibios cada vez que se mencionaba alguna cifra. Estaban todos los ministros, el ahora muy imprescindible Daniel Scioli y varios secretarios de Estado encabezados por Guillermo Moreno. Las ausencias fueron significativas: ni el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti; ni Mauricio Macri ni ningún otro miembro de la oposición se dejaron ver por el lugar.
El anuncio que había elegido Cristina para engalanar el aniversario de la Bolsa era la reglamentación de la Ley de Oferta Pública con la que el Gobierno busca integrar los mercados de capitales. La legislación, cuyas características técnicas se conocerán hoy en las páginas del Boletín Oficial, inquieta a un empresariado que teme un mayor intervencionismo estatal dentro de las compañías a través de la Comisión Nacional de Valores.
¿Tendrá la batalla entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín una nueva escalada del conflicto mediante el artículo 20 de la nueva ley? Es una alternativa que Moreno tiene entre sus planes pero cuya ejecución dependerá directamente de la fortaleza política que la Casa Rosada conserve después de los resultados de las primarias del 11 de agosto.
Y allí estaba concentrada toda la expectativa de Cristina, de Scioli, de los funcionarios y de los empresarios presentes anoche en la Bolsa. Cada uno de ellos tenía el número presunto de una encuesta para entusiasmarse o deprimirse. Había ministros eufóricos que juraban haber visto sondeos donde la diferencia entre Sergio Massa y Martín Insaurralde en territorio bonaerense era apenas de tres puntos. Y que las proyecciones ya lo daban ganador al aún desconocido intendente de Lomas de Zamora. Y había agentes financieros, siempre bien informados, que estiraban esas cifras y se mostraban seguros sobre una inminente derrota kirchnerista.
Atenta a las sensaciones que sólo produce la ansiedad electoral, Cristina se apuró a a anunciar un aumento de jubilaciones que recién se percibirá en septiembre. Otro golpe de efecto sobre los ingresos para equilibrar un escenario económico que muestra la inflación real en el 3% mensual; a las reservas apenas por encima de los 37.000 millones de dólares; que muestra el olímpico fracaso del Cedín como instrumento de blanqueo y a una Bolsa raquítica de capitales que esperan otros vientos para apuntar sus inversiones hacia esta Argentina dominada por la incertidumbre. En diez días sabremos si el aroma a fin de ciclo que ayer se respiraba en la Bolsa era una exageración o, simplemente, una fotografía del futuro.
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