Cuantas verdades en el texto, pero discrepo no son opositontos, muchas son personas diría indefensas... es como aquel hombre que trabaja todo el dia y en su casa se queda su esposa con su suegra y todo el dia dale que dale su suegra hablándole a su hija mal del marido y le taladra el bocho hora tras hora , dia tras dia esa pobre mujer no tiene salida esta indefensa.
balcarceño escribió:Hoy, 18A, es una buena ocasión para repostear esta breve descripción de un tipo de individuo del que seguramente se nutrirá en abundancia el cacerolazo convocado para esta noche
Opositonto:dícese de aquel individuo que se opone tontamente, sin saber bien por qué, y, lo que es aún peor, se opone en contra de sus propios intereses
El opositonto se queja de que hay muchos feriados, aunque sea un asalariado y no lo perjudique el dejar de trabajar esos días. Y encima, cuando puede se raja a San Clemente, en el autito 0km que por primera vez en su vida pudo comprarse
El opositonto se queja de los subsidios, pero viaja sin chistar en el transporte público subsidiado, y si llega a escuchar que el boleto podría aumentar (por la quita de subsidios), pone el grito en el cielo
El opositonto se queja de la inseguridad, pero a la vez se queja de la restricción a las importaciones, sin asociar que si como consecuencia de la invasión de productos importados cierran fábricas locales, alguno de los que se quedan sin trabajo puede ser el futuro chorro que lo asalte. (el mismo razonamiento puede aplicarse a su rechazo a los “planes que mantienen vagos”)
Si uno lo apura al opositonto preguntándole, ya que se opone con tanto fervor, a favor de quién está, el tipo responde “son todos la misma mie***”, y entonces, si uno lo apura un poco más preguntándole si preferiría a los milicos, se queda balbuceando, sin argumentos.
El opositonto vocifera agravios calificando a los que gobiernan, mechando entre sus críticas “la falta de libertad de expresión”, blandiendo en su diestra un ejemplar de un periódico en cuya tapa, casualmente, pueden leerse los mismas agravios que él vocifera.
El opositonto se queja de los aumentos en el supermercado, pero se horroriza si el funcionario que se ocupa de negociar con los formadores de precios tiene malos modales.
El opositonto considera que es absolutamente natural que compremos tecnología a países cuya industria está más desarrollada que la nuestra, pero califica despectivamente al envío de una misión comercial a Angola para venderles bienes que ellos aún no están en capacidad de producir.
El opositonto no solamente se opone a quienes integran el poder ejecutivo.
También descalifica, con particular enjundia, al poder legislativo, generalmente vociferando que "todos esos que están en el Congreso son una manga de chorros e inútiles". No registra el opositonto que, cada vez con mayor frecuencia, se aprueban allí leyes como por ejemplo la de muerte digna, que, Dios no lo permita, podrían aliviarle a algún familiar, o a él mismo, su tránsito al más allá...
El opositonto se pasó la vida reclamando por la renovación de la política. "Que se vayan esos carcamanes corruptos", decía. "Queremos sangre nueva", exclamaba. Pero cuando ve que jóvenes sub 40 comienzan a ocupar cargos de verdadera relevancia, arranca inmediatamente con la cantinela de la inexperiencia y la irresponsabilidad.
El opositonto tiene pocos matices. Para él todos los funcionarios del gobierno son una manga de chorros. Desde el más encumbrado hasta el último perejil. Por eso, se hace eco de cualquier denuncia sobre corrupción que lee en los diarios, por más disparatada que esta sea, y por más impresentables que sean los denuciantes.
Eso sí: cuando la justicia determina la inocencia de los acusados, siempre tiene a mano el último recurso: "tienen arreglados a todos los jueces"
El opositonto sufre severos ataques de caspa cuando se entera de que algún producto escasea. Pero cuando desde los noticieros le mienten diciéndole que va a faltar nafta el próximo fin de semana largo, deja cualquier actividad que estuviera desarrollando, y parte cual bólido hacia la estación de servicio más próxima para llenar el tanque, aunque tenga previsto usar el auto solamente para ir al supermercado. Eso sí, si mientras hace la interminable cola (lamentablemente hay muchos opositontos que manejan), se le acerca un notero del noticiero que le mintió, se despacha a gusto contra el gobierno por el trastorno que le ocasiona la falta de nafta.
El opositonto es de fijarse mucho en las formas. Para él la presidenta es soberbia, prepotente y distante, porque sólo se dirige a la ciudadanía a través de sus discursos. No registra el opositonto que el que nos terminó de sepultar en la peor crisis de nuestra historia, con varios muertos incluídos, era un señor más bien apocado y balbuceante, y tan cercano al pueblo que hasta iba al programa de Tinelli.
El opositonto cobra su sueldo en pesos, y hace sus compras en pesos. No importa ni exporta mercadería, no tiene previsto viajar al exterior, ni está ahorrando para comprarse un departamento. Pero cae preso de una angustia indescriptible si escucha o lee que aumentó el dólar "blue", el "contado con liqui", o como se llame. Y si llega a recibir un mail de esos que dicen que a fin de mes va a estar a 12 pesos, no duda un instante en reenviárselo a todos sus contactos.
El único ahorro que tiene el opositonto es una platita en un plazo fijo que vence dentro de 90 días. Eso sí: si recibe uno de esos mails que, con la artera intención de generar una corrida bancaria dicen que la semana que viene va a haber un corralito, tampoco duda un instante en reenviárselo a todos sus contactos.
El opositonto viene leyendo desde hace años en Clarín que el INDEC miente descaradamente. Pero cuando el mismo diario publica en tapa: "Confirma el INDEC que la economía se está desacelerando", no lo piensa un instante, y le espeta al que tiene al lado: "¿No te digo? ¡Este país se va al carajo!"
El opositonto dice despectivamente y con sonrisita sobradora: "Je, resulta que ahora le vendemos cosechadoras a Angola". Es difícil saberlo, porque el opositonto no es de andar fundamentando sus dichos, pero me animaría a afirmar que debe pensar que en cambio deberíamos venderle computadoras a Japón, o autos a Alemania. Total, seguro que nos compran.
El opositonto hace años que viene despotricando contra 678, por su parcialidad y su falta de rigor periodístico. Sin embargo los domingos a la noche se babea de placer viendo el programa de Lanata.
El opositonto no tiene campo en la Provincia de Buenos Aires, ni vio un dólar en su vida, pero cuando escucha el ruidito de las cacerolas, sale como loco a opositontear.
Y hay muchos ejemplos más. Seguramente Ud, estimado lector, conoce alguno.
Agustín, Cristina y la vida real: ¿Todo armado? 
