Asì se malgasta la plata del estado, en un àmbito de corrupciòn.
Tarjeta SUBE:
En los documentos oficiales de la licitación, la especialista en transporte integra el equipo de profesionales de GI. Sus antecedentes, sus virtudes y su formación fueron parte de la evaluación realizada por Transporte.
Sin embargo, sus antecedentes -denuncia- fueron fraguados. "Recién me entero que trabajé en la India, en la República Checa y Alemania. Esto es una truchada total", se quejó.
Mientras acomoda sus papeles, Ashley recuerda un diálogo con Chandler. "Cuando discutimos el sueldo, le sugerí ganar 10.000 dólares por mes. «¿No es un poco excesivo?», me respondió. Después, cuando me enteré de los 24.000 dólares me moría de la risa. Esto es de Fellini", repite.
En su último encuentro, en marzo de 2011, el consultor inglés le hizo un pedido y una promesa. Le reclamó una fotocopia apostillada de su pasaporte y le prometió que en 72 horas le mandaría una copia de su contrato. Feliz por el desenlace, Ashley ya buscaba fecha de mudanza. "Desde ese momento, desapareció. Nunca más me respondió una llamada, un e-mail, un mensaje de texto. Nunca supe más nada sobre el proyecto", explica.
Ante las consultas de LA NACION, en GI no se pusieron de acuerdo sobre la situación de Ashley. Primero aseguraron que no la conocían, pero después dijeron que "ya no pertenece a la compañía". Este diario comprobó que actualmente no es empleada de la firma inglesa.
Los salarios de los empleados para supervisar el boleto electrónico representan casi el 70% del contrato de 65 millones de pesos. Sólo para los tres "empleados extranjeros", la suma es superior a los 2,5 millones de dólares.
Chandler, dueño de GI, cobra 40.000 dólares mensuales durante cuatro años como máximo responsable de controlar la tarjeta. Para tal fin, la empresa británica debía emplear -según consta en el contrato- a dos asistentes: Ashley y Steve Beer. La suma de sus haberes alcanzan los 650.000 dólares.
Además de los millonarios sueldos, el Estado contempla casi 500.000 dólares entre los 72 vuelos internacionales y sus respectivos viáticos.
Ashley toma un trago de té y cuenta otra anécdota: "Le dije a Chandler que estaba muy contenta de trabajar en la Argentina con una empresa inglesa porque no eran corruptos. Me miró y me respondió: «No te creas. Los ingleses somos iguales de corruptos que los argentinos, pero lo escondemos mejor»".
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