Mensajepor atrevido » Dom May 13, 2012 2:31 pm
Les envío un fragmento deJ. Krishnamurti sobre los rectos medios de vida.
Veamos ahora qué son los rectos medios de vida.
Hay, evidentemente, ciertas ocupaciones perjudiciales para la sociedad. El ejército es perjudicial para la sociedad porque proyecta y fomenta el asesinato en nombre de la patria. Como sois nacionalistas, aferrados a los gobiernos soberanos, debéis tener fuerzas armadas para proteger vuestra propiedad; y la propiedad es mucho más importante para vosotros que la vida, que la vida de vuestro hijo. Por eso tenéis conscripción; por eso se incita a vuestras escuelas a que tengan instrucción militar. Así, pues, en nombre de vuestra patria estáis destruyendo a vuestros hijos. Vuestro país sois vosotros mismos identificados, es vuestra propia proyección, y, cuando rendís culto a la patria, sacrificáis a vuestros hijos en el culto de vosotros mismos. Es por eso que el ejército ‑que es el instrumento de un gobierno separado y soberano- es un medio impropio de vida. Pero se facilita el ingreso al ejército, y él se convierte en un medio seguro de ganar algo de dinero. Ved, simplemente, este hecho extraordinario en la civilización moderna. El ejército es ciertamente un mal medio de ganarse la vida, porque se basa en la destrucción planeada y calculada; y hasta que vosotros y yo veamos la verdad de esto, no habremos de crear ningún tipo diferente de sociedad.
Análogamente, podéis ver que un empleo en la fuerza policial es un mal medio de vida. No sonriáis ni dejéis de considerar esto. La policía llega a ser un medio de investigar las vidas privadas. No hablamos de la policía como medio de ayudar, de guiar, sino como instrumento del Estado; hablamos de la policía secreta y todo lo demás. Cuando el individuo se convierte en mero instrumento de la sociedad, el individuo no puede estar a solas, carece de libertad, de derechos propios; se ve investigado, controlado, plasmado por el gobierno, o sea por la sociedad. Es obvio que se trata de un mal medio de vida.
Está luego la profesión de abogado. ¿No es ella un medio de vida impropio? Veo que algunos de vosotros sonríen. Sois probablemente abogados, y sabéis mejor que yo en qué se basa ese sistema. En lo fundamental, no superficialmente, él se basa en el mantenimiento de las cosas como están, en las desavenencias, en las disputas, en la confusión, en las reyertas, y fomenta la corrupción y el desorden en nombre del orden.
Está asimismo la profesión del hombre que quiere hacerse rico, del hombre de grandes negocios, del hombre que junta, acumula, almacena dinero mediante la explotación, la crueldad ‑aunque lo haga en nombre de la filantropía o en nombre de la educación.
Es obvio, entonces, que todos esos son medios impropios de vida; y un cambio completo en la estructura social, una revolución de tipo apropiado, sólo es posible cuando empieza por vosotros. La revolución no puede basarse en un ideal ni en un sistema; mas cuando todo esto lo veis como un hecho, quedáis liberados de él y por tanto estáis libres para actuar. Pero, señores vosotros no deseáis actuar; tenéis miedo de ser perturbados, y decís “ya hay bastante confusión; tenga usted a bien no crear más”. Si vosotros no engendráis más confusión, hay otros que lo hacen por vosotros y que utilizan esa confusión como medio de lograr poder político. Lo cierto es que tenéis la responsabilidad, como individuos, de ver la confusión por dentro y por fuera, y de hacer algo al respecto ‑no simplemente aceptarlo y esperar un milagro, una utopía maravillosa creada por otros y en la que podáis entrar sin esfuerzo.