Mensajepor inge » Dom Sep 27, 2015 12:28 pm 
			
			
			
			“Mucho más que cómplices)
Por Gustavo Campana
 El viejo artículo 18 de la Constitución del '53, es muy claro: "Nadie puede ser obligado, a declarar contra sí mismo".
Los padres de la Argentina institucional, determinaron que todo acusado tendrá derecho al silencio, antes que apuntarse.
Pero lo que no aclararon los padres de la organización nacional, es la diferencia abismal que existe entre callar y mentir. Ningún habitante del suelo argentino, puede ser empujado al sincericidio; pero ese derecho no habilita a nadie, a intentar clausurar para siempre la verdad...
Las 14 abstenciones del Pro y sus aliados, cuando el Congreso trató la formación de una Bicameral para determinar a los actores civiles del golpe del '76; salieron en defensa de la cuota de silencio constitucional de la que gozan Mauricio Macri y otros amigos o familiares, para no inculparse.
Laura Alonso, Héctor Baldassi, Eduardo Cáceres, Gladys Gonzáles, Christian Gribaudo, Luciano Laspina, Soledad Martínez, Federico Pinedo, Cornelia Schmidt-Liermann, Federico Sturzenegger, Pablo Tonelli y Alberto Triaca; fueron los fieles más directos, al heredero de Franco.
Guillermo Durand Cornejo, del partido Conservador Popular de Salta y Roberto Pradines, por el Demócrata de Mendoza; fueron los aliados que se sumaron a la soñada fiesta de impunidad.
Y lo hicieron más solos que nunca, porque esta vez hasta los aliados del macrismo en Cambiemos, levantaron la mano acompañando el proyecto.
En ejercicio de la "obediencia debida económica", la derecha votó sin pedir la palabra. Curioso..., porque los fiscales políticos de la patria, los guardianes de la República, los custodios de la ley; los que suelen hacer largas caravanas mediáticas cargados de denuncias..., no tuvieron nada que decir.
Son héroes del presente sin retroactividad, sin jurisdicción en el pasado, para poder operar en 2015 sobre la destrucción del país en un tiempo sin leyes.
"Ese proyecto busca perseguir ciudadanos e interferir en el trabajo de la Justicia", dijo el diputado con apellido de "década infame", Don Federico Pinedo.
En tren de entenderlos, sin justificarlos, aceptar la invitación a investigar, para el macrismo hubiera significa investigarse.
El primer socio del clan, el brigadier Cacciatore, el tipo que convirtió la tonelada de basura en una mina de oro por primera vez en nuestra historia, necesitaba allá por 1979 un contratista con sueños de capitán de la industria, que se ponga al frente de la creación de una empresa monstruo, capaz de recoger la basura porteña.
El Tano que por entonces solo tenía cinco empresitas y que terminó la dictadura con 47, empezó a tomar todos los créditos en dólares que le habilitó su padrino de la Fuerza Aérea.
Cuando en 1981 se fue Martínez de Hoz y terminó la "plata dulce", estalló en la primera crisis bancaria argentina y vinieron las devaluaciones de Lorenzo Sigaut. Fue necesario que apareciera Domingo Cavallo en 1982 y desde el Banco Central, le salvara la vida a Don Franco con la guita nuestra. Los liberales se habían convertido en socialistas y estatizaron la deuda externa privada.
Sin embargo y después de semejante gauchada colectiva, en la actual escala de valores políticos del macrismo, los intereses de la misma población que le salvó el pellejo hace 33 años, ocupan un lugar tan lejano, como minúsculo.
Aquella Argentina modelo '76, necesita del presente para curarse y del futuro para no repetirse. Sin embargo, aquellos que operaron como autores, socios o cómplices de aquel modelo de colonia, pretenden seguir amparados por viejos privilegios. En ese histórico juego de mimetizarse en el paisaje, se integran al juego democrático y los veteranos protagonistas del destino del país, confunden a algunos creando partidos políticos y bautizándose como nuevos, libres de pecados.
Algunos guardan en sus cajas fuertes, tantos verdes como cadáveres y no es cuestión que 39 años después, se grite en el Parlamento, que los de uniforme mataron, para que el plan civil se pueda llevar a cabo.
"Cuando muere el zonzo viejo, queda la zonza preñada" y entonces surgen los herederos directos de la "patria financiera", el terrorismo de Estado y la "patria contratista", a defender lo creen su propiedad exclusiva. Quieren llegar a la Rosada, solo para cobrar la sucesión. Son hijos de los ilícitos, los secuestros, las torturas y los asesinatos, que soñaron y protagonizaron, militares y empresarios, para terminar con la industria nacional, imponer un modelo de renta financiera, hipotecar con endeudamiento externo a varias generaciones, importar todo, desfinanciar el Estado y dejar a miles de trabajadores en la calle.
Cuando "memoria, verdad y justicia", puso la lupa en Ledesma, Mercedes Benz, Ford, Astarsa, Celulosa, Tensa, Acindar, Techint, La Veloz del Norte, Editorial Atlántida, La Nueva provincia y Papel Prensa; sintieron por primera vez en casi cuatro décadas, que la memoria golpeó las puertas del palacio.
Las desapariciones de delegados y las empresas arrancadas en mesas de tortura, volvieron al centro de la escena, después de permanecer ocultas 25 años, detrás de las leyes de perdón. Cuando los tribunales fueron inevitables, los gerentes creyeron que con los autores materiales presos, los actores económicos, los padres intelectuales del golpe, seguirían siendo intocables.
Las reuniones de los civiles golpistas, arrancaron en 1973. Un petit hotel de la calle Azcuénaga 1673, propiedad de Carlos Blaquier, fue el escenario donde se armó el cambio de la matriz económica de la Argentina y se planificó la represión que sería necesaria para lograr ese macabro objetivo.
Martínez de Hoz, Guillermo Walter Klein, Horacio García Belsunce (padre), Mario Cadenas Madariaga, Guillermo Zubarán, Enrique Loncan, Armando Braun y Ricardo Mansueto Zinn, encabezaron aquellos míticos encuentros. Después de la muerte de Perón, la mesa chica la comandó un hombre que fue director de Citroën; abogado de la Standard Oil; socio de Nicanor Costa Méndez, en un estudio de abogados; ex ministro de Justicia, de Levingston y Lanusse y representante en Buenos Aires, de Ortega y Gasset: Don Jaime Perriaux. El creador de la Cámara Federal en lo Penal, el “Camarón” destinado a perseguir a la oposición política, por primera vez bajo la figura de "subversión".
Primero lanzaron políticas de desgaste sobre el gobierno constitucional y finalmente, cuando colocaron a Ricardo Zinn como número dos del equipo de Celestino, fueron los redactores del Rodrigazo para que el país vuele por el aire en 24 horas, en pos de "sincerar los números". El terrorismo económico se apoderó de todos, los que hasta el día anterior vivían en un país de 5 mil millones de dólares de deuda, la desocupación era del 4%, el 47% del PBI era para los trabajadores y el más del 90% de los obreros, estaba registrado y sindicalizado... ¿Quién necesitaba a mediados del '75, una devaluación del 180% y un aumento tarifario del 300%? ¿Ellos o nosotros?
A partir de marzo de 1976, los civiles ocuparon los puestos claves del manejo económico: Martínez de Hoz, presidente del Consejo Empresario Argentino, recibió el Ministerio de Economía; Jorge Zorreguieta hombre de la Rural, quedó a cargo de la Secretaría de Ganadería; Adolfo Diz ex director ejecutivo del FMI, se hizo cargo del Banco Central, en representación de la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino y Guillermo Walter Klein, de la Cámara Argentina de Comercio, fue secretario de Programación y Coordinación Económica.
Hace un rato largo que pusimos las cosas en su lugar, que dejamos de indultar desde el lenguaje simbólico, a empresarios, jueces, burocratas sindicales, curas, banqueros, intendentes "procesistas", embajadores y representantes de corporaciones agropecuarias. Ya no hablamos de "dictadura militar".
Y casi sin pensarlo, el acto de justicia vino completo, porque el componente civil de aquel matrimonio en el armado de la frase, hoy es la locomotora que tracciona. Ahora las cosas están en su lugar y sentenciamos respetando las jerarquías, que el 24 de marzo de 1976, se instaló en el poder una "dictadura cívico-militar".
El viejo artículo 18 de la Constitución, es muy claro: "Nadie puede ser obligado, a declarar contra sí mismo". Macri tampoco...