El mito del "Viento de Cola "
Cuando se analizan los números con minuciosidad ,contrastando los modelos , uno productivo y el otro especulativo financiero , no hay relato que resista a la verdad .
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15 de julio de 2018
INFORME ESPECIAL: El viento de cola K vs. el viento de cola M
Huracán de dólares
Una de las letanías antikirchneristas más obstinadas señala que los logros de sus gobiernos son resultado del “viento de cola”. Según esa teoría, cualquier gobernante que hubiera gozado del aumento de los precios de los commodities agrícolas habría conseguido mucho más. El abismo respecto del dinamismo provocado en el mercado laboral entre un modelo productivo (K) y uno de estímulo a la especulación financiera (M), bajo condiciones externas cuantitativamente comparables, revela que no hay magia ni fenómenos climáticos tan determinantes. En esencia, son las políticas las que permiten hacer la diferencia.
Por Sebastián Fernández y Mariano Kestelboim
Vientos
Es un argumento que considera que la bonanza se extendió durante 12 años y medio, lo que requiere obviar la crisis financiera internacional de 2008/09, la mayor desde la Gran Depresión de 1929. Es un ejercicio difícil aún para los estándares generosos de analistas conservadores, sobre todo después de observar que el impacto local de la reciente suba de la tasa de Estados Unidos y del aumento del precio del petróleo fue, por lejos, el más dañino entre las economías “emergentes”.
Los “vientos de frente” existieron, pero sus resultados no fueron tan devastadores como en otras épocas, ya que se administraron de forma diferente. Sin ir más lejos, mientras el Efecto Tequila provocó una suba del desempleo de 12,1 al 16,6 por ciento, sin que la Convertibilidad lo pudiera revertir, el colapso global que siguió a la caída de Lehman Brothers a fines de 2008, incrementó dicho índice en 1,1 puntos porcentuales (de 7,3 al 8,4 por ciento) y se recuperó en sólo un año.
Más allá de la facilidad con la que se puede refutar un análisis monocausal como el de la teoría del “viento de cola”, más relacionado con la consolidación de certezas y la pereza mental que con un análisis riguroso, es interesante hacer un cálculo de la magnitud de dicha bonanza. Es decir, transformar una fantasía en “dato duro”, para retomar una expresión que suele generar un inmediato respeto. Y complementar el análisis evaluando también cuantitativamente su impacto.
Decidimos hacerlo en base a la generación de puestos de trabajo de cada modelo y, para evitar focos de conflicto discursivos, en sintonía con los preconceptos del análisis conservador que denosta el empleo público, contabilizamos lo creado en cada etapa sólo en la esfera privada. Computamos exclusivamente los puestos de trabajo asalariados, descartando el monotributismo en sus variadas expresiones, para poder enfocarnos en empleos registrados de calidad, aquellos que garantizan todos los derechos de la clase trabajadora.
¿Qué significó concretamente el “viento de cola”? Calcularlo permite, además de evaporar fantasías, poder compararlo con los vientos de otros gobiernos, debido a que, pese al persistente olvido de economistas conservadores, los gobiernos K no fueron los únicos en contar con recursos extraordinarios. El de Menem, por ejemplo, fue originado por la venta masiva de activos públicos y el fluido acceso a crédito internacional.
El viento de los dos años y medio de gobierno de Cambiemos fue obtenido en especial a través de un nuevo ciclo de endeudamiento externo. En todos los casos, si bien fue por distintos motivos, implicó un ingreso transitorio y excepcional de capitales externos.
La entrada extraordinaria de divisas durante el kirchnerismo, como consecuencia de la fuerte suba de los precios internacionales de los productos primarios de exportación (cereales y oleaginosas), contribuyó a transitar un proceso de crecimiento e inclusión social inédito en nuestro país. ¿El pivote central de esa dinámica fue ese maná del cielo o lo fueron las políticas adoptadas a partir de esa coyuntura? La comparación de la magnitud de los flujos de fondos del exterior que ingresaron entre 2003 y 2015 y entre 2016 y junio de 2018 y sus resultados pueden darnos una pista.
Entre otros indicadores de impacto, uno muy relevante para poder evaluar la eficacia entre los modelos empleados es, como adelantamos, la creación de empleos asalariados privados. Insistimos en estos asalariados, dado que queremos debatir sobre las premisas de economistas conservadores que desechan la creación de empleo público como simple costo y no como el necesario incremento de RRHH dentro de una administración pública que también extiende los servicios indispensables ofrecidos a la ciudadanía y a la producción.
Dólares
Los datos referidos a ingresos de capitales por circunstancias excepcionales no permiten verificar ese discurso. Las mayores exportaciones primarias (computando el ingreso de dólares de los complejos cerealeros y oleaginosos) del período 2003-2015, en relación al período inmediatamente anterior con información disponible (1996-2002), implicaron que ingresaran 174.165 millones de dólares extraordinarios por ventas de esos productos primaros al exterior. En consecuencia, el promedio anual de ingreso de divisas por “viento de cola” fue de 13.397 millones de dólares, una suma similar a lo que el ex presidente del Banco Central Federico Sturzenegger evaporó entre marzo y junio para tratar, sin éxito, de contener la corrida cambiaria.
Ese “viento de cola”, en relación al acceso de dólares vía deuda externa (según el último informe del Indec de Balanza de Pagos), entre diciembre de 2015 y marzo de 2018 (último dato disponible), fue en realidad una brisa. En esos dos años y cuatro meses, el gobierno incrementó el pasivo externo en 86.329 millones de dólares. Nunca había crecido tanto en tan poco tiempo, ni siquiera en la última dictadura, midiendo aquel endeudamiento a valores actuales. Eso significa que, durante el macrismo, antes de tener que pedirle auxilio al FMI, ingresaron 36.998 millones de dólares excepcionales por año. La cifra contempla que, apenas Cambiemos tomó el poder, realizó el pago de contado a los fondos buitre (9300 millones de dólares). Más allá del antecedente nefasto para otras reestructuraciones de deuda a nivel internacional, la cancelación suponía un componente básico para acceder a la “lluvia de inversiones” tan inminente como esquiva.
Por otro lado, si bien el “viento de cola” por la suba de los precios de exportación en el macrismo no fue tan potente como los mejores años del kirchnerismo, el ingreso promedio de dólares por los complejos cerealeros y oleaginosos no fue para nada despreciable. De hecho, la entrada extraordinaria anual de dólares por esas exportaciones fue considerablemente mayor que en el periodo kirchnerista. En 2016 y 2017, en relación a la media de la etapa previa al “viento de cola” con información disponible (1996/2002), ingresaron 38.302 millones de dólares adicionales. Por lo tanto, tuvieron un registro anual promedio extraordinario de 19.120 millones de dólares; esta cifra fue un 43 por ciento superior que la que tuvo el gobierno anterior.
En suma, entre los dólares introducidos por deuda y por las mayores exportaciones primarias, el macrismo acumuló ingresos extraordinarios por 56.118 millones anuales. El kirchnerismo, por su parte, como vimos, por “viento de cola” tuvo un ingreso de 13.397 millones de dólares anuales y, en cuanto a la deuda externa de su período de gobierno, se redujo en 10.677 millones de dólares, a la vez que disminuyó fuertemente el cociente Deuda/PBI por el crecimiento logrado. Por lo tanto, tuvo un ingreso extraordinario anual neto de desendeudamiento de 12.543 millones de dólares.
Es decir que el macrismo tuvo ingresos de capitales no habituales para la economía nacional por año de más de cuatro veces que los que recibió el kirchnerismo.
Resultados
En términos de rendimiento de ambos modelos en la generación de empleo asalariado privado, el esquema kirchnerista fue 84 veces más potente, dado que, por año, con un “viento de cola” de 12.544 millones de dólares consiguió generar 235.319 empleos en el sector privado en relación de dependencia y, en el modelo M, con 56.149 millones de dólares, apenas se generaron 12.579 empleos anuales. En definitiva, en el modelo K por cada 53.306 dólares de “viento de cola”, originó un empleo asalariado privado, mientras que la relación en el modelo M fue de 4.461.256 dólares de “viento de cola” por cada empleo creado.
El abismo respecto al dinamismo provocado en el mercado laboral entre un modelo productivo y uno de estímulo a la especulación financiera, bajo condiciones externas cuantitativamente comparables, revela que no hay magia ni fenómenos climáticos tan determinantes. En esencia, son las políticas las que permiten hacer la diferencia