Miráaaaa, Cebolla se adapta justo a Maléfica y su mafia. Discépolo era un vidente, sabía que algún día iba a llegar, ahora es Vice Presidente. Qué ispa, es de locos.
Chorra
Enrique Santos Discépolo
Mirá como termina:
¡chorros!
Vos, tu vieja y tu papá,
¡guarda!
Cuidensé porque anda suelta,
Si los cacha los da vuelta,
No les da tiempo a rajar.
¡lo que más bronca me da,
Es haber estao tan gil!
El comienzo.
Chorra
Enrique Santos Discépolo
Por ser bueno,
Me pusiste a la miseria,
Me dejaste en la palmera,
Me afanaste hasta el color.
En seis meses
Me comiste el mercadito,
La casiya de la feria,
La ganchera, el mostrador...
¡chorra!...
Me robaste hasta el amor...
Ahura,
Tanto me asusta una mina,
Que si en la calle me afila
Me pongo al lao del botón.
¡lo que más bronca me da,
Es haber sido tan gil!
Si hace un mes me desayuno
Con lo qu' he sabido ayer,
No er'a mí que me cachaban
Tus rebusques de mujer...
Hoy me entero que tu mama
"noble viuda de un guerrero",
¡es la chorra de más fama
Que ha pisao la treinta y tres!
Y he sabido que el "guerrero"
Que murió lleno de honor,
Ni murió ni fue guerrero
Como m'engrupiste vos.
¡está en cana prontuariado
Como agente 'e la camorra,
Profesor de cachiporra,
Malandrín y estafador!
Entre todos
Me pelaron con la cero,
Tu silueta fue el anzuelo
Donde yo me fui a ensartar.
Se tragaron
Vos, "la viuda" y "el guerrero"
Lo que me costó diez años
De paciencia y de yugar...
¡chorros!
Vos, tu vieja y tu papá,
¡guarda!
Cuidensé porque anda suelta,
Si los cacha los da vuelta,
No les da tiempo a rajar.
¡lo que más bronca me da,
Es haber estao tan gil!
Shibuya escribió: ↑
De chiquilín te miraba de afuera
Como a esas cosas que nunca se alcanzan...
La ñata contra el vidrio
En un azul de frío,
Que solo fue después viviendo
Igual al mío...
Como una escuela de todas las cosas,
Ya de muchacho me diste entre asombros
El cigarrillo,
La fe en mis sueños
y una esperanza de amor...
¿Cómo olvidarte en esta queja,
Cafetín de Buenos Aires,
Si sos lo único en la vida
Que se pareció a mi vieja?
En tu mezcla milagrosa
De sabihondos y suicidas,
Yo aprendí filosofía, dados, timba
y la poesía cruel
De no pensar más en mí...
Me diste en oro un puñado de amigos,
Que son los mismos que alientan mis horas:
José, el de la quimera;
Marcial, que aún cree y espera;
y el flaco Abel, que se nos fue,
Pero aún me guía...
Sobre tus mesas que nunca preguntan
Lloré una tarde el primer desengaño;
Nací a las penas,
Bebí mis años
y me entregué sin luchar..