Mensajepor quique43 » Vie Mar 24, 2017 2:17 pm
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Viernes 24 de Marzo de 2017
Cómo se pasó de granero del mundo a la implosión económica
El economista analiza los motivos por los que la Argentina dejó de ser un país desarrollado y una de las diez naciones con mayor ingreso per cápita.
Acusa a los "empresarios prebendarios", a "los sindicalistas monárquicos" y a "la corporación política corrupta".
por JOSÉ LUIS ESPERT SU LIBRO. LA ARGENTINA DEVORADA
La Argentina debería ser un país desarrollado, pero no lo es. ¿Por qué? Porque tres corporaciones se la fuman en pipa. Hablo de los empresarios prebendarios que le venden a la gente, a precio de oro, lo que afuera se consigue por monedas. Hablo de los que ruegan por más obra pública porque al parecer en la Argentina, sin el dinero de los contribuyentes, no se construye ni un nicho de cementerio. Hablo de los sindicatos, que dicen defender los derechos de los trabajadores y que se comportan como "empresas"; digo empresas entre comillas, porque los sindicalistas, aunque ganan sumas incalculables, no invierten un peso de sus bolsillos y no asumen el menor riesgo. Y hablo, en fin, de los políticos, que con el canto -o para estar a tono con el pasado reciente, con el relato- de la "mejora distributiva", le sustraen a cada trabajador, a través de los impuestos, el equivalente a la mitad de un año de trabajo. La Argentina no vive con estas corporaciones: vive para ellas. Por eso no es un país desarrollado.
No es un secreto. Empresarios amanuenses que luego de doce años de hacer negocios con y gracias al kirchnerismo, como los vinculados a la obra pública, o representantes de los sectores industriales más proteccionistas, reconocieron públicamente ante la prensa su esencia corrupta y extorsionadora, aunque más tarde, ante la Justicia, hayan relativizado sus dichos.
El sistema no es sólo inviable económicamente, sino también homicida. Nuestros sindicalistas constituyen verdaderas monarquías hereditarias: son reelegidos en sus cargos de manera permanente y reemplazados por sus propios hijos sólo una vez que mueren o renuncian. Algunos de ellos han terminado presos por integrar asociaciones ilícitas: fue el caso de Juan José Zanola, del gremio bancario, o José Pedraza, ex líder de la Unión Ferroviaria, preso todavía por haber sido partícipe necesario del asesinato del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra.
La función de los políticos se ha desnaturalizado por completo. De tener que trabajar sólo para brindar los bienes públicos básicos necesarios como justicia, seguridad, diplomacia, salud y educación básicas, se han transformado en una verdadera corporación. Como toda corporación, primero se defiende a sí misma con uñas y dientes; este reflejo corporativo es especialmente notorio (y obsceno) cuando se trata de tapar sus propios escándalos de corrupción. Recién después, para beneficio de la tribuna, simulan pelearse por el voto de la gente. Son, por regla general, corruptos y transas como los peores elementos de la sociedad.
(...) Estábamos entre los diez países con mayor ingreso per cápita hace cien años. Fuimos el granero del mundo. Recibíamos corrientes migratorias de toda Europa. Supimos ser el faro cultural de América Latina. Aquí se imprimían los libros importantes de habla hispana para todo el mundo. Fuimos el primer país de América Latina en lograr la alfabetización, el subte. De los primeros de la región en tener el ferrocarril esparcido por toda la geografía de nuestro país.
Hoy nuestro ingreso per cápita languidece en la mitad inferior de la tabla. Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial se decía que podíamos ser Australia. Hoy Australia tiene un ingreso per cápita casi cinco veces superior al nuestro. A mediados de los '90 competíamos con Brasil por el liderazgo de América del Sur. Hoy Brasil se sienta como invitado a las reuniones del poderoso G-7 mientras Argentina lucha por no perder su posición de preeminencia respecto de Colombia, Perú, Ecuador o Bolivia. Chile ya tiene un ingreso per cápita superior al nuestro, cuando en 1945 lo duplicábamos. ¿Qué nos pasó para que sufriéramos esta auténtica implosión económica? (...)