Mensajepor SMC » Mar May 05, 2015 4:49 pm
Seguramente ya trataron este tema en el foro dada la participación de mediterráneos, pero la prudencia en cuanto a mi salud me sugiere leer lo menos posible al respecto por lo que trataré de ser breve para exponer mi punto de vista al respecto:
El finde "La Ley y el Orden" hizo en "La Isla" una serie de operativos con diversos resultados, que están siendo severamente cuestionados por organismos de DDHH, partidos de izquierda, y los voluntariosos de siempre -a ver si pescan algo-. No son santos de mi devoción -ninguno de los mencionados por cierto-, pero cuando "la gorra" actúa PREVINIENDO como indica el sentido común, de más está objetarlo.
A mi humilde entender, fundado en reciente experiencia sociológica, el resentimiento es el origen de la violencia urbana: (el 25/3 cuando volvíamos de trabajar 48 horas ininterrumpidas, al intentar ingresar a nuestro templo recibimos invitados que por tarjeta portaban esos caños que vomitan fuego y separan los hombres de los cobardes. Amén de las amenazas, humillaciones, golpes y profanaciones varias, tuvimos que soportar el que dichos jóvenes -3 nenes y una señorita!-contabilizaran con precisión quirúrgica los bienes y servicios con los que contábamos (y ya no...) y efectuaran comparaciones odiosas con los de ellos, culpándonos hasta el insulto por sus carencias, cuando su principal derecho era gratis e imprescriptible: que les desdibujen el traste a patadas a su debido tiempo y forma y les enseñen a trabajar gratis por los demás como todos lo hemos hecho alguna vez y algunos de puro zonzos que somos todavía seguimos insistiendo)
Entonces, estimados defensores del pobrismo, tengan a bien considerar mi humilde aporte: no los victimicen, no alimenten el resentimiento que como toda energía negativa rebota y Dios sabe dónde va a parar, aunque como está escrito siempre dañará más al más débil.
Una sociedad más equitativa e igualitaria parte de un deseo, de una comunión de almas en un destino común, no puede ser impuesta. Es el resultado natural de un proceso que tiene que nacer en la aceptación y el respeto del distinto, no en su eliminación por decreto.
Ya que el perverso sistema económico global en el que vivimos se sostiene sobre la hipótesis primera de necesidades ficticias ilimitadas sobre recursos limitados y asignados por el poder, la igualdad absoluta puede ser como la misión en las empresas: un lindo cuadrito, mientras tanto el objeto será administrar la desigualdad, en un marco de restricciones crecientes. Lo demás es poesía.