Mensajepor el gringo » Lun Ene 12, 2015 9:11 am
Un mundo endeudado
Financial Times
La crisis financiera global dejó a muchos países desarrollados y en desarrollo con grandes deudas, y con programas de austeridad que muchas veces complican el crecimiento. Pero los legisladores tienen formas de ayudar a reparar el daño
por Robin Wigglesworth
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Cuando Jorge Grave se recibió de profesor de educación física en la Universidad Técnica de Lisboa, su futuro parecía prometedor. Pero luego se desató la crisis de la eurozona y la economía de Portugal cayó en picada.
Para ahorrar dinero durante el consiguiente período de austeridad, las clases en escuelas aumentaron y las horas de Grave como profesor de educación física en su Setúbal natal se redujeron a solo un día. Como no podía sobrevivir con esa miseria de plata, se vio obligado a renunciar y establecer una empresa de personal trainers, mientras que muchos de sus anteriores colegas siguen subsistiendo a duras penas dando clases... o directamente dejaron la actividad docente.
"No puedo quejarme, tengo amigos con los que trabajé que no tienen nada", dice. "La mayoría de ellos solo trabajan entre cinco y diez horas por semana, esto no basta para formar una familia o siquiera dejar la casa de los padres."
Portugal logró salir de su programa de rescate el año pasado, pero las cicatrices económicas de la crisis todavía están en carne viva. La famosa relación deuda/producto bruto interno se mantiene en casi 130%, unas de las tasas más altas del mundo. Si bien los costos de financiación han caído, el país ahora gasta más dinero para cancelar sus deudas que en su presupuesto de educación completo, lo cual afecta seriamente a profesores como Grave.
El gobierno hizo un gran esfuerzo por recuperar su credibilidad ante los inversores, pero a algunos economistas les preocupa que las deudas del país se mantengan en niveles insosteniblemente altos. La causa de Portugal es un claro ejemplo de un antiguo misterio de la economía: ¿cuándo se considera que un país está en quiebra? ¿En qué momento las deudas públicas se tornan muy altas y no pueden asumirse?
A diferencia de las empresas, no hay una respuesta clara para los países. Sin embargo, la pregunta nunca ha sido más apremiante que ahora, en estados de Ucrania a Venezuela, de Jamaica a Ghana y también en Europa, donde algunos países siguen trabajando bajo enormes cargas de deuda, aun cuando la crisis cede.
A pesar de la reestructuración más grande de la historia de 2012, las deudas de Grecia se mantienen en un 174% del PBI, algo que ayudó al partido de izquierda radical Syriza a subir en las encuestas con un discurso de "condonación de deuda" por parte de los prestamistas del país antes de las elecciones que se llevarán a cabo este mes.
"Claramente muchos países de la eurozona están en umbrales de peligro o cerca de ellos", sostiene Peter Doyle, exfuncionario del FMI que se fue disconforme ante el manejo de la crisis de 2012. "Hay un problema de deuda fundamental que sigue sin resolverse."
Junto con el FMI, el Financial Times diseño una herramienta online interactiva basada en el modelo económico del fondo que calcula la trayectoria de deuda de un país y cómo se ve afectada por una serie de factores tales como crecimiento económico, costos de financiación y austeridad pública. Las suposiciones pueden afinarse para ver cómo pueden controlarse o aumentar las deudas. Pero no puede determinar exactamente cuándo un país está en quiebra.
Walter Wriston, expresidente de Citigroup, una vez dijo "los países no quiebran". En cierta forma, el banquero tenía razón, los países no dejan su actividad y desaparecen como las empresas. De todos modos, la historia está colmada de ejemplos de gobiernos que directa o indirectamente incumplen sus deudas.
Los economistas Michael Tomz y Mark Wright estudiaron la historia de 176 países de 1820 a 2013, y contaron 248 defaults de deuda externa de 107 países. Si bien algunos países cayeron en quiebra más de una vez, otros países tienen un historial intachable. Como Adam Smith escribió en La riqueza de las naciones en 1776: "Cuando las deudas nacionales se han acumulado a un cierto nivel, entonces, creo que hay solo instancia en que pueden pagarse justa y completamente".
Hay motivos para temer que la observación de Smith siga siendo cierta. Las deudas públicas brutas de países desarrollados son en promedio de 108% del PBI, conforme a último Informe de Ginebra escrito por un panel de economistas senior.
Casi nadie invierte más tiempo escudriñando los libros contables de gobiernos y calculando su sostenibilidad que el personal del FMI. Pero hasta sus expertos admiten que es, en el mejor de los casos, una ciencia imperfecta. Trabajan conforme a una regla general de que los países desarrollados deberían intentar mantener sus deudas por debajo del 85% del PBI, mientras que los países en desarrollo deberían apuntar a mantenerse debajo del 70%.
Esto está corroborado en un amplio corpus de investigación académica. En Esta vez es distinto, el relato de la lamentable confianza de la humanidad en el pensamiento de que las crisis financieras son cosa del pasado, los profesores Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff calcularon que la relación promedio deuda externa/PBI de países que cayeron en default entre 1970 y 2008 era de tan solo 69,3%.
Esta relación no incluye deudas internas. Estas dejaron de ser tan problemáticas ya que los gobiernos pueden simplemente imprimir los billetes que precisan para cancelar estas deudas, lo cual suele llevar a inflación, pero no a un default directo y "severo".
Vías de escape
Aun sin devaluar la moneda, las deudas internas suelen ser menos susceptibles a las crisis, ya que los ahorristas e inversores nacionales prefieren financiar a su gobierno en vez de a inversores extranjeros en tiempos difíciles. En situaciones extremas, a los ahorristas e inversores nacionales se los puede engatusar u obligar a hacer esto mediante reglamentaciones, un fenómeno conocido como "represión financiera". El gran caudal de ahorros nacionales es una de las razones por las que países desarrollados como Japón pueden tener una carga de deuda mayor que países en desarrollo y no desplomarse.
De este modo, el modelo interactivo del FT-FMI para calcular la sostenibilidad de una deuda permite a los usuarios afinar la mezcla de deudas internas y externas para ver en qué medida puedan afectar la vulnerabilidad de un país, así como el crecimiento, las tasas de interés, las sacudidas de las monedas, el saldo presupuestario primario y los costos de financiación. Sin embargo, estas cifras son solo una guía para determinar en qué momento los países coquetean con el desastre, afirma Reza Baqir, jefe de la división de deuda del FMI.
"Un elemento clase para evaluar la sostenibilidad no es solo el nivel de deuda, sino también la estructura de la deuda", sostiene. "Podría darse una situación en la que el nivel de deuda per se no parezca muy elevado, pero que la mayor parte de la deuda sea a corto plazo y deba cancelarse en un período difícil, lo cual podría conllevar un riesgo importante."
Además, la historia ha demostrado que concentrarse solo en las deudas públicas puede ser engañoso. Simbólicamente, las deudas privadas tienen un terrible modo de convertirse en deudas públicas durante crisis severas...especialmente cuando los sectores bancarios desmedidos implosionan y los gobiernos se sienten obligados a sacarlos del apuro, como ocurrió con Irlanda y España en la crisis de la eurozona.
Algunos economistas temen que los próximos ejemplos nocivos de este fenómeno puedan surgir en el mundo en desarrollo. Si bien el último Informe de Ginebra estima que las economías emergentes sólo tienen una relación promedio deuda pública bruta/PBI de 48%, al sumarse el sector privado, el total asciende a 151% -incluso excluyendo las deudas de sus bancos- y aumenta con rapidez.
Espectro de incumplimiento
La cesación de pagos es casi siempre una decisión política. Algunos países pueden y están dispuestos a imponer verosímilmente recortes de gastos draconianos y aumentos impositivos para pagar sus deudas, sin importar el impacto en la economía, mientras que otros prefieren entrar en default ni bien recrudece la crisis.
Es posible que la decisión tenga poco sentido convencional. La determinación de Nicolae Ceausescu de pagar la totalidad y en tiempo y forma de los u$s 9.000 millones adeudados por Bucarest a los bancos extranjeros en la década de 1980 obligó a muchos rumanos a pasar inviernos con poco o nada de calefacción, y a las fábricas a realizar cierres parciales para ahorrar electricidad. Del otro lado del espectro, Ecuador tomó la polémica decisión de declarar que algunas de sus deudas externas eran "ilegítimas" y entró en cesación de pagos en 2008, a pesar de la ausencia de tensiones severas.
El profesor Rogoff sostiene que es probable que haya puntos de "equilibrios múltiples" para los niveles de deuda peligrosos. "En el modelo canónico, si los fundamentos de un país son suficientemente fuertes, no hay riesgo de crisis de deuda, y si los fundamentos son suficientemente débiles, hay plena seguridad de que tal crisis ocurra", afirma. "Pero en el medio hay una extensa zona gris en la que un país es vulnerable a crisis, aunque estas nunca sucedan."
El crecimiento no ocurre por arte de magia, y suele ser obstinadamente difícil de alcanzar cuando más se lo necesita. Sin embargo, algunos países han logrado soluciones casi imposibles.
Turquía, por ejemplo, parecía condenado al default en la década de 2000. Todas las luces de advertencia del FMI parpadeaban en rojo, y hubo un momento en 2001 en que una subasta de deuda dio como resultado un costo de interés anual de 130%, recuerda Kemal Dervis, el entonces ministro de Economía. "No se la pasa nada bien en momentos como esos", sostiene.
Gracias a un trabajo ágil de Dervis, un rescate masivo del FMI y una oleada de reformas previamente estancadas, Ankara logró salir del borde del abismo. En pocos años, la economía recuperó su empuje y se embarcó en un largo período de expansión. Pero el exministro, actualmente en la Brookings Institution, admite que la economía mundial boyante de principios de la década del 2000 fue una gran bendición para la recuperación de Turquía, un estímulo con el que pocos países pueden contar hoy en día, especialmente en la eurozona.
A pesar de la caída de los costos de financiación, las deudas de países como Grecia, Portugal, España e Italia siguen aumentando, y la carga de dicha deuda sigue comiéndose cada vez más ingresos a costa de los servicios públicos.