Foto: Archivo particular
La poderosa empresa estatal de petróleos Petrobras, que fue el orgullo de Brasil durante décadas, hoy lo avergüenza.
Hasta hace menos de un año Petrobras era la orgullosa estatal que comandaba la mayor reserva de petróleo descubierta en las profundidades del Océano Atlántico, y que podrá convertir a Brasil en la Arabia Saudita de América del Sur, pero en la actualidad la estatal brasileña es el más indignante ejemplo de corrupción, que salpica, entre otros, a directivos, altos ejecutivos, partidos políticos, gobernadores, parlamentarios y a reconocidas empresas inversionistas.
La petrolera brasileña montó, junto con firmas de inversionistas, un multimillonario esquema de corrupción que desangraba a la estatal.
De momento, más de 30 altos ejecutivos fueron detenidos y están salpicadas con el escándalo firmas de inversionistas como las reconocidas Odebrecht, Mendes Junior, OAS ingeniería, Galvao Ingeniería, Camargo Correa y personajes como el expresidente y senador Fernando Collor de Melo y la ex gobernadora Roseana Sarney, hija del expresidentes José Sarney, entre otros.
El escándalo también le está quitando fuerza y puntos a la presidenta Dilma Rousseff, que asumirá el primero de enero su segundo mandato. Tiene también en la cuerda floja a la actual directora de la Petrobras, María das Graças Foster, su amiga personal y cuya cabeza piden infinidad de sectores, entre ellos el procurador general de la república, Rodrigo Janot.
Hasta el 11 de diciembre habían sido formalmente acusadas 36 personas vinculadas con 154 episodios de corrupción y a 105 casos de lavado de dinero y la lista de detenidos, acusados y procesados seguía aumentando.
Las autoridades están utilizando un instrumento jurídico nuevo: la “colaboración premiada”, que ofrece beneficios a los que den detalles precisos y nombres propios de los que conformaban la monumental red de corrupción estatal estimada en 3.700 millones de dólares.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Los primeros en prender el ventilador fueron el exdirector de la Petrobras, Paulo Roberto Costa y el cambista Alberto Youssef, quienes por su delación permitieron otras capturas importantes y se beneficiaron con una reducción de penas. De ahí en adelante nuevos nombres y empresas se agregan a la lista de los que integraban esta red de corrupción gubernamental, que fue accidentalmente descubierta en marzo por la Policía Federal cuando investigaba las actividades del cambista Youssef.
La firma inversionista Camargo Correa ya habría aceptado pagar una multa millonaria y firmar una confesión, mientras que la alternativa era considerada por las otras empresas involucradas, de acuerdo con la prensa brasileña.
“Es el mayor y más complejo caso que hemos tenido que enfrentar hasta hoy”, asegura Rodrigo Janot, el procurador general de la república pero admite que solo es la punta de un gran Iceberg. “Se han hecho otras denuncias en las que ya empezamos a trabajar”, revela.
Frente a un escenario tan desastroso en la gestión de la Petrobras, “lo que espera la sociedad brasileña es la más completa y profunda investigación sobre los delitos cometidos, con el castigo de todos los involucrados”, dijo Janot en un acto conmemorativo del día mundial de combate a la corrupción en Brasilia el pasado 9 de diciembre, donde pidió la cabeza de la cúpula de la Petrobras.
Lo peor de todo es que desde hacía años la exejecutiva de la Petrobras, Venina Velosa, venía alertando a sus superiores sobre facturas infladas en la división de refinerías, que dirigió Paulo Roberto Costa entre el 2004 y el 2012. Nadie le prestó atención ni tampoco hubo ningún tipo de investigación, según declaraciones de Velosa al periódico Valor, donde también aseguró que otros altos personajes como la actual directora de la Petrobras, María das Graças Foster, también tenían conocimiento de las irregularidades.
La directora de Petrobras no negó las afirmaciones de Velosa pero dijo que ella no presentó sus preocupaciones para que se abriera una investigación interna y que “extrañamente” guardó la correspondencia durante cinco años antes de hacerla pública después de que fue penalizada con otros 10 ejecutivos por sobrecostos en la construcción de una refinería en el nordeste de Brasil.
IMPACTO GLOBAL
El escándalo no solo tiene indignados a los accionistas minoritarios de Petrobras en Brasil, sino a un creciente número de extranjeros. Las autoridades norteamericanas ya iniciaron investigaciones sobre el asunto, pues hay acciones de la Petrobras que fueron negociadas en la Bolsa de Nueva York.
Además casi una decena de firmas de abogados de EE. UU. admitieron que comenzaron acciones colectivas contra la estatal brasileña por las pérdidas millonarias sufridas por sus clientes en las inversiones que hicieron en la firma.
El gobierno de Dilma no tiene control sobre las investigaciones más graves contra la Petrobras, que se realizan en EE. UU. y que podrán resultar en el pago de multas multimillonarias
Las acciones de Petrobras perdieron un tercio de su valor en menos de un mes, el importante fondo de pensiones de la empresa también fue golpeado con severidad y se prevé que el gobierno se verá obligado a intervenir para remediar el gran agujero en el financiamiento que dejará este escándalo, que, si los precios del crudo siguen cayendo, también amenaza la exploración de muchos pozos en el llamado ‘Pre-sal’, la capa de sal petrificada de 800 kilómetros de largo por 200 de ancho, localizada en las proximidades de las costas de los estados de Río de Janeiro y Sao Paulo, en el sureste del país, donde Brasil encontró hace poco más de cinco años un monumental yacimiento calculado en unos 50 mil millones de barriles.
En octubre, Moody’s, la agencia de clasificación de crédito, le bajo la nota la Petrobras al mencionar la gran deuda de la empresa y sus abultados compromisos en gastos de capital. Tal vez porque necesita reconsiderar cifras y el volumen de los daños ocasionados hasta el momento por este escándalo, la Petrobras no había divulgado hasta el 18 de diciembre los resultados financieros del tercer semestre del año, que atrasó dos veces y que debió presentar el pasado 14 de noviembre.
Pero Petrobras no es la única estatal en problemas, “El futuro de muchas de sus abastecedoras, con cerca de 220 mil empresas, también es objeto de dudas. Hasta los bancos, controlados por el Estado, se muestran cada vez más esquivos en concederles préstamos. Con tantas empresas inversionistas paralizadas, el destino de 871 mil millones de reales en proyectos de infraestructura es incierto, incluso a aquellos vinculados con las Olimpiadas de 2016”, dice The Economist.
El barril de petróleo, por lo tanto, se convirtió en uno de pólvora que podría explotar en cualquier momento. La situación es muy delicada y el nuevo gobierno de Dilma Roussef se instalará en enero en ese clima.
Gloria Helena Rey
Sao Paulo, Brasil
asi estamos hoy
