Para estos foristas tan optimistas, alegres y cálidos y que avizoran un gran futuro para la Argentina, les dejo este poema de José de Espronceda, intitulado "Desesperación":
Me gusta ver el cielo
con negros nubarrones
y oír los alquilones
horrísonos bramar;
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas,
y solo las centellas
la tierra iluminar.
Me agrada un cementerio..
de muertos bien relleno,
manando sangre y cielo
que impida el respirar,
y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar.
Me gusta ver la bomba
caer mansa del cielo
inmóvil en el suelo
sin mecha al parecer;
y luego embravecida
que estalle y que se agite
y en rayos mil vomite
la muerte por doquier.
Que el trueno me despierte
con su ronco estampido.
y al mundo adormecido
lo haga estremecer;
rayos a cada instante
danzando en el sin cuento,
y hundirse el firmamento
me agradaría ver.
La llama de un incendio
que corra devorando,
escombros apilando,
deseo yo encender;
tostarse allí un anciano
volverse todo tea,
y oír como vocea...
¡Qué gusto! ¡Que placer!
Me gusta una campiña
de nieve tapizada
de flores despojada,
sin fruto, sin verdor,
sin pájaros que canten,
y sin sol que la alumbre,
y solo vislumbre
la muerte derredor.
Allá en sombrío monte,
solar desmantelado
me place en sumo agrado
la luna reflejar;
moverse las veletas
un áspero chirrido,
igual al alarido
que anuncia el expirar
Me gusta que al Averno
lleven a los mortales
y allí todos los males
le haga padecer;
les abran las entrañas
les rasguen los tendones,
rompan los corazones
sin de ayes caso hacer.
Insólita avenida
que inunda fértil vega,
de cumbre a cumbre llega
y llena de pavor,
se lleva los ganados
y las vides, sin pausa,
y estragos miles causa...
¡Que gusto! ¡Que placer!
Las voces y las risas,
el juego, las botellas,
en torno de las bellas
alegres apurar,
y en sus bocas lascivas
un beso cada trago
con voluptuoso halago
gozosos estampar...
...Quisiera ver al uno
que arrastra un intestino
y al otro pedir vino
muriendo en un rincón;
y otros, ya borrachos
en trino desusado
cantar al dios vendado
impúdica canción
Y mientras, las queridas,
tendidas en los lechos
sin chales en los pechos
y flojo el cinturón,
mostrando sus encantos,
sin orden el cabello,
al aire el muslo bello...
¡Que gozo! ¡Que ilusión!