Mensajepor quique43 » Mié Jun 04, 2014 10:41 am
Resulta que hoy no tenemos billetes de $ 200 y de $ 500, que simplificarìan notablemente las transacciones financieras.
(Recordar que ellos (la KK) sì podìan tener billetes de mayor denominaciòn al poder comprar los billetes de 500 euros, necesarios para sacar la plata del paìs y enviarla al exterior, pesando los bolsones).
La cuestiòn es que Bidù, para quedarse con Ciccone, abortò un crèdito para la Casa de la Moneda.
Parte de artìculo de Morales Sola, hoy en La Naciòn.
El problema de Boudou es que el juez dio casi por probada su relación con Alejandro Vandenbroele, el supuesto testaferro del vicepresidente que se hizo cargo, como un simple monotributista en la escala más baja, de la empresa Ciccone. Lijo es un hombre con instinto político. Jamás hubiera llegado a semejantes conclusiones si no tuviera las pruebas indispensables para hacerlo. En el caso Ciccone, se juega la suerte del vicepresidente, pero también la del propio juez. La investigación judicial respalda hasta ahora al magistrado, porque es Boudou el que mintió varias veces sobre hechos que se comprobaron distintos.
En los fundamentos de su citación a indagatoria, el juez avanzó con otra aseveración que anuncia, quizás, un agravamiento del delito del que se acusa a Boudou. Hasta ahora estaba siendo investigado por negociaciones incompatibles con la función pública, que significa tráfico de influencias en un idioma más claro y directo. Se lo acusaba de haber influido para que una empresa pasara de unas manos privadas a otras manos privadas. Pero Lijo acaba de recalcar que fue clave la participación de Boudou para perjudicar a la Casa de la Moneda, un histórico organismo del Estado argentino.
Boudou habría hecho abortar un crédito de menos de 150 millones de dólares a la Casa de la Moneda, que le hubiera permitido a ésta la compra de una impresora más. Con esa adquisición, la Casa de la Moneda no hubiera necesitado la ayuda de nadie para imprimir todos los billetes que necesita la economía argentina. Sin esa compra, una parte de la impresión de los billetes terminó en Ciccone, ya en poder de los amigos de Boudou (o del propio Boudou). Los recursos que necesitaba la Casa de la Moneda significan un porcentaje insignificante, por ejemplo, de la masa de subsidios a los servicios públicos. La nueva denuncia que el juez escribió en su resolución podría merecer otra tipificación del presunto delito, como la de asociación ilícita, mucho más grave que la de tráfico de influencias.
Las limitaciones de la Casa de la Moneda surgieron, a todo esto, porque el Gobierno no quiere confeccionar billetes de más de 100 pesos. Considera que sería una aceptación implícita de la inflación que niega. La necesidad de conservar la pureza de la falsedad estadística, por un lado, y la inmoral audacia de un grupo de funcionarios, por el otro, confluyeron en el saqueo de un empresa. La compañía fue expropiada luego con la aprobación del Congreso, y no sólo con los votos oficialistas. También votaron algunos opositores, como sucedió con casi todas las aventuras del kirchnerismo. Nadie reclamó nunca la correspondiente indemnización por esa expropiación. Una empresa privada sin dueño. A todas luces, entonces, esa expropiación se hizo para tapar un del