"DON VINCENZO"]
Roberto escribió:queeeeeeeeeeeeee...más daaaaa, que más da, que más daaaa.....que me llamen el bala perdidaaa...VOLVE FERLOBO...te perdonamos si vendiste Siderar!!!
...donde andas amigo??
ME PARECE QUE SE BORRÓ COMO CASILDO HERRERA!!!!!, SE ACUERDAN ???

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POR SI NO CONOCÍAS LA HISTORIA VOS Y MUCHOS DE LOS MUCHACHOS, ACÁ TENÉS ALGO DE MATERIAL...
Casildo Herreras ha quedado inmovilizado en el gesto de sacar el cuerpo. En este caso, irse ha sido su forma de aparecer.
El nombre y la imagen de Casildo Herreras están íntimamente asociados a un tiempo y una condición: el gremialismo peronista de los años ’60 y ’70. Como Eleuterio Cardozo, Rogelio Coria, Florencio Carranza o Adelino Romero, Casildo participa –con detalles propios– de ese modelo sindical esquemático de simples apellidos criollos con viejos nombres de mucha entidad. A eso súmesele la campera como uniforme, el cuidado artesanal de la apariencia, el eventual toque cosmético en el pelo, y se tendrá el modelo terminado. En el caso del textil, el bigotito recortado de peluquero de barrio con algún milímetro de luz en la parte superior era su marca registrada.
Del itinerario político de Casildo no hay mucho u original que decir. Hizo el escalafón gremial, pasó de la militancia juvenil como delegado de fábrica a la conducción de la AOT, después creció en las 62 hasta el ascenso a la cumbre burocrática. La bisagra de su vida es el oportuno, pero caro espiante y la decadencia ya fuera de contexto: interlocutor externo de Massera y auténtico apestado político a partir de su regreso en el ’83. En su caso, el borrón no le permitió la cuenta nueva.
Porque la cosa fue así: a Herreras –mojón visible entre el finado / asesinado Rucci y el verborrágico Ubaldini que llegaría a y con la democracia– le tocó ser secretario general de la CGT en los años del desgobierno de Isabel Perón, las siniestras correrías de la Triple A de Lopecito y la ominosa sombra creciente de los milicos. Eran momentos duros para circular entre los dos o más fuegos que ya entrenaban para el incendio programado a plazo fijo. Fue entonces que Casildo, orgánico de las 62 de Loro Miguel, pero atento más que nada a las entretelas de su corazón y a la elasticidad de sus esfínteres, sobre la hora del 24 de marzo del ’76 hizo cuentas, calculó eventuales riesgos y beneficios y se tomó –con pretexto gremial o no: nadie le creería– el literal buque. Lo demás es verdad legendaria. Al hacer pie en muelle uruguayo le acercaron un micrófono caliente: “¿Qué pasa en Buenos Aires, Herreras?” Y ahí el de bigotito recortado entró sin pudores en la historia con La Gran Casildo: “Ah, no sé: yo me borré”. Hasta España no paró.

- CASILDO HERRERA , ME BORRÉ!!!, JA,JA.
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