27/03/2013
El funcionario lo logró. El índice descendió al 1,2% en febrero y todo indica que sucederá lo mismo en marzo. Paradójicamente, analistas anticipan que cuanto mejor le vaya en su dominio de corto plazo, peor le puede ir a los argentinos en el largo. Comparaciones odiosas con un pasado no muy lejano
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El debate de "la gilada"
En la era kirchnerista también se encuentra un antecedente cuando, a fines de 2005, preocupado por el índice de 12%, el presidente Néstor Kirchner impulsó un acuerdo con los supermercados para que se mantuvieran sin aumentos un listado de productos de primera necesidad.
El resultado inmediato fue relativamente bueno, ya que 2006 terminó con una inflación de 9%. Sin embargo, sobre fin de año, el índice comenzó a estacionarse en un promedio de 1% mensual, y ello derivó en la polémica intervención del Indec, una de las causas por las que aún hoy día la Argentina está alejada de los mercados de crédito internacionales.
Lo más paradójico del acuerdo actual es que la propia Cristina Kirchner -en un discurso pronunciado una semana antes del congelamiento- había manifestado su escepticismo sobre los intentos de contener los aumentos mediante este recurso.
"Está demostrado por el paso de la historia que obligar, acordar, esas cosas no sirven. Es el propio usuario y consumidor el que tiene que hacer valer sus derechos", había dicho la Presidenta.

En estos días, los funcionarios deben estar respirando aliviados. Aun en un contexto de inflación alta, el hecho de que se haya quebrado la tendencia debe ser un factor tranquilizador.
El problema, claro, es el costo a pagar por la "marca registrada" de Moreno, donde la priorización del cortísimo plazo conlleva distorsiones que se van agravando a futuro.
"La prioridad vuelve a ser octubre. Tenemos la sensación de que el Gobierno sabe lo que está haciendo hasta las elecciones pero es probable que no sepa todavía, ni se esté planteando, la hoja de ruta posterior", observa Bein.
Y resume la sensación generalizada entre los analistas: que en un contexto de disputa electoral, "la preocupación por el mediano plazo aparece como un debate intelectual de ‘la gilada'".
