Pascua escribió:Y hoy, que venimos a rezar por un hermano nuestro que murió, pensemos en esas manos. Son las manos que lo acompañaron, son las manos que lo amaron, que acariciaron su vida y que lo recibieron. Si bien el momento de la muerte es de profunda soledad porque uno muere solo, están esas manos; pero también están junto a él hombres y mujeres que lo acompañaron en su vida: hay una familia, su mujer, sus hijos, hay amor de familia… y ellos quedan acongojados. Uno no puede olvidar a aquellos que más íntimamente lo acompañaron en su vida y, en este momento, pedir al Señor por su familia, por su mujer, sus hijos, por sus amigos, y por sus compañeros de militancia que están doloridos… veo aquí varios compañeros de militancia del Movimiento Justicialista, de la Confederación General del Trabajo… tantos otros y también aquellos que en el trabajo político (porque es un trabajo) fueron sus opositores. Porque es necesario ese trabajo de conjunto. Y todos ellos participan de alguna manera de esta muerte. Todos ellos son despojados. Los que más estuvieron cerca de él en su familia, en su militancia, en su trabajo.
Y este muerto no es solamente un hombre que se enfrenta a esas manos de Dios y se deja recibir, y que hasta ahí lo acompaña este entorno de amigos y de familia sino que este hombre cargó sobre su corazón, sobre sus hombros y sobre su conciencia la unción de un pueblo. Un pueblo que le pidió que lo condujera. Sería una ingratitud muy grande que ese pueblo, esté de acuerdo o no con él, olvidara que éste hombre fue ungido por la voluntad popular. Todo el pueblo, en este momento, tiene que unirse a la oración por quien asumió la responsabilidad de conducir. Las banderías claudican frente a la contundencia de la muerte y las banderías dejan su lugar a las manos misericordiosas del Padre. Los que lo acompañaron más de cerca como su familia, sus amigos, y sus compañeros de militancia también sienten el desgarrón de su soledad y rezan por él; pero es precisamente el pueblo quien tiene que claudicar de todo tipo de postura antagónica para orar frente a la muerte de un ungido por la voluntad popular… durante cuatro años fue ungido para conducir los destinos del país. Se claudica de todo y se reza. Y hoy estamos aquí para rezar por un hombre que se llama Néstor, que fue recibido por las manos de Dios y que en su momento fue ungido por su pueblo. Hagámoslo todos juntos
Cardenal Jorge M. Bergoglio, SJ, arzobispo de Buenos Aires
27 de Octubre de 2010.
A pesar de todo lo ignoraron absolutamente, lo despreciaron. Pero les deja la enseñanza de que con la soberbia, el garrote, la falta de dialogo, y la falta de respeto a las leyes, no puede existir la convivencia, tuvo que ser elegido Papa, para que lo reconocieran, y para que conocieran su labor. Ahora van al piè, no les queda màs remedio, la realidad pone en evidencia cual es vuestra conducta. El los perdona, aprendan Pascua.