Cómo Alemania consiguió una quita del 80% de su deuda
Parte 2
Impactantes como son estos datos, otra circunstancia se vuelve tanto o más significativa.
Me refiero a los criterios de negociación que se adoptaron y que convierten al Acuerdo de Londres en uno de los pocos ejemplos de un manejo equitativo de las relaciones entre países deudores y acreedores.
Desde el primer momento se buscó tratar el tema con "realismo", lo que supuso dos cosas: una, analizar cuidadosamente la capacidad real de pago de la RFA, a fin, como dice el acuerdo, de no dislocar la economía alemana y de no afectar indebidamente sus potenciales recursos en moneda extranjera, y dos, que los países acreedores se involucrasen directamente en la solución del problema, colaborando con el país deudor.
Según sostuvo enfáticamente Abs: "Les corresponde también a los Estados acreedores y a nuestros socios comerciales crear precondiciones sustancialmente favorables para incrementar la capacidad de pago alemana".
¿Cómo hacerlo? Existía un triple consenso: primero, que la RFA no debía endeudarse para pagar su deuda; segundo, que no tenía que tocar sus reservas, y tercero, que las inversiones extranjeras directas no eran la respuesta, pues sus ganancias saldrían del país.
Quedaba una sola alternativa y era que la economía alemana tuviese anualmente un importante superávit comercial, producido no por la baja en sus importaciones (lo cual afectaría su crecimiento y su bienestar) sino por un alza sostenida de sus exportaciones de bienes y servicios.
Pero esta alternativa implicaba, como sucedió, que los países acreedores eliminaran barreras para la importación de productos de la RFA. Tan decisivo fue este punto que una cláusula del Acuerdo de Londres abría la posibilidad expresa de consultas y renegociaciones cada vez que el superávit comercial alemán resultase insuficiente.
No hay duda de que Alemania Occidental tuvo en su favor una infraestructura industrial considerable, una mano de obra muy calificada y una dirigencia política, empresarial y sindical que estuvo a la altura de las circunstancias.
Pero es difícil imaginar que se habría producido el famoso "milagro alemán" si la deuda externa no se hubiera reducido drásticamente y si los acreedores no le hubieran abierto sus mercados.
Habrá quien diga que es una experiencia irrepetible porque primaron motivos geopolíticos en el marco de la Guerra Fría.
Claro que en tal caso convendría no apelar a argumentos píos y decir simplemente que las grandes potencias sólo obran de manera razonable cuando se sienten amenazadas.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=543605