Mensajepor ProfNeurus » Mié May 13, 2015 5:47 pm
La distribuidora de riqueza que acumula mas de 30 inmuebles alquilados tiene sus contradicciones.....
en la Constituyente de Santa Fe, Cristina Kirchner reivindicó en estos términos el ajuste de la administración menemista, a la que se refería como su propia administración: "Cuando recibimos el gobierno en 1989 éramos un país fragmentado, al borde de la disolución social, sin moneda y con un Estado sobredimensionado que como un Dios griego se comía a sus propios hijos. Entonces hubo que abordar una tarea muy difícil: reformular el Estado, reformarlo; reconstruir la economía; retornar a la credibilidad de los agentes económicos en cuanto a que era posible una Argentina diferente".
La apología de la "pesadilla neoliberal" incluía la privatización de YPF. La señora de Kirchner, que era diputada provincial, no se mostró indiferente a la operación. Además de alentarla, promovió esta declaración legislativa contra quienes impedían esa "solución": "Un conjunto de legisladores de la Cámara de Diputados de la Nación (.) vienen obstruyendo la posibilidad de que aquella ley de federalización de hidrocarburos y de privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales tenga siquiera su tratamiento en esa Cámara. Como se comprenderá, ninguna argucia reglamentaria puede retrasar las soluciones que nuestra provincia necesita".
La misma pasión ponía en 1996, ya como integrante del Congreso, para defender la convertibilidad. La desocupación había alcanzado el 18%. Pero ella, igual, decía: "Nosotros hacemos nuestro planteo apoyando la convertibilidad, el equilibrio fiscal y los sucesivos pactos fiscales. ¿Por qué razón? Porque sostuvimos y sostenemos que la convertibilidad no es, como algunos dicen, una cuestión de regla cambiaria. Es nada más ni nada menos que el compromiso del Estado de no financiarse a través de la emisión".
Sin embargo, en 2013, cuando promovió al general César Milani como nuevo jefe del Ejército, la señora de Kirchner olvidó aquella intransigencia frente a los delitos aberrantes. Milani, que está en la misma situación que Patti y Bussi, se beneficia con su misericordia. En consecuencia, una política que, por definición, debe ser universal, como la de derechos humanos, también tiene para ella la flexibilidad de un acordeón.
En un discurso del 18 de junio de 2008, en pleno conflicto con el campo, Cristina Kirchner creyó recordar: "Me vieron también los argentinos sentada en mi banca de diputada, junto a ese gran socialista que fue Alfredo Bravo, reclamando la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final". Ibarra regresó a los diarios de sesiones del 24 de marzo de 1998, el momento al que la Presidenta hacía referencia. Descubrió que ese día se liquidó una discusión entre el PJ y un grupo de diputados de la Alianza referida a esas dos normas. La diputada Kirchner votó con su bloque, el del PJ, por la derogación, que era inocua, pero no por la nulidad. En otras palabras: votó al revés que "el gran socialista Alfredo Bravo", quien pretendía la declaración de nulidad, para que se pudieran reabrir los juicios por la represión clandestina.
en la segunda reforma del Consejo de la Magistratura, respondiendo a Ernesto Sanz, fue todavía más dura: "¿Sabe por qué por ahí me pongo vehemente cuando escucho hablar del fin de la República y de la calidad institucional? Porque pasaron estas cosas en mi país. ¡Se repartieron la Corte Suprema de Justicia de la Nación!".
La condena al pacto entre Alfonsín y Menem cobija todavía significados potenciales. El Gobierno pretende llevar a nueve el número de miembros de la Corte, lo que supone una nueva traición de Cristina Kirchner a sí misma, que fue quien lo redujo a cinco. La ampliación facilitaría un entendimiento con el grupo político que gane las elecciones de octubre, o con el peronismo disidente del Senado. En otras palabras: la Presidenta pretende, antes de abandonar el poder, "repartirse la Corte" con otro grupo político. En caso de que lo logre, tal vez vuelva a los términos de 1997 para describir el arreglo: "Una conceptualización de acuerdo político, no con connotaciones de pacto espurio".
Hoy, el kirchnerismo repudia en Menem al líder de un experimento "neoliberal". Y olvida las deformaciones institucionales o los rasgos indecentes de su administración. Es comprensible. La Presidenta y su grupo no están en condiciones de impulsar una discusión sobre transparencia o calidad institucional.