Yo era un pendex de unos 22 años viviendo en Recoleta. Tenía el auto de papá una noche ...solo para hacer huevo por ahí...como asi siempre...nada.
Andaba por Libertador y Callao, y paro en un semásforo en frente del Italpark (todavía estaba el Italpark) y veo en una parada de un bondi a una pareja de chicos más chicos que yo evidentemente preocupados y contando monedas literalmente. En un rapto de inconsciencia bajé la ventanilla derecha y les ofrecí...llevarlos a donde iban. Incrédulos, me dijeron que solo les hacía falta no me acuerdo cuantos pesos (era nada..) para el colectivo. Preso de una enorme soledad que me invadía en ese entonces les insití que se subieran...y eso hicieron, los dos atrás, como si yo fuera chofer. Y así los llevé, hasta pasar Parque Lezama y Barracas (algo impensable con la inseguridad de hoy...hasta la posibilidad de hacer esto nos quitaron "los malos"). Cuando se bajaron me dijeron, "flaco, gracias, ¿qué podemos hacer por vos?"...lo único que me salió ahí fue decirles, "hagan esto alguna vez por alguien más"...y nos despedimos con una sonrisa.
Esa noche no me sentí solo.
MiguelS escribió:Hace unos años un pibe me pidió unas monedas, era sábado por la noche. También hacía frío. No había comido. Le pregunté si aceptaba que lo invitara a cenar y me preguntó si podían "venir mis hermanitos". Le dije que sí. Pegó un grito y aparecieron 7. Me aclaró que dos eran primos. Así que nos fuimos todos para McD. (la guita no me alcanzaba para tantos en otro lugar). Tuve que discutir fuerte con el encargado porque por la pinta no los querian dejar entrar. Al final aflojaron y los pibes comieron y se divirtieron. Lo que más me alegró esa noche, fue la cara de tranquilidad y el agradecimiento de la mamá de ese pibe, que se quedó en la puerta y no quiso aceptar la invitación.
DarGomJUNIN escribió:
Hablando de felicidad, les cuento una pequeña anécdota de ayer a la noche. Un pequeño gesto, nos puede hacer muy feliz.
Mi señora fue a la terminal de ómnibus para sacarle un pasaje a nuestra hija y al regresar me comenta que había allí un joven ricotero de Olavarría con frío, pues todo su abrigo era una camiseta de Ríver, ya que había perdido su bolso con la ropa y la entrada al bajarse del micro en el autódromo, debido al fuerte viento y con el gran gentío, no lo pudo recuperar y se volvió.
Aunque soy hincha casi fanático de Boca, le regalé una campera de tela polar casi flamante y unos pesos para un sandwich y un café caliente (que no quería aceptar en primera instancia). Agradecido, decía "viste que queda gente buena todavía".

Darío de Junín