Atrevido me hace acordar a esa historia del tipo muy creyente que, víctima de una inundación, estaba sobre el techo de su casa totalmente inundada y viendo que el nivel del agua seguía ascendiendo.
En esa situación se encontraba cuando llegó un bote con un voluntario que le ofreció llevarlo a lugar seguro. El hombre, fiel de San Expedito, se negó a la ayuda argumentando que el santo no podría abandonar a a tan devoto seguidor.
El nivel del agua siguió creciendo hasta taparle las rodillas, cuando llegó un gomón con personal de Prefectura que llegaba presto a rescatarlo. - ¡De ninguna manera! Respondió. -Vayan a buscar a otras personas que a mi me basta con la protección de San Expedito.
Cuando el agua ya le llegaba al cuello escucha el ruido ensordecedor de un helicóptero de la policía que le arroja una escalera de sogas para que trepe. Con el agua ya casi en la boca niega una vez mas la ayuda gesticulando con ambos brazos.
Como ya se imaginarán siguío lloviendo y este hombre se termina ahogando. Como fué un hombre piadoso y virtuoso fué directamente al cielo donde fué cálidamente recibido por todo el comité de recepción celestial.
Sin embargo el recién llegado estaba furioso y quería una entrevista inmediata con San Expedito para expresarle sus quejas.
Enterado del reclamo el venerado santo se presento ante tal ilustre devoto y lo escuchó azorado :
- ¡De que sirvió mi devoción, de que sirvió mi fe ciega en tus milagros si cuando te necesité me abandonaste!
A lo que San Expedito le contesto:
- ¡ Que yo te abandoné! ¡ Que yo te abandoné! ¡ Te mandé un bote, un gomón y un helicóptero y no me diste cinco de bola!