Consecuencias de la posible intervención de la Fed
El hecho de que los datos del empleo del viernes superaran las expectativas aportan una cierta sensación de alivio.
Pero, dado el nerviosismo de los mercados, muchos inversores de renta variable siguen confiando en que la Reserva Federal acuda a su rescate. No puede decirse lo mismo de los inversores que en los últimos días han acumulado bonos del Tesoro de EEUU.
Aunque parece que por ahora la Fed no moverá ficha, cualquier indicio de cambio de parecer podría provocar un giro de la deuda pública a más largo plazo. Gracias a los datos del empleo, la rentabilidad de la deuda, extraordinariamente baja, se mantuvo estable.
La velocidad de su caída también resulta sorprendente. En menos de dos semanas, el diferencial de los bonos a diez años ha descendido del 3% al 2,48%, mientras que la de la deuda a treinta años ha pasado del 4,32% al 3,74%. El riesgo está en que, desde ese nivel, la rentabilidad puede sufrir un rápido repunte, como ocurrió durante los dos anteriores programas de compra de bonos de la Fed.
Sin ir más lejos, el diferencial de los bonos a diez años cayó en octubre de 2010 hasta el 2,4%, hasta que la Fed confirmó en su reunión de noviembre la compra de bonos del Tesoro por valor de 600.000 millones de dólares. La rentabilidad no tardó en dispararse, alcanzando un máximo del 3,7% en febrero. Lo mismo ocurrió a principios de 2009, cuando la Fed emprendió su primera ronda de compras.
Estos incrementos eran justo lo contrario de lo que quería la Fed y fueron reflejo de que el programa de relajación cuantitativa al final supondría un estímulo para el crecimiento económico y llevaría a los inversores a comprar activos más arriesgados. Seguramente la reacción sería la misma si la Fed volviera a intervenir. Sin embargo, sin contar con más datos sobre la evolución de la economía, parece poco probable que el organismo tome la decisión de actuar en su reunión de la próxima semana.
No obstante, cuanto más aplace la Fed su posible decisión, más convencidos estarán los mercados de una posible recaída; además, se producirán más caídas de la rentabilidad. Después de todo, en diciembre de 2008 la rentabilidad de los bonos a 30 años llegó al 2,55%, mientras que el bono a diez años descendió al 2,12% en el mismo mes.
Los inversores deberían recordar lo claro que ha sido el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, al afirmar que hará lo que sea para evitar una contracción de la economía y una situación de deflación. Si se mantiene fiel a su discurso, los inversores más pesimistas tendrán motivos para salir de su guarida.
Lea el artículo original publicado en The Wall Street Journal Europe Fed Could Trip Up Bond Bulls
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