En la Argentina, el mayor banco privado
Por Jorge Oviedo | LA NACION
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"Si no confiara en la Argentina no habría metido allí 900 millones de dólares", decía en 1997 en una entrevista con la LA NACION, Ana Patricia Botín, por entonces CEO del Banco Santander, que había comprado aquí poco antes al Banco Río, con el que terminaría fusionándose.
Eran tiempos de la crisis asiática y desde la Asamblea de Otoño del FMI, en la Hong Kong recién devuelta a la soberanía china, calificaba al Santander de "banco internacional", en lugar de "banco español". Los 900 millones de entonces equivalen a una cifra mucho mayor en la actualidad. Pronto el euro sería una unidad de cuenta y pocos años después circularía realmente, con un precio significativamente inferior al del dólar.
PROPORCIONES
La apuesta por la Argentina era muy clara. Hasta entonces el Santander había invertido en América latina un total de 2000 millones de dólares, casi la mitad, en el país, para quedarse con el Banco Río, hasta entonces del Grupo Perez Companc.
En la actualidad es el banco privado más grande de la Argentina y uno de los que más se expandió tras la crisis de 2001 y 2002. A finales de 2013 tenía 7007 empleados directos y el plan es sumar mil más para 2016.
El plan de inversiones del presente año y los dos próximos totaliza 8352 millones de pesos e incluye la construcción de dos torres corporativas, valuadas en 1810 millones, a precios de julio último. Otros 1785 millones están previstos para aperturas de nuevas sucursales.
Con los balances aprobados a abril del presente año, el Santander Río es el mayor banco privado de la Argentina tanto por depósitos como por préstamos. Incluso en este último rubro superó en abril último al Banco Provincia en lo que a atención al sector privado no financiero se refiere.
Según los criterios del ranking de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) es la segunda entidad del país en lo que a depósitos del sector privado no financiero se refiere, sólo superado por el Banco Nación.
También tiene el mayor número de cajeros automáticos.
En 1997 Ana Patricia Botín elogiaba la bancarización del pago de los salarios y conocía por su nombre de pila a los principales banqueros de la Argentina.
La operación local presidida por Enrique Cristofani continuó creciendo luego de la crisis de 2001 y 2002.