Otro artículo interesante porque expresa muy bien, en mi opinión, lo que piensa el oficialismo en materia de política económica. No es casual que el crecimiento alto sea una prioridad para el kirchnerismo. Este economista explica bien las razones de porque es prioritario, casi imprescindible diría desde la perspectiva de los economistas "pro modelo", seguir creciendo a altas tasas.
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14.04.2012 | Panorama económico
El crecimiento es el sustento de la seguridad jurídica
Después de casi diez años, el modelo socioeconómico productivo ha evidenciado que es la opción más idónea para enfrentar la crisis global. La clave es mostrarle al resto de los actores económicos que el Estado argentino está dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener el círculo virtuoso de la economía.
Por:
Mariano Beristain
Una de las virtudes que ha demostrado el modelo socioeconómico kirchnerista (2003-12) es el pragmatismo para adaptarse a la difícil coyuntura internacional sin perder de vista la importancia de preservar el crecimiento con inclusión social. A fin de año, el modelo productivo va a cumplir una década de crecimiento ininterrumpido, que empezó en diciembre de 2002, después de que el país tocó fondo con el presidente Fernando de la Rúa. Sin embargo, de este extenso período de auge a tasas superiores del 8% –uno de los ciclos más largos de la Argentina contemporánea–,
los últimos cuatro años han estado signados por la peor crisis del capitalismo, que empezó a fines de 2007 y destruyó, entre otras cosas, el Estado de Bienestar en Europa occidental. En este contexto, la Argentina se vio favorecida por el alza internacional del precio de los granos pero, fundamentalmente, por una agresiva preservación del empleo, el consumo familiar, la inversión pública, la defensa de la industria, la recuperación del ahorro público (reestatización de los fondos previsionales) y la independencia del capital extranjero mediante la política de desendeudamiento. La clave ha sido la continuidad y perseverancia de las políticas que alimentan y garantizan el crecimiento para romper con el círculo vicioso que vivió nuestro país. Justamente, uno de los grandes problemas de la historia argentina ha sido, lo que se conoce en la literatura económica, como el stop and go, es decir los procesos de marcha y contramarcha de la economía. Aunque el paso de los años parece confirmar que esta combinación de períodos expansivos y recesivos es un mal inherente al sistema capitalista, la Argentina ha sufrido este fenómeno con particular intensidad, a punto tal que frustró su proceso de desarrollo.
El economista Orlando Ferreres identifica nueve períodos de crecimiento sostenido en la Argentina; 1810-1826, 1828-1837, 1855-1870, 1902-1913, 1917-1924, 1933-1942 (década infame), 1963-1974 y el actual. Pero estos tramos de bonanza, a excepción del vigente, se han alternado con períodos de profundas crisis de la economía. En el trabajo, “Modelos económicos en la Argentina”, del “stop and go” al “go and crash”, los investigadores Jorge Schavarzer y Andrés Tavosnaska plantean que entre 1930 y 2002 la Argentina sufrió 13 crisis de distinto grado; 1930-1932, 1943, 1945, 1949-50, 1952-53, 1959, 1961-1964, 1978-1979, 1981-87, 1988-1991, 1995, 1998-1996, 1992-2002. Es decir, que en los últimos 80 años el país tuvo tres períodos de crecimiento que se intercalaron con 13 fases recesivas. Durante las crisis, la Argentina tuvo retrocesos importantes, particularmente en las dos últimas. Entre 1981 y 1987, el país sufrió una sangría de su Producto Bruto Interno de U$S 70.937 millones, equivalentes al 34,3% de su PBI total. La megacrisis del período 1999-2002 fue aún peor: el PBI registró una merma de U$S 139.923 millones, reflejando una caída del 48,6% en sólo cuatro años. Sin embargo, más allá de la pérdida de la riqueza y del retroceso en términos económicos, la alternancia de períodos de bonanza con crisis ocasionó un fuerte deterioro de los lazos entre los actores socioeconómicos. Por ejemplo, la lógica indica que, cuando aumenta la demanda, el empresario responde con un incremento en las horas extras de sus trabajadores para ajustar la producción y satisfacer el incremento de los pedidos. En una segunda instancia, si los pedidos siguen creciendo, el empresario tomará otros trabajadores y comprará máquinas nuevas, y si las condiciones económicas se mantienen, ampliará sus instalaciones o alquilará otro galpón para fabricar más. Sin embargo, en la Argentina las crisis sucesivas acostumbraron a los hombres de negocios a reducir el nivel de riesgo, ajustando esencialmente por precios, en lugar de pensar en una expansión de su negocio para integrar a nuevos clientes. Esta lógica consiste en acumular durante los períodos de expansión todo el capital posible (minimizando la inversión) para maximizar su ganancia, usando en su lugar la maquinita de remarcar los precios. Esta conducta trajo aparejada una mayor puja distributiva con los gremios, que, para mantener el poder adquisitivo de sus trabajadores, reclamaban aumentos de salarios que acompañaran la suba de los precios. Entonces, se desataba una carrera de precios-salarios que desembocaron en escaladas hiperinflacionarias, que frustraron una nueva etapa de crecimiento y abortaron hasta ahora todos los focos de desarrollo. La lógica de la especulación primó, entonces, sobre la del trabajo y la producción. Sin embargo, el stop and go en la economía tuvo otros muchos efectos perniciosos, alguno de los cuales vale la pena destacar:
1. Favoreció la concentración económica, porque en los períodos de crisis las empresas grandes tienen mayor espalda financiera para sobrevivir, mientras que las empresas jóvenes o pequeñas cierran o pierden mercado a manos de las grandes.
2. Acentuó la extranjerización pues durante las crisis se observan caídas importantes de los valores en dólares de todos los activos, ocasión propicia para que los inversores de otros países compraran propiedades, empresas y tierras a un precio de ganga, que después se revaluaron en épocas de crecimiento.
3. Generó distorsiones en los buenos hábitos culturales económicos porque, por ejemplo, estimuló la actividad económica informal que en el caso del empleo superó el 50% en 2002 y favoreció la evasión y la elusión impositiva.
4. Sin embargo, el principal problema de los constantes arranques y frenos de la economía está asociado con el quiebre que se produce en la confianza sobre la posibilidad de de avanzar hacia un sendero de desarrollo y el debilitamiento de las instituciones políticas. El crecimiento con inclusión social es per se la columna vertebral de la seguridad jurídica, tanto para los empresarios como para los trabajadores, porque garantiza la continuidad y el sostenimiento de los puestos de trabajo y el mejoramiento de las condiciones laborales.
A la luz de la fuerte guerra comercial que se debate en silencio a nivel internacional y las dificultades que empiezan a observarse en Brasil (nuestro principal socio político y comercial), con sus correlatos en algunas industrias argentinas sensibles como la automotriz, el
gobierno argentino debe consolidar el camino que empezó en 2003 y enviar señales claras al resto de los actores económicos y sociales de que el Estado está tomando y va a seguir tomando las medidas necesarias para mantener altos niveles de crecimiento.<