Mensajepor crist » Mar Jul 13, 2010 4:41 pm
Un primo es homosexual. Nació en el seno de una familia completamente "normal" para los cánones de la "iglesia y las sanas costumbres". Jamás le faltó cariño, ni atención, ni alimento, ni plata, ni remedios, ni amigos, ni educación ni nada. Fue un gran amigo y compañero de juegos en mi infancia. Desde siempre fue un pibe honesto, generoso, muy agradable, siempre con buena onda y siempre dispuesto a ayudar. Siempre tuvo una sonrisa para regalar, nunca estaba triste, siempre optimista. Cuando los padres empezaron a sospechar respecto de su elección sexual, la primera y lógica sensación que los invadió, como gente criada en otros tiempos, fue el sentimiento de culpa (¿qué habremos hecho mal?) El mismo flaco los encaró y les dijo algo así como "viejos, yo los amo, tuve una infancia feliz, soy feliz, simplemente siento atracción por chicos como yo. No se preocupen por quién me gusta o con quién me acuesto, preocúpense por si soy buena o mala persona. Creo que en eso no los he defraudado, como ustedes tampoco me han defraudado a mí como padres".
Los padres se emocionaron con esas palabras, y de ahí en más todo siguió como siempre. En casa, mis propios padres se asombraban por la naturalidad y buena onda con que habían tomado todo.
Este chico lloró una sola vez por este tema, se quebró mal y feo. Fue cuando su hermano mayor se enteró de su eleccióm sexual (el hermano era algunos años mayor y no vivía ya con la familia). Lo miró con desprecio y le dijo "¿asique sos PU**? estás enfermo pendejo".
Les pregunto a todos ustedes quién es el verdadero enfermo.
Quien considere a la homosexualidad como una "enfermedad", vergonzante, sucia, simplemente es por prejuicios de gente que ante el miedo, el desconocimiento o vaya a saber qué la niega, la esconde y no la comprende.
Quienes hemos vivido más o menos de cerca algún episodio similar, sólo distinguimos a las personas por su corazón, no por lo que hacen con su culo.