ESTO HAY QUE LEERLO CON DETENCIÓN Y AL QUE LE QUEPA EL SAYO QUE SE LO PONGA....

, NO ES BOLSA , ES ALGO DISTINTO FUERA DEL MERCADO ... PERO QUE TIENE MUCHA RELACIÓN....
..) El avaro es una persona que le tiene miedo a la vida, que prefiere cerrarse, literalmente, al mundo, antes de que éste lo lastime. Juntar avariciosamente el dinero es una forma, dentro de su psicología, de conjurar el azar: aunque vengan tiempos de vacas flacas. Estas personas siempre tendrán con qué sobrevivir, no pasarán necesidades nunca, no se verán expuestas a los vaivenes económicos. En suma, su dinero es una especie de vacunas contra las contingencias de la vida.
Pero el dinero, en este caso, representa mucho más que un valor material. Actúa a modo de una suerte de refugio nuclear capaz de preservar a su poseedor de futuros desastres. Si guarda su dinero, podrá disponer de él en el futuro (aunque quien tiene los bolsillos clausurados nunca considerará que habrá llegado el momento de gastar lo que juntó). Si guarda su amor, nadie podrá robárselo. Si no se arriesga en el juego del amor, jamás perderá el corazón ni la cabeza y, en consecuencia, jamás se decepcionará.
El guardador se siente extremadamente vulnerable ante el mundo y hace de la acumulación una forma de preservarse de males, tanto económicos como afectivos. Cree que la única forma de tener algo es por acumular, y acumula porque poseer le da sensación de seguridad. En el fondo, igual que el gastador compulsivo, es una persona con la autoestima baja que cree que corre el riesgo de perderlo todo, desde el dinero hasta el amor y, por lo tanto, acumula lo único que se puede acumular, desde plata hasta botones viejos.
Su acumulación encubre miedo a la decepción y al desamparo y, por ende, a la entrega afectiva (...).
(...) Como ya lo mencionamos en un capítulo anterior, suele decirse que "el dinero no hace la felicidad, pero calma los nervios". Este refrán suele aplicarse, con frecuencia, a las parejas. Aseguran que, con prosperidad, todo es más fácil. Cuando la cuenta del banco es abundante o, por lo menos, suficiente, no hay privaciones, y las necesidades básicas cubiertas; según se cree, las parejas tienen el ecosistema perfecto para vivir en plenitud.
Sin embargo, el algunas ocasiones, esta creencia popular no coincide con la realidad. Cada pareja necesita determinadas condiciones ecológicas para encontrar su plenitud. Cada pareja necesita nutrientes específicos. Así como las azaleas florecen en tierras de alto grado de acidez, y los limones dan sus mejores frutos en esas mismas condiciones, algunas parejas alcanzan la plenitud en terreno árido.
Basta con observar con detenimiento los ejemplos que encontramos a nuestro alrededor. ¿Quién no conoce una pareja que, teóricamente, lo tiene todo para ser feliz, es decir, salud y dinero en abundancia y, sin embargo, no lo es? ¿Y quién no conoce una pareja que permanece unida aun en medio de la mayor adversidad económica?
¿Cómo se explica que, supuestamente, teniéndolo todo, una dupla amorosa no pueda disfrutar, de a dos, lo que tiene? La respuesta a esta pregunta se encuentra, en gran parte, en la concepción que cada pareja tiene del dinero y en las vivencias que hayan experimentado con respecto a él. Cada integrante de la pareja tiene su propia historia y su vínculo con el dinero en forma individual. Al formarse una pareja, cada uno trae su bagaje, que no siempre coincide con la cosmovisión y vivencias del otro con respecto a éste. Hay cosas del pasado que pueden hacer ruido en la actualidad de la pareja, que no tienen nada que ver con ésta. Además, hay mensajes explícitos e implícitos hacia el dinero que cada uno trae de sus propia familia.
En mi consultorio he comprobado que, contrariamente a los que suele creerse, hay parejas que decaen o entran en conflicto cuando comienzan a conseguir la prosperidad por la que lucharon tanto tiempo. Otras, en cambio, no son capaces de sortear juntas obstáculos de tipo económico. En esto también influye el concepto del dinero que cada integrante aporta que proviene de su familia de origen y, por supuesto, también de su expectativa personal. Lo cierto es que así como la prosperidad no garantiza una pareja unida, las adversidades económicas no necesariamente representan condiciones negativas para la plenitud de a dos.
Sin embargo, el dinero es considerado socialmente como una fuente indiscutible de felicidad, y la prosperidad es el bien más deseado, basta con observar que existen múltiples ritos para alcanzarla. Los fieles visitan a San Cayetano para pedirle trabajo. Hay quienes el día 29 de cada mes comen ñoquis y colocan dinero debajo del plato en la creencia -nunca comprobada- de que ese ritual casero atraerá la fortuna. En el norte, el símbolo de la abundancia de origen aimara es el ekeko, que, además de la prosperidad, se considera que influye también positivamente sobre la fecundidad, dos términos que, en el imaginario colectivo, están muy asociados. Prueba de ello es que, en nuestra sociedad, los hombres suelen asociar potencia sexual con dinero. ¿Por qué, entonces, hay parejas que florecen en la adversidad y otras que se marchitan en ella? ¿Por qué hay, además, parejas a las que la prosperidad separa? Poderoso y misterioso caballero es don Dinero .-