AKD escribió:Aleajacta, que sea una ONG [la Asociación de DDHH que preside Hebe de Bonafini], que a sus integrantes les hayan asesinado a sus hijos, que Menem jugara al golf en los 90, etc. no las hace aptas para construir viviendas con recursos públicos.
El Estado no puede argumentar, en todo caso, su propia corrupción para delegar, y encima, discrecionalmente, sus funciones.
Si hay corrupción en la ejecución, la habrá también en el control (la falta de este es una forma de corrupción). Hoy sabemos que esta "ONG" usaba esos fondos públicos en contrataciones directas.
Por otra parte, a las agrupaciones que nuclean a los familiares de víctimas a manos del terrorismo "privado", no creo que se le den recursos para la construcción de viviendas ... ni para nada.
Y no creo que la idoneidad para la construcción de vivendas devenga de militar en la izquierda.
AKD, ¿de qué hablamos?
¿Los hijos de todas las madres de esta asociación eran asesinos? No tengo idea, pero sí se que no todos los desaparecidos eran asesinos.
¿Estaban menos capacitadas para hacer casas que otras ONGs? Seguro que pueden ser menos capaces para cualquier emprendimiento fuera de su especialidad (que pasados tantos años fue mutando) porque las asociaciones de DDHH ejercen un fuerte lobby en Argentina, sean más o menos bienintencionadas y tengan o no derecho moral a eso.
En cambio para mí son interesantes otros tres temas. Uno es si es preferible que el Estado delegue ejecución o no. Yo lo prefiero. Lo que sigue es cuánto se delega, con qué criterio se asignan fondos, cómo se controla su ejecución, cómo se compara la eficiencia del gasto, y un montón de cosas más. Nada puedo decir, nunca ejercí gestión pública, pero eficiencia estatal me parece un oxímoron con excepciones.
Otro tema es cuánto control: yo no quiero un Estado que no ejecuta pero que, al mismo tiempo, gasta recursos y tiempo de empleados en revisar papel por papel y método por método, empleados que necesitan entrenarse en procedimientos de auditoría y a quienes, a su vez, habría que controlar con más auditores y así hasta el infinito (por hacer esas cosas muchos regimenes totalitarios se terminan fundiendo después de fundir a sus habitantes). Así que justamente para no meterse en todo ese quilombo prefiero que el Estado delegue ejecución y controle lo general: ¿cuantó costo cada casa (homogénea) y en cuánto tiempo? Lo que hicieron las constructoras de ONGs en el mientras tanto no importa más que lo que hace cualquier empresa privada en el país.
El otro tema para mí interesante todavía no empezó. Si la presunción de culpabilidad típica de los medios masivos tiene asideros fuertes, la pregunta es ¿cómo hizo este tipo para afanar la guita que se autoadjudica sin quedar en evidencia? La respuesta más fácil es que ALGUNOS PLANEAMENTEROS DEL GOBIERNO han tolerado que el promedio de las auténticas ONGs sean ineficientes. Porque cuánto más elevados son sus precios, más elevados son los precios testigos, y más elevados pueden ser así los sobreprecios de las falsas ONGs, las de los parientes del poder. La inflación, por su parte, ayuda a confundir las huellas que los jueces probos del mañana quieran seguir.
Así que para mí lo de este tipo, en guita, es mínimo en comparación con lo que tal vez vayamos a oir en la campaña electoral. La flamante alianza radical que parece presentarse con el mismo ropaje delarruista de “continuidad con ética y estética”, empieza con buena suerte. Al gobierno se le caerá un poco la bandera de los DDHH, tal vez no pueda impedir que el tema de la corrupción reflote si la economía empieza a enfriarse por lo que pasa en el mundo (y muchos deben estar esperando para potenciarla y aprovecharla). Capaz que hasta tienen la suerte de una mini alianza socialista que muerda votos al oficialismo por izquierda. La frutilla sería que Moyano opine del tema.
Dije que era una ironía que Hebe de Bonafini debiera agradecer a Cavallo que fomentara las ONGs que le permitieron jugar a ser Roggio y Mao. Tal vez haya otra ironía: que los anti K deban agradecer a Hebe y Shocklender.
Saludos