Como vengo sosteniendo desde hace unos meses, y como muy bien analiza este economista, 2013 tiene muchos factores que seguramente van a jugar a favor y esos factores ( cosecha, repunte de Brasil, plan de viviendas, menores pagos de deuda, elecciones que motivarían al gobierno a echar nafta al consumo,más laxitud respecto al control de las importaciones ) son determinantes para lograr un crecimiento muy por arriba de lo necesario para cobrar en el 2014.
http://www.perfil.com/ediciones/2012/9/ ... _0037.html
El crecimiento en 2013 y más allá
Por Rodrigo Alvarez Litre // Analytica
22/09/12 - 12:04
Los economistas nos pusimos de acuerdo en que el ritmo de crecimiento de la actividad va a mejorar.
Ahora existe cierto consenso en que el segundo semestre está siendo mejor que el primero y que la aceleración se extenderá al año próximo. Pero, de qué depende la sostenibilidad del “modelo” en el mediano plazo.
En lo inmediato, la mejora se asienta en la tracción del consumo por el impacto de las subas salariales y la política de ingreso que despliega el Gobierno nacional. Por caso, los aumentos en jubilados y pensionados y en las asignaciones familiares, son recursos que el Estado Nacional termina volcando indirectamente en la demanda.
En el frente de la oferta, el balance es todavía negativo. La inversión se está reactivando lentamente luego de los cimbronazos que se produjeron en el segundo trimestre del año. Medidas como las restricciones al giro de utilidades y a la compra de dólares terminan frenando el aporte de fondos frescos.
La respuesta oficial es compensar la retracción con una inyección de financiamiento a costo subsidiado. Por ejemplo, mediante los créditos para vivienda con fondos de la Anses. También a través de la obligación para los bancos de volcar 5% de sus depósitos privados a créditos productivos o mediante líneas específicas como la del Bicentenario. A pesar de estos esfuerzos aislados, difícilmente se logre una expansión de la inversión durante este año.
Bajo el ciclo político como hoja de ruta, 2012 terminará siendo el año de la corrección macro, que –en rigor– empezó el día después de la reelección de la Presidenta. Con el cepo progresivo a la compra de dólares para atesoramiento, el Gobierno barrió debajo de la alfombra la fuga de capitales.
Claramente, uno de los principales riesgos para la sostenibilidad del “modelo”. En 2010 había elegido intervenir el BCRA para asegurarse el pago de los vencimientos de deuda en dólares y un tránsito despejado hasta las elecciones presidenciales. Dos años antes, la crisis con el campo por la resolución 125 abortó el ajuste vía suba de la presión fiscal.
En el set actual figuran la modificación de la carta orgánica del BCRA, la estatización parcial de YPF, el freno a las importaciones, la puja con los sindicatos para moderar la pauta salarial y la aceleración en el ritmo de suba del tipo de cambio. Por el contrario, la anunciada quita selectiva de los subsidios terminó siendo mucho más modesta de lo que se esperaba. Aún representan 4% del PBI, a todas luces, una cifra poco compatible con la “sintonía fina”.
Con la mira en octubre
Falta poco más de un año para las próximas elecciones legislativas, pero la cuenta regresiva ya está en marcha. Lógicamente, el Gobierno quiere que la economía llegue pujante a octubre.
Y muy posiblemente lo logre. A diferencia de este año, el 2013 se presenta nuevamente bastante despejado. El agro aportará, al menos US$ 6 mil millones adicionales a los ya generados este año. El impacto macroeconómico será significativo: representa un salto equivalente a 1.5 puntos del PBI en forma directa.
Más dólares comerciales y una carga de vencimientos de deuda menos abultada (alrededor de US$ 4 mil millones menos) significan una mayor disponibilidad de dólares. Si bien es muy poco probable que se relaje el cepo a la compra de dólares para ahorro, sí se debería permitir que las importaciones vuelvan a crecer. El daño autogenerado este año fue demasiado elevado como para repetirlo. El Gobierno necesita que crezcan tanto la oferta interna como la externa porque la demanda estará muy estimulada.
A tono con un año electoral, se esperan fuertes subas en los salarios, en las jubilaciones y en las asignaciones familiares. Asimismo, sin alternativas de ahorro, una parte importante de los pesos “acorralados” se volcará al consumo. La inflación y las tasas reales negativas de interés siguen siendo un importante estímulo al gasto.
En igual sentido jugará un Brasil algo más dinámico, con una expansión que duplicaría a la de 2012. El dato es clave para la industria argentina que en los últimos años acentuó su dependencia al mayor socio del Mercosur.
El más allá. Que la economía vuelva a avanzar a velocidad crucero es una buena noticia. Sin embargo, para sostener el crecimiento en el mediano plazo el Gobierno debe resolver dos fuentes de inestabilidad recurrentes. Por un lado, el financiamiento del sector público y, por el otro, la restricción de liquidez externa (o falta de dólares).
El financiamiento del déficit con emisión monetaria es un recurso riesgoso en un contexto de elevada inflación como el actual. Si en un año de importante desaceleración no se logró moderar el ritmo de suba de los precios, difícilmente esta meta se alcance con una demanda efervescente. La argentina no puede competir a partir de salarios bajos en dólares, pero tampoco puede sostener sus mercados externos con el actual ritmo de suba de sus costos. La inflación persistente y la creciente pérdida de competitividad han sido históricamente dos de los principales disparadores de crisis.
Esto nos lleva al segundo foco de atención. Hasta 2011 la performance exportadora permitió generar las divisas necesarias para abastecer a las importaciones y financiar la acumulación de activos externos (ya sean reservas internacionales o ahorro del sector privado). Sin embargo, a partir de octubre pasado el margen se volvió muy estrecho tanto por menor excedente comercial como por la creciente fuga de capitales. El Gobierno optó por privilegiar la acumulación de reservas en el BCRA a costa de reprimir importaciones y restringir el acceso del sector privado a los dólares.
El 2013 está cubierto por los agrodólares pero, ¿de qué depende la continuidad del crecimiento? Es poco probable que el Gobierno se decida a atacar la inflación como problema macroestructural. Pero cuenta con dos cartas que podrían descomprimir parcialmente estas restricciones. Si YPF logra captar los recursos necesarios para financiar la puesta en valor de las reservas neuquinas de gas y petróleo, podría paulatinamente cerrar el déficit energético. Entre 2003 y 2011 las importaciones por este rubro pasaron de US$ 500 millones a casi US$ 10 mil millones. Un ahorro de divisas en este frente generaría más dólares para alimentar el crecimiento de la actividad y financiar los pagos de deuda pública.
En el frente fiscal, avanzar en la quita de subsidios es fundamental para recomponer las finanzas en pesos. Mediante quitas selectivas (por ejemplo en transporte) y menores subsidios al sector energético, el Gobierno estaría en condiciones de ahorrar al menos un par de puntos del PBI. Esto es, el equivalente al déficit proyectado para 2012 que no casualmente está siendo financiado con emisión.
Obviamente existen supuestos (críticos) detrás de este análisis. Que los precios internacionales sigan acompañando y que el Gobierno no frene el ritmo de suba del tipo de cambio oficial. Nada parece indicar que éste no pueda ser el escenario de los próximos años.