Actualidad y política
Re: Actualidad y política
¿Cuándo se jodió la economía K?
Por Lucas Llach
Valga, ojalá, el verbo del título en esta sección seria de un diario serio, porque está tomado de esa pregunta que se formulaba Mario Vargas Llosa en Conversación en la Catedral : "¿Cuándo se jodió el Perú?" ¿Es apropiada una pregunta análoga para una economía que, con luces y sombras, creció de manera respetable en los años kirchneristas? Después de todo, la Argentina logró sumarse al crecimiento de los países emergentes e incluso recuperar el terreno perdido frente a sus vecinos en los años de crisis.
Sin embargo, las sombras se van haciendo más largas ahora que la luz del alto crecimiento se esconde en el poniente: la inflación; la pérdida gradual de competitividad; la tasa de interés inflada por ese default en la prosperidad que fue la manipulación de las cifras del Indec con que se actualizan los bonos indexados; las regulaciones e impuestos al comercio exterior, no empardados en el mundo capitalista; los controles cambiarios comparables a los que rigen en Venezuela e Irán.
Con el segundo mandato de Cristina, la política económica parece estar delineando una nueva fase del modelo: la DesIndustrialización por Sustitución de Importaciones (DISI). Caricatura de su antecesora de mediados del siglo pasado -la recordada ISI, Industrialización por Sustitución de Importaciones-, la DISI comparte con aquélla el instrumento de los permisos previos de importación, pero es recesiva por anacrónica: en una industria que se adaptó durante 20 años a la globalización, son muchos más los sectores perjudicados por el control masivo a las importaciones de sus insumos que los beneficiados por la desaparición de la competencia importada en el mercado de sus productos.
¿Cómo llegamos a un esquema que parece asegurar el final del ciclo económico K tal como lo conocimos? Económicamente, la segunda presidencia de Cristina se inició en los últimos días hábiles previos a la elección de octubre, cuando finalmente llegó ese horizonte tan temido contenido en la frase: "Hasta las elecciones no van a devaluar". La mera posibilidad de una devaluación para corregir el incesante deterioro de la competitividad generó la corrida de octubre y desembocó en los controles cambiarios de noviembre. La escasez de dólares, incluso en el mercado cambiario oficial, dio lugar a la consagración final de Moreno como cancerbero de la economía argentina.
En última instancia, pues, llegamos a la DISI y los controles cambiarios por un problema previo que viene desde hace tiempo: la convivencia imposible entre precios que suben por el ascensor y dólar que va por la escalera. El atraso cambiario resultante es diferente de otros (por ejemplo, el de Brasil) porque es más costoso corregirlo con una devaluación, que en un contexto inflacionario implicaría, menos tarde que temprano, un aumento proporcional de los precios.
La entrada al laberinto en que se encuentra hoy la economía K debe buscarse, entonces, en un momento no tan reciente: en la fecha en que la política económica eligió el camino de inflación alta con atraso cambiario. En el origen del problema está la adopción de la doctrina del Tipo de Cambio Real Alto y Estable (Tcrae). Ese credo postulaba que era conveniente para el país tener niveles de salarios en dólares comparables a los de la India o China, y que eso era posible manteniendo el dólar en niveles muy altos en comparación con los precios vigentes en el país. El dólar de 3 o 4 pesos de 2003 o 2004 que defendían los teóricos del Tcrae generaba un nivel de precios en dólares similar al que hoy se obtendría con un dólar de entre 10 y 14 pesos (según la fecha de que se trate), o la competitividad que hoy se obtendría (dados los movimientos internacionales de precios) con un dólar de entre 7 y 10 pesos. Créalo: en aquella época discutíamos si un dólar cerca de $ 10, a valor hoy, era o no un dólar alto e inflacionario. Claro que lo era.
¿Confusión colectiva?
¿Padecimos una gran confusión colectiva al adoptar el Tcrae como política oficial? No completamente colectiva. Había entonces una alternativa, y es posible establecer una fecha exacta en la que se decidió no adoptarla. La administración Prat-Gay del Banco Central tenía programada la adopción explícita del sistema de metas de inflación -como el de Brasil, Chile, Australia, entre otros- a partir de 2005, que habría implicado una flexibilidad cambiaria en ambas direcciones, no sólo ascendente. Pero por ese motivo fue reemplazado el 24 de septiembre de 2004 por una conducción más manejable para el dúo Kirchner-Lavagna. De aquel intento de Prat-Gay de adoptar un esquema monetario menos telúrico que el Tcrae sólo quedaron los Informes de Inflación, una publicación trimestral del BCRA que al poco tiempo se transformó en uno de los testimonios más tristes de la manipulación de las estadísticas en la Argentina.
¿De qué sirve esta historia contrafáctica? ¿Para qué imaginar hoy lo que pudimos haber sido y no somos: un país emergente de crecimiento alto, inflación baja y sin cepos asociados al temor a devaluar? Sirve para recordar, la próxima vez, una de las lecciones de Robert McNamara en ese delicioso documental llamado The Fog of War : cuando no estamos seguros como país si estamos haciendo lo correcto, miremos qué hace el resto del mundo. Si estamos haciendo algo muy diferente, sospechemos un poco de nosotros mismos.
http://www.lanacion.com.ar/1445952-cuan ... economia-k
Por Lucas Llach
Valga, ojalá, el verbo del título en esta sección seria de un diario serio, porque está tomado de esa pregunta que se formulaba Mario Vargas Llosa en Conversación en la Catedral : "¿Cuándo se jodió el Perú?" ¿Es apropiada una pregunta análoga para una economía que, con luces y sombras, creció de manera respetable en los años kirchneristas? Después de todo, la Argentina logró sumarse al crecimiento de los países emergentes e incluso recuperar el terreno perdido frente a sus vecinos en los años de crisis.
Sin embargo, las sombras se van haciendo más largas ahora que la luz del alto crecimiento se esconde en el poniente: la inflación; la pérdida gradual de competitividad; la tasa de interés inflada por ese default en la prosperidad que fue la manipulación de las cifras del Indec con que se actualizan los bonos indexados; las regulaciones e impuestos al comercio exterior, no empardados en el mundo capitalista; los controles cambiarios comparables a los que rigen en Venezuela e Irán.
Con el segundo mandato de Cristina, la política económica parece estar delineando una nueva fase del modelo: la DesIndustrialización por Sustitución de Importaciones (DISI). Caricatura de su antecesora de mediados del siglo pasado -la recordada ISI, Industrialización por Sustitución de Importaciones-, la DISI comparte con aquélla el instrumento de los permisos previos de importación, pero es recesiva por anacrónica: en una industria que se adaptó durante 20 años a la globalización, son muchos más los sectores perjudicados por el control masivo a las importaciones de sus insumos que los beneficiados por la desaparición de la competencia importada en el mercado de sus productos.
¿Cómo llegamos a un esquema que parece asegurar el final del ciclo económico K tal como lo conocimos? Económicamente, la segunda presidencia de Cristina se inició en los últimos días hábiles previos a la elección de octubre, cuando finalmente llegó ese horizonte tan temido contenido en la frase: "Hasta las elecciones no van a devaluar". La mera posibilidad de una devaluación para corregir el incesante deterioro de la competitividad generó la corrida de octubre y desembocó en los controles cambiarios de noviembre. La escasez de dólares, incluso en el mercado cambiario oficial, dio lugar a la consagración final de Moreno como cancerbero de la economía argentina.
En última instancia, pues, llegamos a la DISI y los controles cambiarios por un problema previo que viene desde hace tiempo: la convivencia imposible entre precios que suben por el ascensor y dólar que va por la escalera. El atraso cambiario resultante es diferente de otros (por ejemplo, el de Brasil) porque es más costoso corregirlo con una devaluación, que en un contexto inflacionario implicaría, menos tarde que temprano, un aumento proporcional de los precios.
La entrada al laberinto en que se encuentra hoy la economía K debe buscarse, entonces, en un momento no tan reciente: en la fecha en que la política económica eligió el camino de inflación alta con atraso cambiario. En el origen del problema está la adopción de la doctrina del Tipo de Cambio Real Alto y Estable (Tcrae). Ese credo postulaba que era conveniente para el país tener niveles de salarios en dólares comparables a los de la India o China, y que eso era posible manteniendo el dólar en niveles muy altos en comparación con los precios vigentes en el país. El dólar de 3 o 4 pesos de 2003 o 2004 que defendían los teóricos del Tcrae generaba un nivel de precios en dólares similar al que hoy se obtendría con un dólar de entre 10 y 14 pesos (según la fecha de que se trate), o la competitividad que hoy se obtendría (dados los movimientos internacionales de precios) con un dólar de entre 7 y 10 pesos. Créalo: en aquella época discutíamos si un dólar cerca de $ 10, a valor hoy, era o no un dólar alto e inflacionario. Claro que lo era.
¿Confusión colectiva?
¿Padecimos una gran confusión colectiva al adoptar el Tcrae como política oficial? No completamente colectiva. Había entonces una alternativa, y es posible establecer una fecha exacta en la que se decidió no adoptarla. La administración Prat-Gay del Banco Central tenía programada la adopción explícita del sistema de metas de inflación -como el de Brasil, Chile, Australia, entre otros- a partir de 2005, que habría implicado una flexibilidad cambiaria en ambas direcciones, no sólo ascendente. Pero por ese motivo fue reemplazado el 24 de septiembre de 2004 por una conducción más manejable para el dúo Kirchner-Lavagna. De aquel intento de Prat-Gay de adoptar un esquema monetario menos telúrico que el Tcrae sólo quedaron los Informes de Inflación, una publicación trimestral del BCRA que al poco tiempo se transformó en uno de los testimonios más tristes de la manipulación de las estadísticas en la Argentina.
¿De qué sirve esta historia contrafáctica? ¿Para qué imaginar hoy lo que pudimos haber sido y no somos: un país emergente de crecimiento alto, inflación baja y sin cepos asociados al temor a devaluar? Sirve para recordar, la próxima vez, una de las lecciones de Robert McNamara en ese delicioso documental llamado The Fog of War : cuando no estamos seguros como país si estamos haciendo lo correcto, miremos qué hace el resto del mundo. Si estamos haciendo algo muy diferente, sospechemos un poco de nosotros mismos.
http://www.lanacion.com.ar/1445952-cuan ... economia-k
Re: Actualidad y política
Le regalaron la jubilaciòn, a màs de dos millones de personas que no habìan aportado nunca, en perjuicio de los que la pusieron de 30 a 45 años. Hubo gente que aprovechò el regalo y se jubilò, gente que tiene recursos propiedades etc.
Bajaron asì la cantidad de gente que cobra la mìnima que era del 25 o/o a casi hoy del 80 o/o. Estos ineptos que gobiernan nivelaron para abajo, perjudicando a la gente que aportò.
Para la gente sin recursos y sin aportes le hubieran dado un monto mensual con partidas especiales anuales aprobadas por el Congreso o con DNU, pero prefirieron regalar las jubilaciones para captar votos de cualquier modo, no importò si perjudicaban a la gente que aportò al sistema, durante tantos años.
A su vez como tuvieron congeladas las jubilaciones -salvo la mìnima-, generaron unos 500.000 juicios de jubilados, que los pagan cuando quieren.
Ahora Ella "Isabelita ilustrada", anuncia el aumento que se va a cobrar en Abril de poco màs de $ 1.600 pesos, siendo un neto a cobrar de unos 1.450 pesos. Es condenar a los viejos a la miseria, mientra gastan la plata de cualquier modo.
Pero Ella, se acaba de comprar dos Dptos., en Pto. Madero uno de 435 m2, y otro de màs de 200 m2, màs 6/8 cocheras.
Esa es la distribuciòn de la riqueza que tanto pregonan: PARA ELLOS.
Bajaron asì la cantidad de gente que cobra la mìnima que era del 25 o/o a casi hoy del 80 o/o. Estos ineptos que gobiernan nivelaron para abajo, perjudicando a la gente que aportò.
Para la gente sin recursos y sin aportes le hubieran dado un monto mensual con partidas especiales anuales aprobadas por el Congreso o con DNU, pero prefirieron regalar las jubilaciones para captar votos de cualquier modo, no importò si perjudicaban a la gente que aportò al sistema, durante tantos años.
A su vez como tuvieron congeladas las jubilaciones -salvo la mìnima-, generaron unos 500.000 juicios de jubilados, que los pagan cuando quieren.
Ahora Ella "Isabelita ilustrada", anuncia el aumento que se va a cobrar en Abril de poco màs de $ 1.600 pesos, siendo un neto a cobrar de unos 1.450 pesos. Es condenar a los viejos a la miseria, mientra gastan la plata de cualquier modo.
Pero Ella, se acaba de comprar dos Dptos., en Pto. Madero uno de 435 m2, y otro de màs de 200 m2, màs 6/8 cocheras.
Esa es la distribuciòn de la riqueza que tanto pregonan: PARA ELLOS.
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Re: Actualidad y política
Impresentable , ese Zaiat... su dependencia a los sobres de coima que le vienen de la Rosada lo hace ignorar que Argentina es el unico pais Latinomericano que sigue su cuesta abajo inexorable... encima, para nio hablar de la fuga de capitales, la desinversion , la inflacion, y el estallido inexorable que veremos en un tiempo, se pone a hablar de Grecia, tema obviamente del cual tampoco sabe un pomo... en ese caso lo debe hacer gratis porque no creo que le paguen desde allá, pero es tanta la propension que tiene de hablar al pe** que igual lo hace gratis.. por eso, con nosotros a sueldo, con los griegos gratis , el tipo es una maquina de escribir boludeces...
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Re: Actualidad y política
Este Zaiat parece que no se dió cuenta que vienen ajustando con la inflación y ahora, le sumaron la sintonía fina.
Re: Actualidad y política
Muy bueno el artículo de Zaiat (hoy temprano lo linkeè en el tópic de cupones).
Re: Actualidad y política
Galaico escribió:Excelente![]()
Los ajustemaníacos
678
Por Alfredo Zaiat
Existe cierta fascinación por emplear la palabra ajuste en casi todos los temas vinculados a la economía. Es una atracción que no discrimina corriente de pensamiento, desde la conservadora, pasando por la heterodoxa y hasta la de izquierda. Pocas medidas o iniciativas económicas quedan fuera de esa categoría. Algunos lo proponen como parte fundamental de su concepción, como los miembros de la grey ortodoxa, porque consideran que la economía debe alcanzar el equilibrio. Como se trata de un objetivo ilusorio, el ajuste debe ser permanente, en diferentes variables, considerado en forma positiva por ser un sendero necesario, aunque implique costos sociales elevados para la mayoría. Es la idea que se instaló con fuerza en la década del noventa. En reacción a esa hegemonía en el espacio público, la heterodoxia en todas sus vertientes le asignó una valorización negativa, que en términos políticos es muy útil porque permite transmitir un mensaje contundente. Pero la utilización constante de la palabra ajuste revela cierta debilidad en nociones propias, porque se trata de un concepto de la ortodoxia, que desplaza del centro de la interpretación la compleja disputa de los sujetos sociales en el ámbito de la economía y la política. Es como si todos, ya sea quienes lo consideran un factor indiscutible o quienes lo desaprueban, se hubieran convertido en “ajustemaníacos”.
Resulta necesario precisar el alcance de lo que se considera ajuste para evitar que cualquier movimiento de variables de la economía sea considerado como tal. Desde hace varios meses, antes de las elecciones presidenciales, comenzó a instalarse que el ajuste es inevitable para la economía argentina. Economistas del establishment, en realidad, lo han estado postulando desde el mismo momento en que la economía empezó a crecer desafiando las recetas ortodoxas. Luego de los comicios, ante los movimientos realizados por el Gobierno en el rubro subsidios y en el objetivo de ubicar en un escalón inferior la variación nominal de precios y salarios, se han sumado más voces, en este caso, alertando sobre la implementación de un ajuste que se niega.
No deja de ser sugestivo tanto énfasis en categorizar todo en el renglón del ajuste, que, si se eluden las legítimas motivaciones políticas que lo exponen, no se expresa en los hechos. El 2011 culminó con un fortísimo aumento del salario real. Según el Indec, el promedio de los salarios de la economía creció 2,4 por ciento en diciembre y marcó una suba de 29,4 por ciento en 2011, la mayor de los últimos años. Las remuneraciones de los trabajadores formales aumentaron 3,0 por ciento respecto de noviembre, explicando un aumento de 35,8 por ciento anual. De este modo, considerando el dibujo al alza del índice promedio de las consultoras privadas, el poder adquisitivo del salario creció 13 puntos porcentuales en el caso de los trabajadores registrados y 11 puntos para los trabajadores no registrados. Variación que es todavía mayor en relación al desacreditado índice oficial, garabateado a la baja. No hay indicios de que la negociación salarial de este año pueda hacerle perder terreno a los ingresos de los trabajadores, debido a la fortaleza recuperada de los sindicatos, la caída del desempleo y la revitalizada interna de la CGT. Por lo pronto, los bancarios consiguieron para el primer trimestre, a cuenta del acuerdo anual, un adelanto de 1380 pesos, mientras que los aceiteros rubricaron un aumento del 24 por ciento, con un básico de 6200 pesos. Los textiles obtuvieron un alza de 26 a 28 por ciento. Todas esas variaciones se ubican por encima de la inflación esperada, que ha mostrado cierta desaceleración en los últimos cuatro meses.
La suba anunciada para los jubilados del 17,6 por ciento terminó descolocando a los “ajustemaníacos”, que habían estimado una mejora sustancialmente más baja. Ese aumento es el mayor desde que rige la ley de movilidad y se aplica en momentos en que, según los miembros de esa nueva agrupación de profecías incumplidas, ha comenzado el año del ajuste de la economía argentina. A partir de marzo, el haber mínimo pasará a 1687 pesos, y en septiembre se volverá a modificar al alza. Ese monto lo cobrarán desde el mes que viene 6.879.375 personas, de las cuales 5.718.704 son jubilados y pensionados y 1.160.671 perciben pensiones no contributivas. En total, 1919 millones de pesos por mes y 24.950 millones en un año se volcarán al mercado interno, pasando a representar el gasto previsional un 6,6 por ciento del PBI, volviendo a los máximos históricos.
Trabajadores, por el lado de los salarios, y jubilados, por la mejora de los haberes, quedan excluidos del supuesto escenario de ajuste que pronostican para este año, según se desprende de esas cifras que son más rigurosas que estimaciones.
El otro frente de deseos de los “ajustemaníacos” se encuentra en el rubro subsidios. Hasta ahora la quita directa o el envío de cartas para manifestar la necesidad de preservarlo no ha involucrado áreas de sectores socioeconómicos vulnerables o medios. Sólo el gobierno conservador de la ciudad de Buenos Aires aplicó un desproporcionado aumento de tarifas en el subte que afecta a todos los usuarios sin discriminar su poder adquisitivo. La más que privilegiada clase media del área metropolitana todavía no ha sido afectada, pero no debería estar inquieta porque durante años gran parte de ella ha incorporado como propio el discurso conservador de criticar los subsidios a la luz, el gas y el agua. De todos modos, si finalmente alcanzara a ciertos sectores medios, además de a los medios-alto y alto, la eliminación parcial y gradual de los subsidios no impactaría en gran medida en la demanda interna, puesto que se concentrará en la población de ingresos más altos y con mayor capacidad de ahorro. De acuerdo con el comportamiento histórico de esos grupos sociales, no disminuirán el consumo del resto de los bienes y servicios por pagar más las facturas de luz, gas y agua, ya que tienen la capacidad de mantener su nivel de gasto sin resignar una parte significativa de su tasa de ahorro.
Con reflejos de los noventa, los “ajustemaníacos” tendrían más elementos para exteriorizar su obsesión en las economías europeas, donde podrán encontrarse con un festín. Esos gobiernos implementaron estrictos programas de austeridad fiscal con el fantasioso objetivo de restablecer la confianza de los inversores. Esos planes de ajustes de las finanzas públicas sólo contribuyeron a agravar el desempeño macroeconómico general, limitando en consecuencia la recomposición de la solvencia fiscal y elevando los riesgos sobre la estabilidad de los sistemas financieros regionales. Los casos más extremos son los de los países más vulnerables (Grecia, Irlanda y Portugal), con fortísimos ajustes fiscales como parte de las condicionalidades impuestos para recibir la asistencia financiera de la UE y del Fondo Monetario Internacional, en coordinación con el Banco Central Europeo. Las exigencias son impactantes. El ajuste fiscal acumulado requerido para Grecia es del 19 por ciento del PBI en el período 2011-2015; para Portugal, 10 por ciento del PBI en 201-2013; y para Irlanda, 8,5 por ciento en 2011-2013. Sin un paquete financiero, las políticas de ajuste fiscal, con un amplio abanico de medidas, se expandieron prácticamente a la totalidad de las economías de la Zona Euro, especialmente en España e Italia, pero alcanzando a Francia e incluso Alemania.
Si quieren ajuste, lo tienen en Europa.
azaiat@pagina12.com.ar
Re: Actualidad y política
Perdón que me meta pero hablando de transporte Por que en Enero del 2012 subió 0,8 y en Enero de
2011 fué algo asi como el 8,6% Que significa esto??
2011 fué algo asi como el 8,6% Que significa esto??
Re: Actualidad y política
Excelente
Los ajustemaníacos
Por Alfredo Zaiat
Existe cierta fascinación por emplear la palabra ajuste en casi todos los temas vinculados a la economía. Es una atracción que no discrimina corriente de pensamiento, desde la conservadora, pasando por la heterodoxa y hasta la de izquierda. Pocas medidas o iniciativas económicas quedan fuera de esa categoría. Algunos lo proponen como parte fundamental de su concepción, como los miembros de la grey ortodoxa, porque consideran que la economía debe alcanzar el equilibrio. Como se trata de un objetivo ilusorio, el ajuste debe ser permanente, en diferentes variables, considerado en forma positiva por ser un sendero necesario, aunque implique costos sociales elevados para la mayoría. Es la idea que se instaló con fuerza en la década del noventa. En reacción a esa hegemonía en el espacio público, la heterodoxia en todas sus vertientes le asignó una valorización negativa, que en términos políticos es muy útil porque permite transmitir un mensaje contundente. Pero la utilización constante de la palabra ajuste revela cierta debilidad en nociones propias, porque se trata de un concepto de la ortodoxia, que desplaza del centro de la interpretación la compleja disputa de los sujetos sociales en el ámbito de la economía y la política. Es como si todos, ya sea quienes lo consideran un factor indiscutible o quienes lo desaprueban, se hubieran convertido en “ajustemaníacos”.
Resulta necesario precisar el alcance de lo que se considera ajuste para evitar que cualquier movimiento de variables de la economía sea considerado como tal. Desde hace varios meses, antes de las elecciones presidenciales, comenzó a instalarse que el ajuste es inevitable para la economía argentina. Economistas del establishment, en realidad, lo han estado postulando desde el mismo momento en que la economía empezó a crecer desafiando las recetas ortodoxas. Luego de los comicios, ante los movimientos realizados por el Gobierno en el rubro subsidios y en el objetivo de ubicar en un escalón inferior la variación nominal de precios y salarios, se han sumado más voces, en este caso, alertando sobre la implementación de un ajuste que se niega.
No deja de ser sugestivo tanto énfasis en categorizar todo en el renglón del ajuste, que, si se eluden las legítimas motivaciones políticas que lo exponen, no se expresa en los hechos. El 2011 culminó con un fortísimo aumento del salario real. Según el Indec, el promedio de los salarios de la economía creció 2,4 por ciento en diciembre y marcó una suba de 29,4 por ciento en 2011, la mayor de los últimos años. Las remuneraciones de los trabajadores formales aumentaron 3,0 por ciento respecto de noviembre, explicando un aumento de 35,8 por ciento anual. De este modo, considerando el dibujo al alza del índice promedio de las consultoras privadas, el poder adquisitivo del salario creció 13 puntos porcentuales en el caso de los trabajadores registrados y 11 puntos para los trabajadores no registrados. Variación que es todavía mayor en relación al desacreditado índice oficial, garabateado a la baja. No hay indicios de que la negociación salarial de este año pueda hacerle perder terreno a los ingresos de los trabajadores, debido a la fortaleza recuperada de los sindicatos, la caída del desempleo y la revitalizada interna de la CGT. Por lo pronto, los bancarios consiguieron para el primer trimestre, a cuenta del acuerdo anual, un adelanto de 1380 pesos, mientras que los aceiteros rubricaron un aumento del 24 por ciento, con un básico de 6200 pesos. Los textiles obtuvieron un alza de 26 a 28 por ciento. Todas esas variaciones se ubican por encima de la inflación esperada, que ha mostrado cierta desaceleración en los últimos cuatro meses.
La suba anunciada para los jubilados del 17,6 por ciento terminó descolocando a los “ajustemaníacos”, que habían estimado una mejora sustancialmente más baja. Ese aumento es el mayor desde que rige la ley de movilidad y se aplica en momentos en que, según los miembros de esa nueva agrupación de profecías incumplidas, ha comenzado el año del ajuste de la economía argentina. A partir de marzo, el haber mínimo pasará a 1687 pesos, y en septiembre se volverá a modificar al alza. Ese monto lo cobrarán desde el mes que viene 6.879.375 personas, de las cuales 5.718.704 son jubilados y pensionados y 1.160.671 perciben pensiones no contributivas. En total, 1919 millones de pesos por mes y 24.950 millones en un año se volcarán al mercado interno, pasando a representar el gasto previsional un 6,6 por ciento del PBI, volviendo a los máximos históricos.
Trabajadores, por el lado de los salarios, y jubilados, por la mejora de los haberes, quedan excluidos del supuesto escenario de ajuste que pronostican para este año, según se desprende de esas cifras que son más rigurosas que estimaciones.
El otro frente de deseos de los “ajustemaníacos” se encuentra en el rubro subsidios. Hasta ahora la quita directa o el envío de cartas para manifestar la necesidad de preservarlo no ha involucrado áreas de sectores socioeconómicos vulnerables o medios. Sólo el gobierno conservador de la ciudad de Buenos Aires aplicó un desproporcionado aumento de tarifas en el subte que afecta a todos los usuarios sin discriminar su poder adquisitivo. La más que privilegiada clase media del área metropolitana todavía no ha sido afectada, pero no debería estar inquieta porque durante años gran parte de ella ha incorporado como propio el discurso conservador de criticar los subsidios a la luz, el gas y el agua. De todos modos, si finalmente alcanzara a ciertos sectores medios, además de a los medios-alto y alto, la eliminación parcial y gradual de los subsidios no impactaría en gran medida en la demanda interna, puesto que se concentrará en la población de ingresos más altos y con mayor capacidad de ahorro. De acuerdo con el comportamiento histórico de esos grupos sociales, no disminuirán el consumo del resto de los bienes y servicios por pagar más las facturas de luz, gas y agua, ya que tienen la capacidad de mantener su nivel de gasto sin resignar una parte significativa de su tasa de ahorro.
Con reflejos de los noventa, los “ajustemaníacos” tendrían más elementos para exteriorizar su obsesión en las economías europeas, donde podrán encontrarse con un festín. Esos gobiernos implementaron estrictos programas de austeridad fiscal con el fantasioso objetivo de restablecer la confianza de los inversores. Esos planes de ajustes de las finanzas públicas sólo contribuyeron a agravar el desempeño macroeconómico general, limitando en consecuencia la recomposición de la solvencia fiscal y elevando los riesgos sobre la estabilidad de los sistemas financieros regionales. Los casos más extremos son los de los países más vulnerables (Grecia, Irlanda y Portugal), con fortísimos ajustes fiscales como parte de las condicionalidades impuestos para recibir la asistencia financiera de la UE y del Fondo Monetario Internacional, en coordinación con el Banco Central Europeo. Las exigencias son impactantes. El ajuste fiscal acumulado requerido para Grecia es del 19 por ciento del PBI en el período 2011-2015; para Portugal, 10 por ciento del PBI en 201-2013; y para Irlanda, 8,5 por ciento en 2011-2013. Sin un paquete financiero, las políticas de ajuste fiscal, con un amplio abanico de medidas, se expandieron prácticamente a la totalidad de las economías de la Zona Euro, especialmente en España e Italia, pero alcanzando a Francia e incluso Alemania.
Si quieren ajuste, lo tienen en Europa.
azaiat@pagina12.com.ar

Los ajustemaníacos
Por Alfredo Zaiat
Existe cierta fascinación por emplear la palabra ajuste en casi todos los temas vinculados a la economía. Es una atracción que no discrimina corriente de pensamiento, desde la conservadora, pasando por la heterodoxa y hasta la de izquierda. Pocas medidas o iniciativas económicas quedan fuera de esa categoría. Algunos lo proponen como parte fundamental de su concepción, como los miembros de la grey ortodoxa, porque consideran que la economía debe alcanzar el equilibrio. Como se trata de un objetivo ilusorio, el ajuste debe ser permanente, en diferentes variables, considerado en forma positiva por ser un sendero necesario, aunque implique costos sociales elevados para la mayoría. Es la idea que se instaló con fuerza en la década del noventa. En reacción a esa hegemonía en el espacio público, la heterodoxia en todas sus vertientes le asignó una valorización negativa, que en términos políticos es muy útil porque permite transmitir un mensaje contundente. Pero la utilización constante de la palabra ajuste revela cierta debilidad en nociones propias, porque se trata de un concepto de la ortodoxia, que desplaza del centro de la interpretación la compleja disputa de los sujetos sociales en el ámbito de la economía y la política. Es como si todos, ya sea quienes lo consideran un factor indiscutible o quienes lo desaprueban, se hubieran convertido en “ajustemaníacos”.
Resulta necesario precisar el alcance de lo que se considera ajuste para evitar que cualquier movimiento de variables de la economía sea considerado como tal. Desde hace varios meses, antes de las elecciones presidenciales, comenzó a instalarse que el ajuste es inevitable para la economía argentina. Economistas del establishment, en realidad, lo han estado postulando desde el mismo momento en que la economía empezó a crecer desafiando las recetas ortodoxas. Luego de los comicios, ante los movimientos realizados por el Gobierno en el rubro subsidios y en el objetivo de ubicar en un escalón inferior la variación nominal de precios y salarios, se han sumado más voces, en este caso, alertando sobre la implementación de un ajuste que se niega.
No deja de ser sugestivo tanto énfasis en categorizar todo en el renglón del ajuste, que, si se eluden las legítimas motivaciones políticas que lo exponen, no se expresa en los hechos. El 2011 culminó con un fortísimo aumento del salario real. Según el Indec, el promedio de los salarios de la economía creció 2,4 por ciento en diciembre y marcó una suba de 29,4 por ciento en 2011, la mayor de los últimos años. Las remuneraciones de los trabajadores formales aumentaron 3,0 por ciento respecto de noviembre, explicando un aumento de 35,8 por ciento anual. De este modo, considerando el dibujo al alza del índice promedio de las consultoras privadas, el poder adquisitivo del salario creció 13 puntos porcentuales en el caso de los trabajadores registrados y 11 puntos para los trabajadores no registrados. Variación que es todavía mayor en relación al desacreditado índice oficial, garabateado a la baja. No hay indicios de que la negociación salarial de este año pueda hacerle perder terreno a los ingresos de los trabajadores, debido a la fortaleza recuperada de los sindicatos, la caída del desempleo y la revitalizada interna de la CGT. Por lo pronto, los bancarios consiguieron para el primer trimestre, a cuenta del acuerdo anual, un adelanto de 1380 pesos, mientras que los aceiteros rubricaron un aumento del 24 por ciento, con un básico de 6200 pesos. Los textiles obtuvieron un alza de 26 a 28 por ciento. Todas esas variaciones se ubican por encima de la inflación esperada, que ha mostrado cierta desaceleración en los últimos cuatro meses.
La suba anunciada para los jubilados del 17,6 por ciento terminó descolocando a los “ajustemaníacos”, que habían estimado una mejora sustancialmente más baja. Ese aumento es el mayor desde que rige la ley de movilidad y se aplica en momentos en que, según los miembros de esa nueva agrupación de profecías incumplidas, ha comenzado el año del ajuste de la economía argentina. A partir de marzo, el haber mínimo pasará a 1687 pesos, y en septiembre se volverá a modificar al alza. Ese monto lo cobrarán desde el mes que viene 6.879.375 personas, de las cuales 5.718.704 son jubilados y pensionados y 1.160.671 perciben pensiones no contributivas. En total, 1919 millones de pesos por mes y 24.950 millones en un año se volcarán al mercado interno, pasando a representar el gasto previsional un 6,6 por ciento del PBI, volviendo a los máximos históricos.
Trabajadores, por el lado de los salarios, y jubilados, por la mejora de los haberes, quedan excluidos del supuesto escenario de ajuste que pronostican para este año, según se desprende de esas cifras que son más rigurosas que estimaciones.
El otro frente de deseos de los “ajustemaníacos” se encuentra en el rubro subsidios. Hasta ahora la quita directa o el envío de cartas para manifestar la necesidad de preservarlo no ha involucrado áreas de sectores socioeconómicos vulnerables o medios. Sólo el gobierno conservador de la ciudad de Buenos Aires aplicó un desproporcionado aumento de tarifas en el subte que afecta a todos los usuarios sin discriminar su poder adquisitivo. La más que privilegiada clase media del área metropolitana todavía no ha sido afectada, pero no debería estar inquieta porque durante años gran parte de ella ha incorporado como propio el discurso conservador de criticar los subsidios a la luz, el gas y el agua. De todos modos, si finalmente alcanzara a ciertos sectores medios, además de a los medios-alto y alto, la eliminación parcial y gradual de los subsidios no impactaría en gran medida en la demanda interna, puesto que se concentrará en la población de ingresos más altos y con mayor capacidad de ahorro. De acuerdo con el comportamiento histórico de esos grupos sociales, no disminuirán el consumo del resto de los bienes y servicios por pagar más las facturas de luz, gas y agua, ya que tienen la capacidad de mantener su nivel de gasto sin resignar una parte significativa de su tasa de ahorro.
Con reflejos de los noventa, los “ajustemaníacos” tendrían más elementos para exteriorizar su obsesión en las economías europeas, donde podrán encontrarse con un festín. Esos gobiernos implementaron estrictos programas de austeridad fiscal con el fantasioso objetivo de restablecer la confianza de los inversores. Esos planes de ajustes de las finanzas públicas sólo contribuyeron a agravar el desempeño macroeconómico general, limitando en consecuencia la recomposición de la solvencia fiscal y elevando los riesgos sobre la estabilidad de los sistemas financieros regionales. Los casos más extremos son los de los países más vulnerables (Grecia, Irlanda y Portugal), con fortísimos ajustes fiscales como parte de las condicionalidades impuestos para recibir la asistencia financiera de la UE y del Fondo Monetario Internacional, en coordinación con el Banco Central Europeo. Las exigencias son impactantes. El ajuste fiscal acumulado requerido para Grecia es del 19 por ciento del PBI en el período 2011-2015; para Portugal, 10 por ciento del PBI en 201-2013; y para Irlanda, 8,5 por ciento en 2011-2013. Sin un paquete financiero, las políticas de ajuste fiscal, con un amplio abanico de medidas, se expandieron prácticamente a la totalidad de las economías de la Zona Euro, especialmente en España e Italia, pero alcanzando a Francia e incluso Alemania.
Si quieren ajuste, lo tienen en Europa.
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Re: Actualidad y política
quique43 escribió:Si hubiera un gobierno con sentido comùn, y ganas de hacer las cosas bien, ya tendrìamos en marcha el plan del Arquitecto Laura, cuyo proyecto duerme en el Congreso, sobre los 10.000 Kms., de Autopistas.
Con voluntad polìtica, y las mejoras que hubieran sido necesarias en ese proyecto, el plan tendrìa que estar en ejecuciòn.
A su vez orientando el trasporte de granos en ferrocarril, se podrìan sacar a muchos camiones de circulaciòn.
Pero como este gobierno es de cuarta, todo eso no importa. Que sigan los accidentes, muertos etc.
En materia de planificaciòn viàl, a pesar de la bonanza, pràcticamente no se ha echo nada.
Increíble: EL “PLAN AGROPECUARIO” NO CONTEMPLA LA TRANSFORMACION EN AUTOPISTA DE LA "RUTA SOJERA Nº 7", y así será imposible el transporte de granos.
Darío de Junín
Re: Actualidad y política
Si hubiera un gobierno con sentido comùn, y ganas de hacer las cosas bien, ya tendrìamos en marcha el plan del Arquitecto Laura, cuyo proyecto duerme en el Congreso, sobre los 10.000 Kms., de Autopistas.
Con voluntad polìtica, y las mejoras que hubieran sido necesarias en ese proyecto, el plan tendrìa que estar en ejecuciòn.
A su vez orientando el trasporte de granos en ferrocarril, se podrìan sacar a muchos camiones de circulaciòn.
Pero como este gobierno es de cuarta, todo eso no importa. Que sigan los accidentes, muertos etc.
En materia de planificaciòn viàl, a pesar de la bonanza, pràcticamente no se ha echo nada.
Con voluntad polìtica, y las mejoras que hubieran sido necesarias en ese proyecto, el plan tendrìa que estar en ejecuciòn.
A su vez orientando el trasporte de granos en ferrocarril, se podrìan sacar a muchos camiones de circulaciòn.
Pero como este gobierno es de cuarta, todo eso no importa. Que sigan los accidentes, muertos etc.
En materia de planificaciòn viàl, a pesar de la bonanza, pràcticamente no se ha echo nada.
Re: Actualidad y política
[
Un trabajador o jubilado que cobre más de 5.782 mensuales, le retienen de 9 a 35 % por Impuesto a las Ganancias.
Darío de Junín[/quote]
Darìo, porque se han dedicado a malgastar la plata, y ahora no saben de donde sacarla, entonces siguen engañando, y al trabajo personal le retienen lo que no deben.
Por eso insisto que han hecho polìtica de las peores, han comprado voluntades, y usado el dinero de cualquier modo.
Donde se ha visto que congelan tarifas durante 8/10 años, con la inflaciòn que tenemos? y le daban ese subsidio a los hoteles 5 estrellas, los bingos, hipodromos, casinos etc.
Todo esto disfrutando del momento excepcional que pasan los emergentes, pero este gobierno, ha tirado por la borda, todo el beneficio que supimos conseguir.
Un trabajador o jubilado que cobre más de 5.782 mensuales, le retienen de 9 a 35 % por Impuesto a las Ganancias.

Darío de Junín[/quote]
Darìo, porque se han dedicado a malgastar la plata, y ahora no saben de donde sacarla, entonces siguen engañando, y al trabajo personal le retienen lo que no deben.
Por eso insisto que han hecho polìtica de las peores, han comprado voluntades, y usado el dinero de cualquier modo.
Donde se ha visto que congelan tarifas durante 8/10 años, con la inflaciòn que tenemos? y le daban ese subsidio a los hoteles 5 estrellas, los bingos, hipodromos, casinos etc.
Todo esto disfrutando del momento excepcional que pasan los emergentes, pero este gobierno, ha tirado por la borda, todo el beneficio que supimos conseguir.
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Re: Actualidad y política
libero escribió:Se disfrazan de abanderados de los humildes anticapitalistas éstos kkaraduras kk, pero en sus vidas son neoliberales.-
Tampoco son neoliberales.
Un trabajador o jubilado que cobre más de 5.782 mensuales, le retienen de 9 a 35 % por Impuesto a las Ganancias.

Darío de Junín
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Re: Actualidad y política
Haciendo pasos sobre y bajo nivel de las vías, también aumentás la frecuencia de trenes y no gastás ni la mitad de lo qeu demanda la Paparruchada del Soterramiento que le dieron a la Gilada. Un Gasto Faraónico fruto de la Desidia e Inoperancia del Estado. El Default Estatal en su máxima expresión.
Es como solucionar los robos dándole plata de por vida al ladrón para evitar que salga armado a cometer asaltos.
Es como solucionar los robos dándole plata de por vida al ladrón para evitar que salga armado a cometer asaltos.
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