La división de poderes, instrumento de lucha política contra el absolutismo, configura una de las características de la república.
La raíz política de la teoría, fue expuesta por Montesquieu quien la diagramó para evitar la concentración de poder que degenera en tiranía y asegurar la libertad de los individuos. A él, le sucedieron diferentes personalidades del derecho que la plantearon: algunos la mantuvieron y compartieron, otros le impusieron correctivos y estuvieron los que la negaron y criticaron.
En nuestro país la teoría de la división de poderes fue receptada por Alberdi en sus “Bases”, pero con la particularidad de establecer un Poder Ejecutivo fuerte y vigoroso, sin dejar de lado los dispositivos necesarios para que no se rompiera el equilibrio entre los órganos de gobierno, esta idea fue seguida por los Constituyentes de 1853, que la plasmaron en nuestra Carta Magna.
Pero las funciones encarnadas en este órgano se han ampliado exageradamente, incluso en desmedro de los otros poderes del Estado, hasta llegar a un presidencialismo exacerbado.
El trabajo además contiene las características del presidencialismo argentino, principalmente durante la década del ´90, marcando esencialmente el alto grado de
concentración de poder que en los últimos tiempos ha adquirido el Presidente de la Nación, advirtiendo sobre el peligro que esto genera para el normal funcionamiento de las Instituciones.
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