Galaico escribió:Les dejo esta nota del mes de Marzo a ver si entienden un poco mejor de una vez por todas de que se trata.
En los últimos cinco años, dos millones de argentinos se sumaron a la clase media19/03/2012 La continua evolución de los sueldos sobre la inflación ha generado una mejora en el poder de compra y nivel de vida de buena parte de la sociedad. En particular, en los asalariados. Esto dio lugar a un continuo traspaso a la categoría socioeconómica conocida como "C2". La pirámide y su evolución Por Fernando Gutierrez
La "movilidad social ascendente" es uno de los conceptos que más suele escucharse en los discursos presidenciales, como aspiración explícita del modelo K.
Al punto que compite de igual a igual con el de "inclusión social" y el de "valor agregado", que también se ubican entre aquellas palabras que gozan del mayor número de menciones por parte de Cristina Kirchner.
Por ello, varias políticas implementadas en los últimos años han ido en el sentido de mejorar la capacidad de consumo de la población.
No en vano, una de las acusaciones que más irrita al Gobierno es que se ponga en duda las cifras sobre la disminución de la pobreza.
Lo cierto es que, acompañando al repunte de la economía, la capacidad de consumo -en estos últimos años- se ha incrementado y una creciente porción de la población ha podido acoplarse a lo que el imaginario social argentino define como "clase media".
Y si bien la polémica sobre qué aspectos deben ser tenidos en cuenta para saber si alguien pertenece a esta categoría social puede insumir horas de debate, lo cierto es que los indicadores ligados al consumo, empleo y pobreza tienen la contundencia suficiente como para afirmar que el total de integrantes de este segmento -al menos hasta ahora- ha ido in crescendo.
De no ser así, no se explicaría que un país haya batido año a año sus récords de ventas de autos, tecnología, electrodomésticos, turismo dentro y fuera del país, por citar sólo algunos ejemplos.
Los más de 850.000 cero kilómetro vendidos en 2011 son fiel testimonio de ello. Es más, seis de cada diez comercializados pertenecen a la categoría "pequeño" y de precio bajo, que en la industria se los define como "entrada de gama".
"Se incrementaron los salarios en la industria más de lo que subieron los autos. Por ende, se incorporaron más compradores al mercado", señala Abel Bomrad, presidente de la asociación de concesionarios.
Asociado a esto, un dato que los analistas suelen destacar es la explosión en la venta de motos, que rondó las 700.000 unidades y es particularmente fuerte en localidades pequeñas del interior.
De la misma forma, si el consumo fuera "de élite", tampoco podrían explicarse los 12 millones de celulares que cada año renuevan el parque de telefonía móvil.
Sobre este punto, Javier Casas Rua, titular de PriceWaterhouse Coopers, destaca: "El sector medio-bajo, que siente que no puede aspirar a una vivienda y que percibe que ahorrar no vale la pena, se dedica a comprar"
Y agrega: "A diferencia de lo que ocurría antes, no se trata de un consumo de marcas ‘B', sino que se busca una gratificación con las llamadas ‘A' o de primera línea. No es sólo la clase alta la que compra zapatillas de marca, o la que llena los estadios cuando viene alguna estrella del exterior a dar un recital".
La recuperación, en cifras
El fenómeno del traspaso de la población a la clase media se ha transformado en la tónica de las economías emergentes que, de la mano del boom de las materias primas, entre otras cuestiones, han experimentado una notable mejora en su calidad de vida.
El caso paradigmático es Brasil, durante décadas un ejemplo de desigualdad en distribución de la renta que, de acuerdo con las últimas estadísticas, ha incorporado aceleradamente al 60% de su población a los estándares de vida de la clase media.
¿Y en la Argentina? Establecer qué cantidad de gente se ubica en este segmento resulta ser un análisis complejo. Para empezar, porque no todos los analistas coinciden en el nivel de ingresos a partir del cual se debe considerar a un individuo, o a un grupo familiar, integrante de este nivel socioeconómico.
Pero de lo que nadie duda es de la mejora experimentada en los últimos años, gracias a una evolución salarial que, en forma sistemática, ha superado los niveles de inflación.
Sólo considerando los últimos dos años, la suba acumulada para los sueldos que se rigen por las paritarias ha sido de 65%, mientras que el alza de precios real fue del 52 por ciento.
Analistas que estudiaron el tema en profundidad han presentado estadísticas elocuentes. Uno de ellos es Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport.
Según su estimación, los sectores que mejor negociaron sus acuerdos obtuvieron en la última década mejoras de hasta 300 puntos porcentuales por encima de la inflación.
Es también ilustrativo un ranking internacional elaborado por Brookings Institution, que compara la mejora en el nivel de vida de varias grandes ciudades, tomando en consideración datos de PBI per capital, salarios y empleo.
La conclusión es que Buenos Aires es la ciudad de Sud América que ha recuperado su nivel de ingreso con más fuerza, superando incluso a San Pablo.
"El trabajo revela que aquellos lugares donde las commodities tienen más influencia en la actividad económica, son las que vieron crecer en mayor proporción sus ingresos. Por el contrario, se incrementaron menos en aquellas donde la construcción es el principal motor de crecimiento", observa Ricardo Delgado, economista jefe de la consultora Analytica.
El analista destaca que, como contrapartida de la recuperación de Buenos Aires, que ocupa el puesto 16 en el ranking global, Madrid recién aparece en el 195.
También se conoció recientemente un informe de Oxfam -organización no gubernamental que trabaja en el combate a la pobreza en 98 países- en el que aparece como destacada la mejora argentina.
Según este informe, de todos los integrantes del G-20, solamente cuatro han mejorado su ingreso y redistribución en los últimos años: Corea del Sur, Brasil, México... y Argentina.
En un intento de cuantificación sobre la clase media nacional, puede tomarse como referencia la pirámide de ingresos elaborada por Guillermo Oliveto, titular de la consultora W, y uno de los expertos más influyentes en el ámbito análisis de consumo, estratificación y tendencias de la población.
El analista clasifica a este segmento socioeconómico en tres subgrupos: clase media "alta", "típica" y "baja".
En esta categorización, para "escapar" de la categoría "baja", es decir de este último subgrupo, se requiere contar con un ingreso familiar superior a los $4.100.
Si se coincide con esta definición, entonces un 55% de la población argentina (unas 22 millones de personas) se encuentra por encima de este nivel, según los datos que se desprenden de la encuesta de hogares que realiza el INDEC.
Ahora bien, si se realiza un enfoque más conservador, de manera de identificar a lo que históricamente se ha entendido en el país como la "clase media típica", debería tomarse el sub-segmento conocido como "C2" (ver cuadro arriba).
En la jerga del análisis socio-económico, esta categoría define al público que, sin llegar al nivel de consumo de lujo que caracteriza al segmento "top" (ABC1), puede darse algunos gustos y llevar un tren de vida cercano al llamado "aspiracional" de los argentinos.
En buen romance, son las familias que viven en barrios relativamente bien cotizados, que pueden tener acceso al automóvil, a un buen nivel educativo en instituciones privadas para los hijos y a cierta capacidad de consumo de electrodomésticos, indumentaria y esparcimiento.
De acuerdo con la pirámide confeccionada por Oliveto, este sector (C2 o media alta) se compone de una franja de la población con un ingreso promedio de $13.800.
Si se establece como "piso" la cifra de $7.900 para comenzar a formar parte de la clase media, puede estimarse en casi 23% la cantidad de población que está por encima de ese nivel, según la encuesta de ingresos que realiza el INDEC en hogares.
Afectando a esa cifra por la inflación promedio de cada año (no la oficial sino la privada que mide la consultora Buenos Aires City), puede determinarse cuánto dinero se fue necesitando en cada momento para ingresar a la categoría C2.
Así, tomando la encuesta de hogares, es posible determinar, para cada año, qué porcentaje de la población tenía ingresos suficientes para estar por encima de ese "piso".
Y la evolución ha sido la siguiente:
Por ejemplo, en enero de 2004 -todavía con el efecto del empobrecimiento por arrastre de la recesión- no llegaba al 10% la cantidad de hogares con capacidad de consumo suficiente para una clase media-alta.
La recuperación fue muy rápida, en particular a partir de 2007. En ese año, el porcentaje de hogares argentinos que ya ingresaba en el segmento C2 era del 17%.
Con la mejora de salarios de los últimos dos años y ajustes por encima de la inflación, hubo un importante porcentaje de la población que pudo aumentar en términos reales su poder adquisitivo.
Según estos datos, en un período de cinco años, más de un 5% de las familias ascendió al punto de tener un consumo propio del tomado como referencia para la clase media.
Medido en términos poblacionales, son más de dos millones de personas.
¿Puede seguir?
El gran interrogante es si este fenómeno es sostenible o si, en la medida en que la situación económica se hace menos amigable, hay riesgos de que esta movilidad social ascendente se estanque o incluso se revierta.
Miguel Bein, uno de los economistas que primero advirtió sobre el surgimiento de una nueva "clase media trabajadora", advierte que en 2012 ya no será posible mantener el mismo ritmo de crecimiento salarial de los últimos años, que superó largamente a la tasa de devaluación y a la de inflación.
En la misma línea, Marcelo Capello, economista de la Fundación Mediterránea, advierte sobre una lección de la historia reciente: "Durante varias décadas, la estrategia de crecimiento de la demanda interna -fogoneada por el aumento de los salarios, jubilaciones y planes sociales- resultó no sustentable a largo plazo, por los desequilibrios que produce en las cuentas fiscales y comerciales del país".
En consecuencia advierte que, para sostener los actuales niveles de crecimiento, que han permitido sumar a más personas a la clase media, se necesitará que los precios de las materias primas que exporta la Argentina no sólo se sostengan sino que crezcan año a año.
Pero está claro que, más allá de las consideraciones, hay un factor político que influye sobre la evolución salarial.
A pocas semanas de retomar las paritarias, y en un contexto de tensión y conflictividad, los principales sindicatos han advertido que no estarán dispuestos a firmar acuerdos por debajo del 25 por ciento.
De hecho, las propias empresas ya tienen asumido y presupuestado en sus planes para 2012 que la masa salarial crecerá más cerca de lo que pretenden los sindicatos que de lo que desearía el Gobierno (ver nota: "Siga, siga: contra todos los pronósticos el salario real puede seguir creciendo").
En definitiva, esto lleva a pensar que el nivel de consumo podrá, de concretarse este escenario, subir a buen ritmo si bien el mismo sería menor al registrado hasta ahora.
En tanto, mirando al largo plazo, las opiniones comienzan a teñirse de pesimismo respecto de la capacidad con la que cuenta la Argentina para seguir "empujando" más y más personas al codiciado segmento de la clase media tradicional.
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