Interesante nota cuyos conceptos comparto, es un relato fiel de lo que son los jovenes libertarios, basta leer a los que por acá escriben para entender de donde sale tanta agresividad.
Las imágenes del video permiten establecer la secuencia. Tras un streaming compartido en el canal de la periodista María Julia Oliván, el líder piquetero le extiende la mano al militante libertario. “Dame la mano”, lo invita. “No, no, tocá para allá, ******”, rechaza el otro. La reacción es inmediata: “A mí no me digas ****** porque me levanto y te doy un sopapo”. El youtuber desafía: “Dale, dale”. Entonces el piquetero rodea la mesa, llega hasta el libertario y, en medio de los llamados a la calma de la conductora, comienza un juego de manos que por suerte no pasa a mayores.
Por otra parte,
el episodio refleja muchos de los mecanismos que los libertarios, inspirados en su jefe, ponen en práctica a diario. Y que no por casualidad se verifican en todos los populismos, sean de derecha o de izquierda.
Por ejemplo, la victimización. Anteayer por la tarde,
el youtuber se paseó por los medios denunciando que el piquetero lo había agredido sin razón. “Belliboni intentó asesinarme. Queda demostrado lo que son estas lacras inmundas”, escribió en las redes. Dijo que el piquetero le había pegado también a la conductora. El video, que apareció después, lo desmiente. Y muestra que la reacción de Belliboni fue precedida por el “******” con el que el libertario respondió al frustrado intento de saludo. Victimizarse paga. Javier Milei no se cansa de denunciar ataques del periodismo allí donde no suele haber más que una crítica, y a veces, menos que eso.
Otro síntoma, derivado del anterior, es la proyección. Alguna vez, al escribir sobre el kirchnerismo, lo llamé “efecto espejo”. Está claro que, al adjudicarle toda la violencia al piquetero, el youtuber desconoce la que él despliega. “Me atacan”, vocifera escandalizado. En la denuncia, borra la agresión que él descargó antes. O, más bien, la proyecta sobre el otro (esto no lava la responsabilidad de Belliboni). Es curioso. Al atribuir el odio y la violencia al piquetero, el libertario en realidad está describiendo sus propias actitudes. Es una dinámica habitual en los líderes populistas.
Por último, el insulto. En la Argentina, el “******” puede ser hasta una expresión cariñosa. No es el caso. La frase en la que viaja el insulto del youtuber deja en claro el desprecio que el piquetero le merece: no quiere con el otro el más mínimo contacto. Esto es lo significativo, porque refleja que los insultos de los libertarios, de Milei para abajo, no son solo una cuestión de forma. Yo, al menos, no los critico en nombre de la urbanidad o las buenas costumbres. El problema es lo que expresan.
Basura, rata, excremento humano, lacra inmunda. Son insultos que no reconocen al otro como ser humano. Quien critica al Gobierno no es una persona que puede estar equivocada en su apreciación. Es alguien al que se le niega, desde una supuesta superioridad moral, la condición misma de persona. Y eso porque, como encarnación del mal, representa al mismo demonio.
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