Re: Actualidad y política
Publicado: Dom Jul 06, 2014 11:06 am
Opinión !!!
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata).
La pregunta que más se repite entre políticos, operadores económicos y analistas es si la Argentina va a llegar, o no, a entrar en default.
El problema es que también es la cuestión que más se escucha dentro del kirchnerismo y del Gobierno, dado que nadie tiene muy en claro cuál es el futuro de la negociación, o no negociación, con los holdouts.
Desde que se conoció el fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos, cuando resolvió no tratar el reclamo argentino, la estrategia de la Casa Rosada fue embarrar la cancha lo máximo posible y judicializar toda la situación hasta el extremo de llevarla a un nivel que no existe antecedentes similares en la Justicia norteamericana buscando crear jurisprudencia.
Al mismo tiempo, a través de diarios oficialistas se lanzan rumores sobre el comportamientos que tomará la Argentina que no tienen sentido (que se presentará ante el Tribunal de La Haya, por ejemplo) o sobre hechos que no ocurren (que los hold-in habían comenzado a presentar acciones judiciales contra el Bank of New York Melon, agente pagador de la Argentina, algo que nunca ocurrió), queriendo influir sobre los operadores de bonos y los holdouts. Inocentes, sin duda.
En paralelo, el Gobierno llevó a cabo otras dos acciones.
** A nivel internacional, busca apoyo de organismos multilaterales que realicen declaraciones políticas con la ilusión manifiesta de querer presionar a la Administración de Barak Obama para que, a su vez, “influya” sobre el juez Thomas Griesa para que cambie su forma de actuar, como el caso de la Organización de Estados Americanos que, hasta hace poco, eran despreciados por la Casa Rosada; o el G77 + China, que no tienen impacto ni en los militantes fanáticos del oficialismo.
Este accionar confirma que todos en la Casa Rosada creen que la Justicia de los Estados Unidos es similar a la Justicia de Santa Cruz o de Chaco, donde políticos de segunda presionan a jueces de tercera para imponer su voluntad como si fuera un califato. Una visión provinciana del mundo que no deja de impresionar, dado que hace casi 12 años administran un país, con mayor o menor apoyo popular.
** A nivel interno, la estrategia es construir un relato épico del tramo final de la pelea contra los holdouts. Declaraciones altisonantes, descalificaciones reiteradas, bravuconadas realizadas por medios kirchneristas intentan mostrar a un Gobierno débil que resiste, a capa y espada, contra enemigo poderosísimos que sólo tienen como meta “someter” y esquilmar a un país como Argentina, que si no fuera por ellos, sería la potencia más grandes del planeta. Sin duda, un relato muy infantil.
Todo este comportamiento del Gobierno es el que mantiene el desconcierto en el mundo político y de las finanzas.
> Para unos, la Casa Rosada hace tanto escándalo por que está dispuesta a pagar a los holdouts.
> Para otros, que no hay acuerdo sobre los pasos a dar.
> Para un 3er. grupo, muy menor, que la Argentina se prepara para declarar el default y lanzar la épica de “vivir con lo nuestro” los últimos 17 meses que quedan hasta tener que ceder el poder a otra fuerza política.
Y los 3 grupos no dejan de tener razón.
En el Gobierno, como en otros temas claves del futuro argentino, hay 3 posiciones bien diferentes:
> los que quieren negociar duramente contra los holdouts, pero van a terminar pagando al estilo Repsol y Club de París (encabeza el grupo Axel Kicillof y su equipo),
> los que prefieren que algunos “intermediarios” gestionen un mejor acuerdo para la Argentina (dado que consideran que el ministro de Economía ha firmado acuerdos con la petrolera española y por la deuda europea muy caros para las arcas nacionales), y
> los que recomiendan, simple y sencillamente, declarar el default.
Por ahora, Cristina Fernández parece volcarse para la primera de las opciones, dado que el poder de convencimiento de Axel Kicillof sobre la Presidente de la Nación aparece intacto e, incluso, potenciado; mientras que se descarta la acción de “intermediarios” dado que no quiere pagarles por su intervención (“es un negocio de vivos”, se ha dicho en la Casa Rosada).
Pero la opción de default, por ahora descartada, no deja de generar cierto atractivo para un Gobierno que se ha caracterizado por hacer de la victimización un arte para construir poder e imagen, aunque ya no tenga hoy el impacto y resultado que tuvo en el pasado.
En los pasillos de Balcarce 50 son pocos los que creen que el kirchnerismo pueda dejar un relevo presidencial controlable y necesitan articular un historia sobre porqué deberán dejar el poder luego de ser los creadores e impulsores de la “Década Ganada”.
Es necesario construir un relato de la despedida y, en ese marco, ¿qué mejor que responsabilizar a los holdouts por la derrota política que tendrá el kirchnerismo en 2015? ¿Qué mejor que culpar al default como la causa de perder las elecciones dentro de 15 meses? En el fondo, según la Casa Rosada, la Argentina quiso honrar sus deudas, pero no la dejaron pagar...
Quienes impulsan la idea del default niegan los efectos negativos que tendrá sobre la inversión, la producción, las fuentes de trabajo y sobre el consumo que tendrá el aislamiento internacional que puede causar declarar un nuevo no pago de la deuda externa e interna. Y, para ello, muestran una lluvia de cifras que, para una mente inocente, hasta podrían ser atractivas.
Según estos vendedores de fantasías económicas, que creyeron firmemente en los US$20.000 millones que Néstor Kirchner dijo que invertiría China, la Argentina puede obtener hasta US$40.000 millones en inversiones de Rusia, mucha de ella, por energía nuclear: YPF puede atraer hasta US$35.000 millones en inversiones en Vaca Muerta, también dicen que Brasil podría abrir una línea de crédito blanda por US$20.000 millones para hacer grandes obras y dicen que si no hacemos pagos al exterior y se nacionaliza el comercio exterior se pueden llegar a sumar otros US$20.000 millones.
El escritor Isaac Asimov decía que había gente sufría la “fiebre de las grandes cifras” y se embriagaban con citar números inmensos (hasta llegó a escribir un libro sobre el tema). Sin duda, hay un grupito de kirchneristas ortodoxos que sufre esa “fiebre de las grandes cifras” (son los mismos que siempre creyeron los datos del INdEC) y creen que sus fantasías numéricas pueden impulsar la economía de un país.
Y el problema de un Gobierno en retirada es que puede optar por alternativas que no sean realistas, pero que terminan por ahogar el futuro económico de la Argentina. Ocurrió con Raúl Alfonsín, que quedó envuelto en la interna radical y nunca encontró salida a la crisis económica que ellos mismos crearon; Carlos Saúl Menem se enamoró de la Convertibilidad y terminó su mandato en con una enorme recesión, lo mismo pasó con Fernando de la Rúa y todo sabemos cómo dejó la Casa Rosada.
Desde el regreso de la democracia, los gobiernos no han creado buenas condiciones para que otras fuerzas hereden el poder. Armar “campos minados” parece ser la estrategia más aceptada. Por eso, el temor de la clase política, los operadores económicos y los analistas: ¿Cristina Fernández prepara el camino de salida del gobierno creando un “puente de plata” para su heredero o un “campo minado” para su enemigo político?
Los datos macroeconómicos, semana a semana, son peores. Por ejemplo, esta semana supimos que las exportaciones industriales son las más bajas desde 2011, el déficit fiscal supera el 3% del PBI y tiende a seguir creciendo dado que sin el auxilio del Banco Central y del Anses subió 124% en el cuatrimestre y la masa de subsidios creció 59%, mientras que la recaudación aumentó 19 puntos menos; el 2do. mayor productor de pollos de la Argentina, Rasic S.A. (Cresta Roja), se presentó en concurso; y la industria automotriz no parece reaccionar pese al ProCreAuto. Sólo para dar nos pocos datos sueltos de una economía en recesión.
En este escenario, un final glorioso del Gobierno de Cristina Fernández parece una fantasía. Casi con seguridad, nos encaminamos a una elección que se realizará en medio de una recesión importante, con destrucción de fuentes de trabajo y alta inflación, que orada el poder de compra del salario. Por eso, la construcción de un final épico comienza a ganar espacio dentro de la Casa Rosada.
Cristina Fernández se autonombra heredera del pensamiento montonero de la década de los años '70. Haber sobrevivido dentro del peronismo pese a que Juan Domingo Perón echó de la Plaza de Mayo al montonerismo y a la persecución de la Dictadura Militar, haber crecido pese al menemismo y haber controlado al Partido Justicialista pese a la supremacía duhaldista del 2003 ya es una épica política. Que Néstor Kirchner impusiera a su esposa como Presidente de la Nación sin que el peronismo reaccionara y que Cristina Fernández lograra 54% de los votos luego de la muerte de su esposo, facilitan consolidar la fantasía de la épica política. Por eso, la idea de conformar un relato épico de la salida del poder no es descabellada.
El cafierismo nunca se autopercibió como eterno, menos el menemismo ni el duhaldismo. Sin embargo, el kirchnerismo soñó con 16 años de gobierno y con ser un proyecto político superador del peronismo. Cristina Fernández aún espera poder elegir a su heredero y no son pocos los funcionarios y legisladores kirchneristas que creen que podrán retener sus espacios de poder en un próximo gobierno filokirchnerista.
Pero si algo queda claro desde la reelección es que una cosa es lo que diseña la Casa Rosada y otras lo que sucede. Luego del 54%, el Gobierno ha fracasado con los cepos cambiarios e importador, no frenó el drenaje de divisas, no pudo evitar una devaluación, ni contener la inflación, ni revertir la recesión, ni mejorar el poder de compra del salario, ni convencer a la Justicia de los Estados Unidos. ¿Por qué podría lograr una salida ordenada y épica del Gobierno dejando un “campo minado” a su heredero?
Por eso, el temor de políticosy operadores económicos encierra la gran duda sobre cómo terminará el ciclo kirchnerista y cómo dejará el país.
Completo
http://www.urgente24.com/228510-cristin ... ation=show
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata).
La pregunta que más se repite entre políticos, operadores económicos y analistas es si la Argentina va a llegar, o no, a entrar en default.
El problema es que también es la cuestión que más se escucha dentro del kirchnerismo y del Gobierno, dado que nadie tiene muy en claro cuál es el futuro de la negociación, o no negociación, con los holdouts.
Desde que se conoció el fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos, cuando resolvió no tratar el reclamo argentino, la estrategia de la Casa Rosada fue embarrar la cancha lo máximo posible y judicializar toda la situación hasta el extremo de llevarla a un nivel que no existe antecedentes similares en la Justicia norteamericana buscando crear jurisprudencia.
Al mismo tiempo, a través de diarios oficialistas se lanzan rumores sobre el comportamientos que tomará la Argentina que no tienen sentido (que se presentará ante el Tribunal de La Haya, por ejemplo) o sobre hechos que no ocurren (que los hold-in habían comenzado a presentar acciones judiciales contra el Bank of New York Melon, agente pagador de la Argentina, algo que nunca ocurrió), queriendo influir sobre los operadores de bonos y los holdouts. Inocentes, sin duda.
En paralelo, el Gobierno llevó a cabo otras dos acciones.
** A nivel internacional, busca apoyo de organismos multilaterales que realicen declaraciones políticas con la ilusión manifiesta de querer presionar a la Administración de Barak Obama para que, a su vez, “influya” sobre el juez Thomas Griesa para que cambie su forma de actuar, como el caso de la Organización de Estados Americanos que, hasta hace poco, eran despreciados por la Casa Rosada; o el G77 + China, que no tienen impacto ni en los militantes fanáticos del oficialismo.
Este accionar confirma que todos en la Casa Rosada creen que la Justicia de los Estados Unidos es similar a la Justicia de Santa Cruz o de Chaco, donde políticos de segunda presionan a jueces de tercera para imponer su voluntad como si fuera un califato. Una visión provinciana del mundo que no deja de impresionar, dado que hace casi 12 años administran un país, con mayor o menor apoyo popular.
** A nivel interno, la estrategia es construir un relato épico del tramo final de la pelea contra los holdouts. Declaraciones altisonantes, descalificaciones reiteradas, bravuconadas realizadas por medios kirchneristas intentan mostrar a un Gobierno débil que resiste, a capa y espada, contra enemigo poderosísimos que sólo tienen como meta “someter” y esquilmar a un país como Argentina, que si no fuera por ellos, sería la potencia más grandes del planeta. Sin duda, un relato muy infantil.
Todo este comportamiento del Gobierno es el que mantiene el desconcierto en el mundo político y de las finanzas.
> Para unos, la Casa Rosada hace tanto escándalo por que está dispuesta a pagar a los holdouts.
> Para otros, que no hay acuerdo sobre los pasos a dar.
> Para un 3er. grupo, muy menor, que la Argentina se prepara para declarar el default y lanzar la épica de “vivir con lo nuestro” los últimos 17 meses que quedan hasta tener que ceder el poder a otra fuerza política.
Y los 3 grupos no dejan de tener razón.
En el Gobierno, como en otros temas claves del futuro argentino, hay 3 posiciones bien diferentes:
> los que quieren negociar duramente contra los holdouts, pero van a terminar pagando al estilo Repsol y Club de París (encabeza el grupo Axel Kicillof y su equipo),
> los que prefieren que algunos “intermediarios” gestionen un mejor acuerdo para la Argentina (dado que consideran que el ministro de Economía ha firmado acuerdos con la petrolera española y por la deuda europea muy caros para las arcas nacionales), y
> los que recomiendan, simple y sencillamente, declarar el default.
Por ahora, Cristina Fernández parece volcarse para la primera de las opciones, dado que el poder de convencimiento de Axel Kicillof sobre la Presidente de la Nación aparece intacto e, incluso, potenciado; mientras que se descarta la acción de “intermediarios” dado que no quiere pagarles por su intervención (“es un negocio de vivos”, se ha dicho en la Casa Rosada).
Pero la opción de default, por ahora descartada, no deja de generar cierto atractivo para un Gobierno que se ha caracterizado por hacer de la victimización un arte para construir poder e imagen, aunque ya no tenga hoy el impacto y resultado que tuvo en el pasado.
En los pasillos de Balcarce 50 son pocos los que creen que el kirchnerismo pueda dejar un relevo presidencial controlable y necesitan articular un historia sobre porqué deberán dejar el poder luego de ser los creadores e impulsores de la “Década Ganada”.
Es necesario construir un relato de la despedida y, en ese marco, ¿qué mejor que responsabilizar a los holdouts por la derrota política que tendrá el kirchnerismo en 2015? ¿Qué mejor que culpar al default como la causa de perder las elecciones dentro de 15 meses? En el fondo, según la Casa Rosada, la Argentina quiso honrar sus deudas, pero no la dejaron pagar...
Quienes impulsan la idea del default niegan los efectos negativos que tendrá sobre la inversión, la producción, las fuentes de trabajo y sobre el consumo que tendrá el aislamiento internacional que puede causar declarar un nuevo no pago de la deuda externa e interna. Y, para ello, muestran una lluvia de cifras que, para una mente inocente, hasta podrían ser atractivas.
Según estos vendedores de fantasías económicas, que creyeron firmemente en los US$20.000 millones que Néstor Kirchner dijo que invertiría China, la Argentina puede obtener hasta US$40.000 millones en inversiones de Rusia, mucha de ella, por energía nuclear: YPF puede atraer hasta US$35.000 millones en inversiones en Vaca Muerta, también dicen que Brasil podría abrir una línea de crédito blanda por US$20.000 millones para hacer grandes obras y dicen que si no hacemos pagos al exterior y se nacionaliza el comercio exterior se pueden llegar a sumar otros US$20.000 millones.
El escritor Isaac Asimov decía que había gente sufría la “fiebre de las grandes cifras” y se embriagaban con citar números inmensos (hasta llegó a escribir un libro sobre el tema). Sin duda, hay un grupito de kirchneristas ortodoxos que sufre esa “fiebre de las grandes cifras” (son los mismos que siempre creyeron los datos del INdEC) y creen que sus fantasías numéricas pueden impulsar la economía de un país.
Y el problema de un Gobierno en retirada es que puede optar por alternativas que no sean realistas, pero que terminan por ahogar el futuro económico de la Argentina. Ocurrió con Raúl Alfonsín, que quedó envuelto en la interna radical y nunca encontró salida a la crisis económica que ellos mismos crearon; Carlos Saúl Menem se enamoró de la Convertibilidad y terminó su mandato en con una enorme recesión, lo mismo pasó con Fernando de la Rúa y todo sabemos cómo dejó la Casa Rosada.
Desde el regreso de la democracia, los gobiernos no han creado buenas condiciones para que otras fuerzas hereden el poder. Armar “campos minados” parece ser la estrategia más aceptada. Por eso, el temor de la clase política, los operadores económicos y los analistas: ¿Cristina Fernández prepara el camino de salida del gobierno creando un “puente de plata” para su heredero o un “campo minado” para su enemigo político?
Los datos macroeconómicos, semana a semana, son peores. Por ejemplo, esta semana supimos que las exportaciones industriales son las más bajas desde 2011, el déficit fiscal supera el 3% del PBI y tiende a seguir creciendo dado que sin el auxilio del Banco Central y del Anses subió 124% en el cuatrimestre y la masa de subsidios creció 59%, mientras que la recaudación aumentó 19 puntos menos; el 2do. mayor productor de pollos de la Argentina, Rasic S.A. (Cresta Roja), se presentó en concurso; y la industria automotriz no parece reaccionar pese al ProCreAuto. Sólo para dar nos pocos datos sueltos de una economía en recesión.
En este escenario, un final glorioso del Gobierno de Cristina Fernández parece una fantasía. Casi con seguridad, nos encaminamos a una elección que se realizará en medio de una recesión importante, con destrucción de fuentes de trabajo y alta inflación, que orada el poder de compra del salario. Por eso, la construcción de un final épico comienza a ganar espacio dentro de la Casa Rosada.
Cristina Fernández se autonombra heredera del pensamiento montonero de la década de los años '70. Haber sobrevivido dentro del peronismo pese a que Juan Domingo Perón echó de la Plaza de Mayo al montonerismo y a la persecución de la Dictadura Militar, haber crecido pese al menemismo y haber controlado al Partido Justicialista pese a la supremacía duhaldista del 2003 ya es una épica política. Que Néstor Kirchner impusiera a su esposa como Presidente de la Nación sin que el peronismo reaccionara y que Cristina Fernández lograra 54% de los votos luego de la muerte de su esposo, facilitan consolidar la fantasía de la épica política. Por eso, la idea de conformar un relato épico de la salida del poder no es descabellada.
El cafierismo nunca se autopercibió como eterno, menos el menemismo ni el duhaldismo. Sin embargo, el kirchnerismo soñó con 16 años de gobierno y con ser un proyecto político superador del peronismo. Cristina Fernández aún espera poder elegir a su heredero y no son pocos los funcionarios y legisladores kirchneristas que creen que podrán retener sus espacios de poder en un próximo gobierno filokirchnerista.
Pero si algo queda claro desde la reelección es que una cosa es lo que diseña la Casa Rosada y otras lo que sucede. Luego del 54%, el Gobierno ha fracasado con los cepos cambiarios e importador, no frenó el drenaje de divisas, no pudo evitar una devaluación, ni contener la inflación, ni revertir la recesión, ni mejorar el poder de compra del salario, ni convencer a la Justicia de los Estados Unidos. ¿Por qué podría lograr una salida ordenada y épica del Gobierno dejando un “campo minado” a su heredero?
Por eso, el temor de políticosy operadores económicos encierra la gran duda sobre cómo terminará el ciclo kirchnerista y cómo dejará el país.
Completo
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