Re: Actualidad y política
Publicado: Mié Jul 01, 2015 2:59 pm
Subordinar la moral y la estética a la política parte de una supina ignorancia de las tres. Que haya inmorales lucrando de la política no implica que ésta no pueda nutrirse de elevados preceptos morales para transformar la realidad. Es más: si no lo hace no tiene razón de ser.
El poder de la estética merece un párrafo aparte. Es tan importante que incluso permite inocular en las masas las más abyectas inmoralidades sin que logren percatarse. Es el azúcar del cóctel alcohólico que embriaga reduciendo los reflejos y anulando la voluntad.
La estética del mal es fascinante: si a un niño que juguetea fantaseando un promisorio futuro de adultos le mostrásemos a un pandillero sin futuro y con un presente de violencia, marginalidad y adicciones lo más probable es que huya despavorido buscando volver de ser posible nuevamente al vientre de su madre para no salir mas.
Para crear un pandillero primero hemos de naturalizar su estética. Deformar sus rasgos con monstruosas deformidades como piercings y tatuajes, rapar su cabello como milicias, cubrir sus rostros con capuchas y gorras aunque sea de noche para evitar ser reconocidos, usar ropa deportiva de varios talles más para ocultar las armas y que faciliten a la vez la pelea y posterior huida. Luego lo iniciaremos en el submundo de las drogas con el apoyo publicitario del más divertido de los brebajes, el que augura el encuentro entre pares, el éxito social y el ansiado despertar sexual, todo en frenético combo. Como las drogas son satánico placer porque lo proveen instantáneamente dejando siempre con las ganas, cualquiera es un buen comienzo, ninguna satisface plenamente y todas aleatoriamente llevan a otras más adictivas y tóxicas, en un estrecho y serpenteante sendero sin retorno. Llegado a un cierto punto no muy lejano del desorden, las intervenciones desde lo moral son placebo, es decir funcionan en unos pocos casos y no en la mayoría, y desde la política son tardías y destempladas como peines para calvos.
Una de las más grandes aberraciones de la humanidad: el nazismo, se produjo bajo una estética cuidada al extremo. Solo así pudieron convencer, hechizando a masas de las más inmorales y destructivas políticas conocidas. Todo imperio gastó fortunas en gigantescos íconos, monumentos y demás demostraciones artísticas donde los argumentos se convirtieron en insignificancias y el respaldo popular en masivo.
Y como las posibilidades brindadas por el arte son infinitas como la creatividad humana -cosa que bien sugiere su origen- siempre es posible crear belleza orientada al bien, sólo es cuestión de saber buscar.
El poder de la estética merece un párrafo aparte. Es tan importante que incluso permite inocular en las masas las más abyectas inmoralidades sin que logren percatarse. Es el azúcar del cóctel alcohólico que embriaga reduciendo los reflejos y anulando la voluntad.
La estética del mal es fascinante: si a un niño que juguetea fantaseando un promisorio futuro de adultos le mostrásemos a un pandillero sin futuro y con un presente de violencia, marginalidad y adicciones lo más probable es que huya despavorido buscando volver de ser posible nuevamente al vientre de su madre para no salir mas.
Para crear un pandillero primero hemos de naturalizar su estética. Deformar sus rasgos con monstruosas deformidades como piercings y tatuajes, rapar su cabello como milicias, cubrir sus rostros con capuchas y gorras aunque sea de noche para evitar ser reconocidos, usar ropa deportiva de varios talles más para ocultar las armas y que faciliten a la vez la pelea y posterior huida. Luego lo iniciaremos en el submundo de las drogas con el apoyo publicitario del más divertido de los brebajes, el que augura el encuentro entre pares, el éxito social y el ansiado despertar sexual, todo en frenético combo. Como las drogas son satánico placer porque lo proveen instantáneamente dejando siempre con las ganas, cualquiera es un buen comienzo, ninguna satisface plenamente y todas aleatoriamente llevan a otras más adictivas y tóxicas, en un estrecho y serpenteante sendero sin retorno. Llegado a un cierto punto no muy lejano del desorden, las intervenciones desde lo moral son placebo, es decir funcionan en unos pocos casos y no en la mayoría, y desde la política son tardías y destempladas como peines para calvos.
Una de las más grandes aberraciones de la humanidad: el nazismo, se produjo bajo una estética cuidada al extremo. Solo así pudieron convencer, hechizando a masas de las más inmorales y destructivas políticas conocidas. Todo imperio gastó fortunas en gigantescos íconos, monumentos y demás demostraciones artísticas donde los argumentos se convirtieron en insignificancias y el respaldo popular en masivo.
Y como las posibilidades brindadas por el arte son infinitas como la creatividad humana -cosa que bien sugiere su origen- siempre es posible crear belleza orientada al bien, sólo es cuestión de saber buscar.


