"Odiaba a los rusos porque lo habían embaucado, a él y a millones como él.
Habían dejado creer al mundo que eran toscos bárbaros cuando de hecho -y cualquiera podía verlo- eran espectaculares ingenieros, formidables agricultores e increíbles, colosales soldados.
Odiaba a los rusos porque había llegado a Ucrania esperando liberar a campesinos borrachos, estúpidos y bonachones, del furioso desgobierno de satánicos judíos, pero se había encontrado luchando contra soldados tan rubios como él, de igual coraje, igual fanatismo y un equipo tremendamente efectivo.
El equipo le preocupaba.
¿De dónde había salido, de la pobreza, del hambre y del terror del bolcheviquismo?
Esos hombres no eran borregos.
Tampoco eran maniáticos.
Eran tenaces, valientes, astutos, fanáticos."
