
Nota publicada hoy en IECO (Clarín)
Producción en alza. Existen alrededor de 1.000 empresas fabricantes de calzado en el país, la mayoría son pymes.
El estilo “casual” se consolida en la industria del calzado, un sector que hoy produce para abastecer una demanda cercana a los 140 millones de pares anuales y que resultó beneficiado por las restricciones a las importaciones. En ese contexto, la informalidad (zapatillas deportivas, para running, calzados con suela de goma y zapatos de vestir de diseños vanguardistas) se impone como una de las principales tendencias para los próximos años. “El mocasín ya fue”, coinciden analistas y empresas del sector.
Los argentinos compran en promedio más de 3 pares de calzado por año. El año pasado, la CIC (Cámara de la Industria del Calzado) estimó que se consumieron 138,6 millones de pares en el país, lo que representa un crecimiento del 5% con respecto a 2011. En ese período, la producción creció un 4% (120 millones de pares). Lo llamativo es el deslizamiento en las compras hacia usos deportivos e informales: el año pasado se vendieron unos 21,1 millones de pares de zapatillas, de acuerdo con una investigación elaborada por la consultora Kantar Worldpanel. Esto significa que en 2012, cuatro de cada diez argentinos compraron al menos un par de zapatillas.
A tono con los tiempos actuales, donde las exigencias laborales habilitan cada vez más el uso de indumentaria casual, los fabricantes (se estima que existen alrededor de 1.000, la mayoría pymes) buscan sintonizar con la demanda. “En algún momento, hace cinco años, hubo furor por el zapato informal, una ‘pseudozapatilla’, pero estamos en épocas de cambio. Hay una vuelta al zapato de vestir, pero con toques más rústicos y no tan formales”, explicó a iEco Alfredo Carfora, socio de la fábrica que produce para Agua Patagona, su propia marca.
Además, casi todas las marcas de indumentaria (entre otras Ona Saez, Etiqueta Negra, Old Bridge, Gola y Tascani) incorporaron a sus catálogos zapatos y zapatillas, cuya producción se terceriza a productores como Chipre, Unica Huella y Satori, entre otros. Ya es habitual la combinación del saco, la corbata, el jean y un calzado con diseños vanguardistas, tal como imponen en las capitales de la moda.
El segmento de las zapatillas merece un análisis aparte. Lo lideran las marcas deportivas de mayor envergadura: según Kantar Worldpanel, el top five de las preferencias lo encabeza Topper (17%), seguido por Adidas (11%), Nike y Reebok (10%) y Puma (3%). “Los nacidos en los 70, crecimos jugando en zapatillas y vamos a seguir usándolas cuando pasemos los 50”, sintetizó Juan Manuel Primbas, country manager de Kantar.
Inversiones Entre 2011 y 2012, y con el objetivo de abastecer al mercado interno, los principales fabricantes de calzado deportivo (Alpargatas, Dass, Paquetá, Vulcabrás y la nacional Grimoldi), anunciaron inversiones por $300 millones. El grupo Dass, por ejemplo, desembolsó US$12 millones con el fin de ampliar su planta en El Dorado, Misiones, donde fabrica unos 4 millones de pares anuales para Nike, Fila, Converse y Umbro.
Por su parte ID Argentina, licenciataria de la marca Converse, se asoció con el grupo brasileño Cooper Shoes para producir en la Argentina. Alpargatas (de la brasileña Camargo Correa) posee 6 plantas y Nike, por su parte, fabrica en sociedad con Dass, Suola y Tecno Sport. Paquetá, dueña de la licencia de Adidas para la Argentina, elevó su producción cinco veces desde 2007 al ampliar sus líneas de producción en su planta de la localidad bonaerense de Chivilvoy.
Las proyecciones Aunque el mercado de zapatos está muy atomizado, Grimoldi –con una trayectoria centenaria– logra destacarse, al igual que firmas como Boating, Gravagna y Briantino, por mencionar algunas. Grimoldi posee varias licencias de marcas internacionales de calzado informal y de uso urbano, como Hush Puppies, Merrel y Caterpillar. Lo de Grimoldi ejemplifica el crecimiento de todo el sector: la marca pasó de producir 800.000 pares en 2002 a casi 3 millones el año pasado.
Las cifras de la Cámara del Calzado coinciden con la brutal recuperación de uno de los sectores más golpeados durante la convertibilidad. De 2002 a 2012, el consumo pasó de 60 millones a casi 140 millones, esto es un 176% de crecimiento. La producción, en cambio, se triplicó en una década (de 36,5 millones a 120 millones), debido principalmente al freno de las importaciones. La mayor producción no impidió el fuerte proceso de trasnacionalización de empresas nacionales que, como Alpargatas, pasaron a manos brasileñas.