Los honorable legisladores votaron hace mucho una ley que establecía el 82% móvil para los jubilados que cumplieran determinadas condiciones. Yo las cumplía en exceso. Se trataba de un contrato de adhesión forzosa entre el Estado y yo.
Vino Menem y se impusieron nuevos límites, al mismo tiempo que se creaban las AFJP. Nuevo contrato de adhesión forzosa al que hube de allanarme. Unos años después, justo cuando asumía NK, me jubilé. Pero seguí aportando, aunque no sumaba a mi jubilación.
El Gobierno necesitaba dinero, así que Boudou le sugirió a NK confiscar los fondos de las AFJP. De paso, las fórmulas de reajuste de haberes se conviertieron en un galimatías inextricable, en contra de los jubilados que aportaron. Cuanto más hubieran aportado, peor. Alud de juicios contra el Estado.
Sube Macri y se arma la Reparación Histórica para limitar los juicios. Nuevos topes, pero las fórmulas de reajuste son razonables. Braman los "defensores de los jubilados".
Y ahora, quienes prometieron defendernos, nos congelan los ingresos en un contexto de inflación galopante. La palabra del Estado vale lo que el honor de Eugenio Zaffaroni. Con un haber jubilatorio que cuadruplica el tope al que están sometidos los del común, predica que "hay que pagar los costos de la democracia". El recordado autor de un libro de Derecho Penal Militar, quien fuera juez del Proceso, tiene el desparpajo de darnos lecciones de convivencia republicana.
