Mensajepor frigerito » Mar Dic 27, 2016 9:40 pm
martes, 27 de diciembre de 2016
OBSCENIDADES
Podríamos haber elegido cualquiera de las ediciones digitales de los diarios de hoy a la tarde, que ponen a la noticia en primera plana, pero ex profeso elegimos como imagen de apertura una captura de pantalla del portal de noticias del Poder Judicial; o para ser más precisos, la agencia personal de noticias del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti.
Con esa imagen se encontraba uno hace un rato, apenas se conoció la noticia del fallo de Ercolini procesando a Cristina por formar una "asociación ilícita" dedicada a la corrupción con la obra pública: la imagen cubría todo el encabezado de lo que se supone un circunspecto portal, donde debería haber información circunspecta sobre el presuntamente circunspecto Poder Judicial.
Como si el entusiasmo le hubiese ganado a la circunspección, a punto tal que ni siquiera estaba colgado en el momento de capturar la imagen el fallo, que había sido anticipado por los medios (concretamente, La Nación) el día anterior, mientras otros (como Infobae) ya hacían circular su texto; pocas horas después de que esos mismos medios (La Nación, sobre todo) nos informaran -con fruición propia de milicos de comisaría que viven su cuarto de hora con la fama- que Cristina debería ir nuevamente a que le pintaran los dedos en Comodoro Py, por la causa del dólar futuro.
Una exhibición impúdica y obscena de la obsesión de venganza y persecución política que tienen contra Cristina, a la que identifican -con razón, en eso tienen intuición certera y posiblemente, encuestas intranquilizadoras- como la principal oposición al gobierno de Macri, si no la única. O por la menos la que cuenta con la mayor capacidad de dañar electoralmente al gobierno, mal que les pese a muchos sedicentes opositores; incluyendo muchos al interior del peronismo.
La sucesión de los acontecimientos es de manual, de la misma previsiblidad obscena de toda esta truchada con cobertura judicial: el fallo se conoce justo cuando el gobierno entrenta una crisis por la salida de Prat Gay, la toma de la comisaría de Flores (en el lugar donde ganó nueve elecciones consecutivas) y reprimen a los vecinos de Pergamino (donde María Eugenia Vidal y Macri ganaron ampliamente) que reclamaban ayuda por estar inundados; mientras el presidente perezoso se rasca los huevos en una reposera en Villa La Angostura, y se conocen los vetos que dispensó antes de irse a las leyes sancionadas por el Congreso que no son de su agrado.
Y mientras ascienden a más de 50 las sociedades off shore que le descubren al presdente y su familia en paraísos fiscales alrededor del mundo, y más de 50 los millones de dólares movidos de un lugar a otro, en condiciones sospechosas y difíciles de explicar. Por no mencionar que tras haber fracasado en el intento de imponer el voto electrónico, el gobierno maniobró en el Consejo de la Magistratura para imponer el juez electoral de la provincia de Buenos Aires (el distrito en el que Cristina encabeza cómodamente las encuestas), y la jueza Servini de Cubría denuncia presiones por la subrogancia que venía ejerciendo en ese cargo.
Al mismo tiempo que Prat Gay es reemplazado por un columnista de La Nación y TN (es decir, un empleado de los accionistas mayoritarios de Papel Prensa) comprador de dólar futuro, a Cristina la procesa el mismo juez que hace apenas 10 días antes sobreseyó a los dueños de Papel Empresa en la causa en la que se los investigaba por delitos de lesa humanidad; pretendiendo hacer pasar la apropiación de la empresa por una simple transacción entre privados, fuera del contexto político en el que vivía el país en medio de la dictadura más sangrienta de su historia.
El mismo juez que tiene a su esposa como colabora inmediata del ministro de Justicia de Macri, y que armó una causa con los retazos que fueron quedando de los programas de Lanata y los aportes de Fariña; el testigo protegido al que los mismos medios -con impresionante astucia- siempre encuentran, cada vez que haga falta alguien para embarrar al gobierno anterior.
Esos son los hechos, puros y duros, desnudos y obscenos, para el que los quiera ver. Hechos que marcan un nivel de persecución política y revanchismo, que solo resulta comparable con los que en su momento padeció Perón, algo que a no pocos peronistas les cuesta reconocer.
Sus remilgos (que se pueden ejemplificar en el hecho de que aun el Consejo Nacional del PJ no se haya pronunciado nunca al respecto) parte del error de suponer que al señalar ese hecho, se está poniendo a Cristina a la altura de Perón: no muchachos, lo que se señala es que es la furia del odio gorila la que los equipara, porque los persigue con la misma saña, el mismo propósito (borrarlos de la historia, excluirlos de la condición de adversarios políticos) y las mismas herramientas.
Apelando a la brumosa figura de la asociación ilícita (utilizada por las dos últimas dictaduras militares para aplicarla a las organizaciones armadas y los opositores políticos), para que la escala penal de lo delitos que le imputen alcance para ponerla presa, y sacarla de la cancha electoral. Y satisfacer -como no- la pulsión morbosa de una parte de la sociedad por verla entrar a una celda, esposada.
Mientras tanto buena parte de la oposición (dentro y fuera del PJ) supone que quedándose quietita y en silencio (o acompañando al gobierno en el Congreso) se salvará de la guadaña, y heredará los votos que resulten de la diáspora kirchnerista si finalmente Cristina termina presa; tal como se suponía pasaría con Perón después de su derrocamiento y exilio.
La apreciación fue un grave error entonces, y lo es también hoy: la persecución judicial no es tanto para limarle a CFK el voto propio (que por el contrario, se verá fortalecido con estas obscenidades), como para sostener al tambaleante voto "ampliado" del macrismo en el balotaje; que se viene erosionando por culpa exclusiva del propio Macri y su gobierno. Algo así como transmitir el mensaje de que son una auténtica cagada y no se puede esperar que mejoren, pero como compensación son capaces de poner presa a la yegüa.
Nos quieren vender como un "mani pulite" argentino o una empresa de reparación moral, lo que es apenas un operativo de contención de daños electorales, y de votos de almas frágiles y políticamente volubles, dispuestas al caceroleo ante la menor alteración de su status social o económico, o la aparición de síntomas indetectables para el resto -los que vienen padeciendo desde el primer día los mazazos que prodiga el macrismo en el bolsillo, el empleo y el consumo-; como en su momento y durante el kirchnerismo, fueron las restricciones para la compra de dólares.
El procesamiento de Cristina no es entonces una muestra de fortaleza del gobierno, sino todo lo contrario: indica cuan débiles se sienten. A no perderlo de vista.